Ensayo "la Pianista"

Erika Kohut es una mujer soltera de aproximadamente 40 años que vive en la ciudad de Viena Austria. Su familia integrada por dos miembros, ella y su madre.

Las psicopatologías que se muestran en la película “La pianista” son varias, estas son presentadas la protagonista y que son en su mayoría originadas por la educación recibida por la madre, la relación de Erika con su madre, no es una relación entre dos mujeres adultas, sino que hace pensar en la de una madre con su hija adolescente. La madre de Erika controla a qué hora llega su hija a casa, la ropa que se pone, o lo que gasta, sometiéndola a un estricto control y chantaje emocional del cual Erika parece no saber salir.

Este control lleva a que en ocasiones las discusiones terminen en golpes, poniendo en evidencia el desequilibrado de la relación.

Viven solas, comparten habitación a pesar de que Erika tiene su propia habitación la cual solo utiliza para guardar ropa, la madre conoce que alumno tiene su hija cada día, dando a entender el grado de conocimiento que tiene sobre la vida de Erika. La madre de la pianista vive a través de su hija, su prestigio viene dado por su madre y mantiene con los demás un trato despectivo, como el de Erika guarda con los demás. La acompaña a los conciertos y no se despega de ella, por otra parte Erika es una destacada intérprete de piano, el patrón que su madre sigue con ella se lo repite a sus alumnos. Parece ser una especie de reflejo de la que su madre guarda con ella, fría, tajante y despectiva y en algunos momentos con crueldad.

Erika no tiene relaciones sociales, tan solo las que le proporciona su puesto en el conservatorio de música. No tiene un mundo personal más allá de la relación con su madre. Toca en reuniones de la clase alta o con otros músicos, donde no hay otro intercambio si no es el de tocar un instrumento, Erika a los Sex shop, o a cines al aire libre a ver como parejas mantienen relaciones sexuales.

En las cabinas donde se ven videos pornográficos, Erika observa las películas mientras recoge de la basura pañuelos manchados de semen de otros usuarios que estuvieron antes de ella y los huele profundamente. Para acudir a estos lugares Erika miente a su madre. La mentira parece ser el único refugio donde ella tiene intimidad.

A Erika no le da vergüenza ser vista en los sex shops, incluso ser observada por los hombres que se encuentran ahí.

Aparece Walter, un joven atractivo, expresivo. Se enamora de Erika desde que la escucha tocar el piano. Él le declara su admiración y pone de manifiesto la atracción que el pianista ejerce sobre él, ella sin embargo lo trata fríamente. El mundo emocional de Erika parece solo expresarse a través de la música, solo parece ahí encontrar su oportunidad de desarrollo y manera de ser. Erika no sabe cómo actuar ante Walter y sus demandas.

Las demandas de Walter, insistentes, parecen ser solo ser recogidas por Erika cuando esta comprueba que el está dispuesto a someterse y obedecerla. Desde este momento Erika nos muestra su verdadero lenguaje, el masoquismo.

Un aspecto esencial del mundo Erika, se pone de manifiesto cuando Walter atiende cariñosamente a la mejor alumna de Erika, la cual es sometida a una cruel presión por su profesora. Walter la consuela antes de un ensayo general y esto hace que Erika sienta tal odio que la lleva a romper un vaso de cristal a escondidas y a introducir los pedazos de vidrio en una de las bolsas del abrigo de su alumna. Esto le destroza la mano a la misma y Erika tendrá que ocupar su lugar.

Erika le escribe una carta a Walter donde le da instrucciones de lo que quiere que le haga. Son todas peticiones violentas, denigratorias para ella. El percibe que es

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