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El Federalista


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2013  •  5.037 Palabras (21 Páginas)  •  444 Visitas

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EL FEDERALISTA

I

La constitución de los Estados Unidos de América de 1789 tiene derecho a que se la incluya dentro del grupo selecto de escritos y publicaciones que dieron expresión a las ideas políticas y sociales que sustituyeron al antiguo régimen y que no han sido desplazadas todavía por un cuerpo de doctrina comparable, Supera a cualquiera otra Constitución escrita debido a la excelencia intrínseca de su plan, a su adaptación a las circunstancias del pueblo, a la sencillez, concisión y precisión de su lenguaje y a la forma juiciosa como fija los principios con claridad y firmeza.

En esa Constitución se incorporaron por primera vez en forma visible, toda una serie de principios de convivencia social y de gobierno. Para quienes abrimos los ojos en un mundo profundamente distinto del que rehicieron los pensadores y reformistas de la segunda mitad del siglo XVIII, es difícil comprender hasta qué punto fueron novedosos y audaces esos principios y cuán fuertes tenían que ser las resistencias que se oponían a su implantación. Felizmente, la Constitución de los Estados Unidos suscitó un expositor digno de ella y digno también del gran sistema que estaba destinada a difundir. Los méritos de la Constitución se reflejaron en el comentario. A su vez, éste explicó y justificó las soluciones de la Constitución y contribuyó no poco a popularizarla y a que alcanzara el prestigio que la ha rodeado. Ese comentario fue la colección de artículos que escribieron Alejandro Hamilton, Santiago Madison y Juan Jay en tres periódicos de la ciudad de Nueva York y que recibió el título de El Federalista desde la primera vez que se publicó en forma de libro.

Las circunstancias en que se formó la Constitución fueron adversas, había terminado la Guerra de Independencia a fines de 1782, prevalecía la desilusión. Las trece colonias, recayeron en una condición cercana a la anarquía. El Congreso de la Confederación no era respetado ni sus órdenes obedecidas, sus respectivas legislaturas estaban entregadas a una orgía de medidas irresponsables. Debido a la Guerra, las condiciones económicas eran precarias, pero fueron agravadas por la emisión de papel moneda; la oposición de intereses entre diversos grupos de la población, principalmente entre las ciudades y el campo y entre deudores y acreedores, alcanzó a provocar motines y brotes armados a tal grado que los historiadores llaman a esta época el “periodo crítico de la historia americana”.

Así las cosas, cayeron en la cuenta que era indispensable un cambio radical, y el Congreso convocó a una Convención que debería reunirse en Filadelfia en 1787, “con el objeto único y expreso de revisar los Artículos de Confederación y de presentar dictamen... sobre las alteraciones y adiciones a los mismos que sean necesarias a fin de adecuar la Constitución federal a las exigencias del Gobierno y al mantenimiento de la Unión…”.

La Convención inició sus trabajos y se ocupó de construir un nuevo sistema de gobierno, después de discusiones acaloradas, se tuvo listo el proyecto de Constitución, que únicamente firmaron treinta y nueve delegados de los cincuenta y cinco que asistieron, del número total de setenta y dos que recibieron credenciales. Aún faltaba que la Constitución fuera ratificada por el pueblo de cada estado.

Inmediatamente se desató la más intensa campaña en pro y en contra de la nueva Constitución, por medio de periódicos, folletos, discursos y demás. En el estado de Nueva York encabezado nada menos que por el gobernador del estado, inició un vigoroso ataque en su contra.

Aunque inconforme con la Constitución, de la cual inclusive se expresó con desprecio, Alejandro Hamilton, el joven abogado que durante la revolución había sido secretario de Jorge Washington y se había distinguido como coronel de infantería, especialmente durante el sitio de Yorktown, concibió el proyecto de escribir una serie de artículos en defensa del nuevo sistema de gobierno Obtuvo al efecto la colaboración de Santiago Madison, llamado generalmente “padre de la Constitución”, uno de los delegados que más prominente papel habían desempeñado en Filadelfia. También interesó en el proyecto a Juan Jay, que no había formado parte del Congreso de Filadelfia, pero ocupaba el puesto de Secretario de Relaciones Exteriores en el gobierno de la Confederación.

Las cartas de Publio, seudónimo con que se ocultó nuestro triunvirato según costumbre de la época, atrajeron inmediatamente la atención del público, pero es dudoso que hayan influido sensiblemente en el resultado del debate en el estado de Nueva York. Hamilton y socios publicaron setenta y siete artículos de octubre de 1787 a mayo de 1788, en tres periódicos de la ciudad de Nueva York, más otros ocho que vieron la luz pública por primera vez al editarse la colección completa en dos volúmenes, de los cuales el segundo apareció el 28 de dicho mes de mayo de 1788. La Constitución había triunfado y por primera vez iba a ser posible emprender en grande escala, y en una forma tan clara que no dejara lugar a duda, el noble experimento del gobierno constitucional.

II

De una manera general, puede decirse que los méritos y defectos de El Federalista son los que eran de esperarse de las circunstancias en que se escribieron los artículos que lo forman y del propósito perseguidos al publicarlos. Tanto Hamilton como Madison tuvieron ocasión de referirse más tarde a la premura con que se redactaron la mayor parte de estos ensayos, que hizo imposible reflexionar sobre ellos o siquiera revisarlos, y que también impidió que los tres escritores se pusieran de acuerdo en el fondo o que coordinaran mejor sus trabajos. Como consecuencia natural, El Federalista se repite, un mismo tema se trata varias veces, en distintos lugares se presentan argumentos diferentes en apoyo de la misma tesis, hay asuntos que se interrumpen para reanudar su examen más tarde. Un defecto más grave, desde un punto de vista teórico, consiste en que El Federalista, conforme a la exacta observación de Ford, “aunque según la intención de sus autores debía ser un estudio sistemático del gobierno republicano, resultó en mayor grado un alegato a favor de la adopción de una constitución determinada, por lo cual es un escrito jurídico tanto por lo menos como un comentario filosófico sobre el gobierno”; Un inconveniente más, se encuentra en las frecuentes referencias a las publicaciones que El Federalista tenía por misión combatir y a cuestiones de interés puramente transitorio o local, así como en las digresiones que eran resultado de su participación en una controversia y del propósito que perseguía de influir

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