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El ejército del sufragio universal

Emma GutierrezResumen15 de Noviembre de 2018

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El ejército del sufragio universal

El 4 de septiembre de 1901 entra en cámara de diputadas un proyecto que fue defendido por el general Ricchieri. Este insistía en el hecho de que el proyecto de ley respondía a las exigencias del progreso, fue una ley de “civilización”. La ley 4031 Se instaura si el servicio militar obligatorio y la profesionalización del cuerpo de oficiales. La reforma militar respondía en realidad a motivaciones políticas, la introducción del servicio militar obligatorio era solo accesoriamente. Los jerarcas oligárquicos así lo entendieron y manifestaron

Los ciudadanos argentinos serian soldados antes de ser verdadera y libremente electores, lo que tendría consecuencias políticas ya que no tenían prohibido el ejercicio del sufragio universal. El ejercicio de la conscripción tendría como objetivo moldear la mentalidad de los futuros electores

En la argentina la conscripción es el antídoto contra el cosmopolitismo. A falta de la posesión de la tierra que retiene, el hijo de inmigrante se arraiga a través de la escuela y el ejército, encargados de inculcarle el apego patriótico a los valores nacionales. El servicio militar y la disciplina, neutraliza los virus de la disolución social que vinieron del viejo mundo. El ejército tiene como  objetivo argentinizar al gringo y formar al argentino

La misión social impartida por el nuevo ejercito implica, un cierto tipo de relaciones entre oficiales y conscriptos. Estos no son simplemente civiles a quienes hay que instruir en los rendimientos del arte militar, sino “extranjeros” a quienes hay que naturalizar o aun barbaros que deben ser civilizados. Por eso la distancia entre la tropa y sus jefes es muy grande

La gran depresión y la restauración oligárquica

La triunfal elección de Yrigoyen como presidente no le asegura sin embargo bases sólidas para su segundo mandato. El peludo es un anciano, es considerado por muchos como el símbolo de la causa radical y no como un jefe del ejecutivo. Ya no existen más barreras de contención que limitaban la acción de los nuevos hombres de la UCR en 1916. Ampliamente mayoritarios en la cámara de diputados su posición es muy sólida en las provincias. Solo el senado se encuentra fuera de su alcance. El radicalismo se siente fuerte. La inquietud de los conservadores y de los grupos dirigentes tradicionales ha ido en aumento porque han fracasado en no debilitar al yrigoyenimso y tampoco han ganado por cualquier medio las elecciones. No debe imaginarse que el gabinete esta compuesto por representantes de las capas populares. Con excepción de los dos ministros militares, todos los ministros eran abogados, salvo el de obras públicas que es médico. Pero de los diez miembros del ejecutivo solo dos pertenecen a la sociedad rural. Por lo tanto la situación es más grave para la elite establecida. Para muchos opositores, además esa segunda presidencia representa una verdadera catástrofe personal.

Las grandes maniobras de los conservadores

Hay acuerdo unánime sobre la necesidad de expulsar del poder a yrigoyen y a sus partidarios, pero difieren las modalidades. La clase política tradicional desea en su mayoría, conservar una apariencia de legalidad al derribar al tirano. Deben encontrar entonces una fórmula electoral propicia para captar votos populares y completar la maniobra emprendida

El ala derecha del partido de J B Justo se escindió en 1927 para fundar el partido socialista independiente. Los conservadores dicen que se trata de una fuerza nueva y dinámica compuesta por elementos jóvenes y capaces del partido. Al frente de esa nueva agrupación se encuentran hijos de las familias conservadoras tradicionales tales como Pinedo Bunge, Gonzales Iramain. Estos jóvenes van a convertirse en la punta de lanza del antiyrigoyenismo

La estrategia de la oposición parece simple, debilitar y aislar a yrigoyen con nuevas victorias electorales, para exigir luego su renuncia, gracias a la formación de una unión de todos los partidos de la oposición. La mayoría de los militares anti-yrigoyenistas  que rodean al general Justo se inclinan por esa solución indolora

La conspiración: militaristas y liguistas

Vimos el elogio del militarismo que hace el poeta Lugones. Contra las alianzas de los políticos apela al sable purificador que acabara con el liberalismo pútrido que debilita a la nación argentina. Para el autor la argentina llegara a ser una gran nación el día en que no deje más la designación de sus dirigentes librada al sufragio universal, verdadero culto de la incompetencia del que solo puede resultar un gobierno inepto

Pocos son los que toman en serio en los ambientes políticos a Lugones. Pero no sucede lo mismo con ciertos sectores del ejército. Oficiales descontentos con el gobierno de yirigoyen no permanecen insensibles ante la exaltación de la disciplina de la jerarquía y de carrera de las armas. Las ideas de Lugones acceden paradójicamente a la gran prensa liberal. Precursor en cierta forma, de los que popularizan la ideología autoritaria y antidemocrática sembrándola a los cuatro vientos.

