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El Virreinato Del Perú

layos_1831 de Agosto de 2012

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EL VIRREINATO DEL PERÚ

1. Virreinato del Perú

Formalmente el virreinato del Perú fue creado a partir de las leyes nuevas en Barcelona, el 20 de Noviembre de 1572, desde ese momento desaparece la Gobernación de Castilla entregada inicialmente a Pizarro, y los territorios descubiertos pasaban a ser entregados a un representante del directo del rey, el virrey. Blasco Núñez Vela fue el primer virrey del Perú. Sin embargo las luchas entre los conquistadores, entre estos y la corona, y por supuesto entre los españoles y la gente andina, hicieron que la organización de nuevo virreinato, se consolidara recién en la década de 1570 con el virrey Francisco Toledo.

2. La Conquista Social

Los últimos años del siglo XV pusieron fin al proceso de reconquista del suelo español (con la expulsión de los moros y más delante de los judíos); de este modo se echaron a perder las posibilidades que muchos individuos tenían de adelantarse socialmente. La sociedad española reconocía a los hidalgos la legitimidad de un linaje y la condición de cristianos viejos, sin mezcla de moros y judíos. Por eso, aquellos que no lo eran, tenían la esperanza de llegar a serlo por meritos. Pero entonces se descubrieron vastos territorios ultramarinos que debían ser conquistados por la reciente monarquía española unificada. A ellos se dirigieron grandes grupos de empresarios, visionarios, aventureros e hijos menores de la nobleza en busca de las riquezas y los honores que la península ya no podía ofrecerle. En su empresa, muchos de estos inmigrantes, los conquistadores y los primeros pobladores constituirían las nuevas aristocracias hispanoamericanas, encabezadas originalmente por los grandes conductores de la gesta, tales como los Cortés en México y los Pizarro en Perú.

3. Las Ciudades: colonización y gobierno

Las ciudades desempeñaron un rol importante en la colonización española en América, pues además de hacer más consistente la ocupación de los territorios, otorgaban una base jurídica y solían constituir puestos de avanzada para nuevas expediciones. Las ciudades se fundaban mediante un complejo ritual que sancionaba la conformación oficial del territorio como parte de la Corona castellana, lo ponía bajo la protección divina y, por último, transformaba la ocupación en un derecho establecido.

La organización de las ciudades se hizo, por lo general, siguiendo el trazado en cuadrícula propio de la tradición española. Esta puede verificarse en la construcción de la ciudad de Santa fe durante de la guerra de Granada en los tiempos de los reyes católicos. El “damero de Pizarro”, en Lima, es el ejemplo clásico. En algunas de las ciudades andinas tradicionales hubo una modificación sustancial del patrón urbano. En el caso del Cuzco, se construyeron manzanas de casas entre Acaipata y Cusipata (los dos sectores de la gran plaza). La mayoría de las plazas fueron ampliadas haciendo correr uno de los muros laterales.

En la medida que se fueron fundando ciudades españolas, se concentraron en ellas pobladores de variada fortuna. De todos ellos, los únicos que adquirieron la categoría de “vecinos” fueron los encomenderos, es decir, aquellos conquistadores que mas habían destacado en la incorporación de estas tierras al dominio de la Corona castellana y por cuyos méritos se les había otorgado el derecho de beneficiarse con el trabajo y el tributo de determinado número de indígenas, los más poderosos pronto controlaron el gobiernos de las nuevas urbes a través de la institución de cabildo (nuestras actuales municipalidades), sucediéndose en cargos de alcaldes, regidores, alféreces, procuradores, tesoreros, jueces de aguas y otros.

En el Perú como en otras latitudes, algunas de estas posiciones se hicieron repetitivas (por no decir hereditarias) en las familias más influyentes y reforzaron así su dominio. En Lima, por ejemplo, dinastías de conquistadores compañeros de Pizarro, tales como los Aliaga, los Agüero, los Rivera y otros, virtualmente controlaron el gobierno local por siglo, pugnando por el poder entre sí y con grupos que habían llegado posteriormente. Así, el vecino feudatario se derivó de esta realidad en conjunción con otra, la encomienda.

