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Entre Risas Y Llantos Una Mirada A Las Costumbres Muiscas

2 de Junio de 2014

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ENTRE RISAS Y LLANTOS. UNA MIRADA A LAS

COSTUMBRES MUISCAS A TRAVÉS DE LOS

CRONISTAS

Abel Fernando Martínez Martín

MD. Mgs. Hist.Profesor Asociado Escuela de Medicina UPTC

Director Grupo de Investigación Historia de la Salud en Boyacá-UPTC

El descubrimiento de las tierras de los muiscas resulta del hallazgo de unos panes de sal

y de unas mantas de algodón, hallazgo que confirma la gran actividad comercial de este

pueblo al comienzo del siglo XVI, cuando los muiscas habitaban los valles interandinos

de clima frío y las tierras templadas de la Cordillera Oriental colombiana, desde los

páramos de Sumapaz, al Sur, hasta el Chicamocha, al Norte, en los actuales

departamentos de Cundinamarca, Boyacá y parte de Santander del Sur. Los españoles

se encontraron con una sociedad organizada, con una compleja organización política y

religiosa y con una muy variada producción agrícola, autosuficiencia alimentarla y un

sistema de intercambio mediante ferias y mercados. (Langabaek , 1985)

De familia lingüística chibcha, los Muiscas ocupaban, a la llegada de los 167

conquistadores europeos, el altiplano cundiboyacense: habían llegado a finales del

primer milenio de nuestra era, constituyéndose, ocho siglos más tarde, en la cultura más

desarrollada de las existentes en nuestro país, en el momento de la conquista.

Habitaban un territorio densamente poblado con alto grado de centralización política;

pueblo festivo que trabajaba la cerámica y los textiles; poseían oro elaborado,

herramientas de piedra y hueso, terrazas de cultivo y obras de regadío.

Los muiscas vivían en bohíos que estaban dispersos en las zonas de cultivo, vivienda de

planta circular, de techo cónico, pajizo, con paredes de bahareque, puertas hechas con

cañas, que ataban con una cuerda y ventanas pequeñas. Dividían el interior con un

tabique. El techo era también de caña tejida con hilos de colores. Pueblos y ciudades

nacen tras la conquista. Según el cronista Herrera: “No había en estas provincias pueblos

grandes, sino que cada principal tenía en sus tierras tres o cuatro casas juntas, y los otros, cada

uno adonde sembraba tenía la suya”. (1600) (Londoño, 2005)

Muiscas, Laches y Guanes, los tres de familia lingüística Chibcha, tenían un libre

mercado, por donde circulan intensamente mercancías entre ellos y con sus vecinos

Caribes y Arawac, en días señalados. Se intercambia coca por mantas, mantas por oro;

miel y cera de abeja, loros y papagayos y yopo; cuentas de collar, cal, calabazos; leña,

alfarería, algodón, caracoles y plantas medicinales; se intercambia tabaco, borrachero,

trementina, tunjos, productos vegetales, pescado, piezas de caza, esmeraldas y sal. Los

cronistas insisten en que los Muiscas disfrutan el comercio.

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1- LA LIMITACIÓN DE LAS FUENTES

Los vencedores son los que escribieron esta historia. Lo escrito por los cronistas sobre

los Muiscas, la mayoría de ellos sacerdotes, desde su europea y católica cosmovisión,

fue minuciosamente revisado y censurado. El libro quinto de la Recopilación Historial

de Fray Pedro de Aguado, que contenía la descripción de los Muiscas del cronista

franciscano fue destruido. Lo que sobrevive está lleno de enmiendas, tachaduras,

páginas arrancadas, además de observarse la supresión de palabras como conquista y

guerra o “algunos pasajes que no estaban de acuerdo con el pudor o la decencia”. Lo que

creemos fuentes originales: “son apenas transcripciones de versiones primitivas, enmendadas

por la censura” (Friede. 1965. p. 327).

Una Real Cédula, de 1577, cuatro décadas después de la conquista ordena: “no consentir

que (...) persona alguna escriba cosas que toquen a supersticiones y manera de vivir que estos

indios tenían”. (Friede, 1965. p. 329). A pesar de lo poco que tenemos, de la censura, de

ser frágil y fragmentario, esto es lo que podemos reconstruir sobre las costumbres de los

Muiscas, a través de las fuentes etnohistóricas:

2- LOS MUISCAS EN EL MOMENTO DE LA CONQUISTA

Los cronistas, desde Jiménez de Quesada, reseñan al conocer los Muiscas, que se trata

de gente diferente a la que han visto en la Costa y el Magdalena. Castellanos habla de

"¡Tierra buena! Tierra buena! Tierra que pone fin a nuestra pena, Tierra de oro, tierra bastecida,

Tierra para hacer perpetua casa, tierra de grandes pueblos, donde se ve gente vestida"

(Castellanos. p. 593).