Las voces antidemocráticas que se elevaban antes del retorno de Yrigoyen a la presidencia eran muy aisladas. La fecha capital es sin duda la aparición de la Nueva Republica el 1 de diciembre de 1927. Este semanario fue fundado por jóvenes periodistas, de origen provincianos que evocan al nacionalismo. Estos jóvenes de buena familia se interrogan sobre lo que llaman la crisis argentina, la que se reduce según ellos a la evocación del poder de las categorías dirigentes tradicionales. Buscan la manera de reformar a la elite establecida asegurando sus derechos de poder. Surge de ellos una condena de la democracia “dictadura incontrolable de la chusma y de los demagogos”. Sus redactores sostienen “la necesidad de gobiernos fuertes que mantengan enérgicamente el orden social, las jerarquías y la disciplina para evitar la amenaza del comunismo soviético” al que conduce la demagogia radical

Estos jóvenes no son los únicos en rechazar el sufragio universal y desear una reforma de las instituciones que les permita recuperar el poder a las clases ilustradas. Las ideologías autoritarias se abrieron camino entre los conservadores “modernistas”. El triunfo de la plebe radical y el despertar del proletariado hacen vacilar la confianza de los conservadores. Nace la idea de que solo un golpe militar puede cambiar las condiciones políticas presentes. Hacia fines de 1927, cuando ya no cabe duda de la cercana victoria de Yrigoyen, Juan Carulla y R. Irazusta de la “nueva república” toman contacto con el general Uriburu presionándolo para que levante el ejército contra Yrigoyen. Cuando este es elegido presidente, Uriburu pide el retiro con gran satisfacción de los nacionalistas que ven confirmarse las esperanzas que depositaron en el

Von pepe se compromete solemnemente a poner “su espada al servicio del movimiento” que proponían sus impacientes admiradores. El golpe de estado que viene lejos ha franqueado una etapa decisiva. Solo falta convencer al ejército y la opinión pública. Uriburu está demasiado vinculado con la elite establecida y conoce demasiado las tradiciones políticas de la clase dirigente como para ignorar el carácter incongruente de un derrocamiento de las autoridades elegidas en la Rep. Argentina después de más de medio siglo de estabilidad. Los nacionalistas fijaron su estrategia: el ejército, única fuerza sana en una sociedad contaminada por el virus democrático y la demagogia radical, será el instrumento de la regeneración revolucionaria cuya dirección tomaría el bravo general Uriburu

El salvador de la argentina exigió desde el principio quie los políticos de los partidos opositores, fueran apartados de la dirección de la conjura. Según el, los conspiradores, civiles debían estar totalmente subordinados al comando militar. El general Uriburu pensaba que una vez derrocado Yrigoyen, nada cambiaria si no se reformaba la constitución para restringir la expresión del sufragio. En realidad los proyectos de reforma de Uriburu y de sus allegados no estaban bien determinados. Se sabía que tenían que ver con el sufragio calificado, con la abolición del escrutinio secreto Uriburu confió sus proyectos a su viejo amigo político Lisandro de la Torre. Deseaba confiarle un ministiero o incluso llevarlo a la presidencia en caso de triunfar el golpe de estado.

El ejército y la conspiración

El malestar que existía en ciertos sectores bien definidos de ejército durante la primera diferencia de Yrigoyen, no hizo más que acentuarse bajo la segunda, la influyente minoría vinculada al general Justo que se había opuesto frontalmente a la reelección del caudillo radical. El nuevo gobierno se conformara con retomar el control de las instituciones militares nombrando oficiales confiables en los puestos clave

Existen divergencias muy marcadas entre los militares convencidos de la necesidad de derrocar a Yrigoyen. El general Justo es favorable a la evicción del presidente radical. Hasta tiene interés personal en la caída del caudillo: la nueva administración le ha atribuido la responsabilidad de ciertas anormalidades contables en la adquisición de material militar en el extranjero. Pero cuando el general Uriburu propone al antiguo ministro de guerra, por fuerza de las circunstancias la codirección del golpe de estado, este la rechaza. Justo desea solamente derrocar a Yrigoyen y expulsar a sus partidarios del poder. Uriburu quiere transformar las instituciones y poner fin al liberalismo.

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