4. La Encomienda y los Conquistadores

La encomienda fue una institución de importancia fundamental en las primeras décadas de la colonización del Perú ya que a través de ella se articularon las relaciones entre españoles e indígenas. Esta institución tuvo como origen la encomienda medieval española, un modo de patrocinio muy difundido que consistió en la cesión de tierras a cambio de protección y defensa. En el caso de la encomienda americana, la encomienda no significo la entrega de tierras, pero si se mantuvieron los conceptos de protección y defensa. Así que a diferencia de la encomienda medieval española, la encomienda americana (también llamada repartimiento de indios) significó el otorgamiento de fuerza de trabajo de indígenas a determinados españoles. La institución de la encomienda tuvo su fundamento jurídico en la obligación de los indígenas a pagar tributo a la Corona de Castilla en su condición de “vasallos libres” del rey. Así la encomienda se suscita a partir de la cesión de del goce de tributo hecho por el monarca a favor de los encomenderos, en premio de los servicios de dichos personajes en la incorporación de nuevos territorios al patrimonio de la Corona.

Los deberes de los encomenderos eran varios: quizá el más importante era el de la doctrina, es decir, que debían sufragar los gastos de los curas doctrineros encargados de tal labor y, a falta de ellos, ver la forma de asegurar que la evangelización se propagara. Igualmente los encomenderos debían cumplir con la denominada “carga militar”, que consistía en la obligación de acudir “con sus armas y caballos” a la defensa de la tierra cada vez que las autoridades lo solicitaran, bien fuera el caso de levantamientos o de ataques de otro tipo.

Si bien en los primeros años muchos encomenderos vivieron en los propios de indígenas, pronto la Corona prohibió dicha práctica por los abusos perpetuados en perjuicio de los indígenas. Así le legislación impuso a los encomenderos el deber de “residencia”, que obligaba a vivir en la ciudad cabecera de la jurisdicción en la que habitaran sus encomenderos. Las autoridades querían lograr un efectivo poblamiento del Perú por parte de los españoles y ver garantizado el cumplimiento de la carga militar. Finalmente los encomenderos estaban obligados a dar buen trato a los indígenas, aunque esto estuvo lejos de ocurrir, sobre todo en los primeros tiempos.

5. Consolidación Del Poder Real

El presidente de la audiencia de Lima don Pedro de la Gasca, venció en la batalla de Jaquijahuana, en Abril de 1548. Allí termino la rebelión de los encomenderos dirigida por el último de los Pizarro en el Perú, pero también se inicio la organización definitiva del control español de los Andes. Aunque hasta entonces el espacio político había sido dominado por el grupo de los Pizarro en el Perú, pero también se inicio la organización definitiva de control español de los Andes. Aunque hasta entonces el espacio político había sido dominado por el espacio de los Pizarro autoridad real no tuvo rival. Los encomenderos mantuvieron parte de su poder, especialmente económico, gracias al tributo indígena. La gran modificación económica había empezado con el descubrimiento de las minas de Potosí y la exportación de la plata se expandió al entrar en crisis el poder de los Pizarro. Gasca dio un tono nuevo a la autoridad española al organizar la primera visita general, que buscaba la información demográfica y económica necesaria para establecer el tributo indígena. La visita fue confiada al arzobispo de Lima, Jerónimo Loayza, al dominico Domingo de Santo Tomas y al funcionario Polo de Ondegardo; entre las instrucciones que recibieron los visitadores nombrados se hallaba la de contar con adecuados intérpretes. La visita de Gasca produjo el primer ordenamiento de la información sobre los Andes. Ya se disponía no solamente de un relato de las hazañas de los conquistadores ni tampoco únicamente de las historias escritas con informaciones muchas veces andinas, sino del número y distribución de los habitantes y de manejo de recursos y datos sobre la capacidad económica de la población registrada bajo pautas europeas y no locales.

Gasca dispuso nuevas encomiendas, castigo a quienes habían seguido hasta el final a Gonzalo Pizarro y premio a quienes se le enfrentaron, e incluso a los traidores de este que al último minuto se habían plegado a las tropas reales. Además Gasca dispuso la organización de expediciones de conquista. El salió del país en 1550 dejándolo bajo la autoridad e la Audiencia de Lima. La tasación de todas las encomiendas no fue tarea fácil porque el Perú no estaba en calma.

El nuevo virrey, don Antonio de Mendoza, Márquez de Cañete, llego en Septiembre de 1551 luego de haber ocupado el puesto de virrey de la Nueva España. Por encargo suyo, su hijo visito Huamanga, Potosí y La Plata para poner orden en los repartimientos de hombre andinos para las minas, pues Mendoza recibió una real cedula que abolía el servicio personal indígena. La ultima rebelión de los encomenderos contra la corona se levanto en el Cuzco en 1553 y estuvo dirigida por Francisco Hernández Girón. Fue vencida en Pucara en Octubre de 1554 por los oidores de la Audiencia de Lima que gobernaban por la muerte del virrey.

El virreinato alcanzó nuevo orden con el tercer virrey Andrés Hurtado de Mendoza,

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