Aseguran los cronistas que los muiscas eran más comerciantes que guerreros y que los

de Tunja eran menos belicosos y más religiosos. Comentan la alta calidad de las mantas

elaboradas por los muiscas, que le dieron nombre al Departamento de Boyacá y fueron

uno de los principales artículos de tributo en la Colonia. (Cardale, 2005).

La diferencia en los mitos de origen entre Muiscas del Sur y del Norte, sus diferencias

lingüísticas; las variadas formas de enterramiento: las guerras que mantenían el Zaque

de Tunja y el Zipa de Bacatá; diversas tradiciones cerámicas, etc. indican, que no se trata

de un pueblo tan homogéneo como se había planteado. No existió nunca un Estado

Muisca, sino que, a partir de las unidades fundamentales o capitanías, se organizó el

poblamiento, la territorialidad, la propiedad comunal de la tierra y, en general, la

estructura sociopolítica de los cacicazgos muiscas.

Al momento de la conquista, además de estar en guerra con sus vecinos caribes los

Panches, el Adelantado Jiménez de Quesada dice que los “señores y provincias” de Tunja

y Bogotá: “siempre han traído muy grandes diferencias de guerras muy continuas y muy

antiguas”. Y habla de sus costumbres guerreras: “si vencen en la guerra, hacen grandes

alegrías, y de los vencidos sacrifican los niños, cautivan las mujeres: matan los hombres aunque

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se rindan; sacan los ojos al señor o capitán que prenden. Y hazanle mil ultrajes en cada una de

sus fiestas, hasta que el tiempo lo mata.”(Jiménez de Quesada. p. 127)

En las luchas de la conquista, los Muiscas cargaban sus momias a la espalda para que

sirvieran de ejemplo en el combate: “En sus batallas tienen una cosa extraña, que los que han

sido hombres afamados en la guerra y son ya muertos les confeccionan el cuerpo con ciertas

unturas que queda toda la armazón entera sin despegarse: y a estos los traen después en las

guerras así muertos cargados a las espaldas de algunos indios para dar a entender a los otros que

peleen como aquellos pelearon en su tiempo pareciéndoles que la vista de aquellos les ha de poner

vergüenza para hacer su deber, y así cuando las batallas primeras que con los españoles

hubieron venían a pelear con muchos de aquellos muertos a cuestas.” (Jiménez de Quesada. p.

131) El cuerpo momificado conserva la memoria de los héroes muiscas.

Fuentes etnohistóricas y arqueológicas, evidencian que la alimentación de la población

muisca era abundante, variada, equilibrada en proteínas vegetales como maní, fríjoles o

coca y proteína animal como curí, venado, pescado, hormigas, orugas, aves y animales

de monte. Completa su dieta la capacidad desarrollada por los Muiscas para

aprovechar los diferentes pisos térmicos para obtener gran variedad de alimentos, su

habilidad para el intercambio de productos con los pueblos de las tierras bajas y el

papel que desempeña el Cacique en la redistribución de alimentos en época de escasez.

Fernández de Oviedo consigna la abundancia: "En dos años que duró aquella conquista,

ningún día dejó de entrar en el campo de los cristianos todos los bastimentos en mucha

abundancia de todo lo que es dicho, tanto, que hubo días de cien venados y ciento y cincuenta, y

el día que menos, treinta venados, conejos y cories, día de mil y de ahí abajo. En fin, es abundante

tierra desas cazas o monterías" (1548) (Oviedo, 1959. p.110)

Vivían del maíz, del que obtenían el pan y el vino, a decir de los cronistas, de la papa y

los tubérculos andinos, del comercio de la sal, de las mantas de algodón, que pintaban a

pincel y de las verdes y sagradas esmeraldas. Hacían sonar los caracoles marinos como

trompetas. Criaban curies, fumaban tabaco, mambeaban coca, comían ají, usaban

plantas medicinales, conocían la trepanación y la momificación; no usaban arco ni

flecha, usaban mochila, contaban de 20 en 20, reverenciaban a las arañas, hacían

sacrificios de prisioneros o de niños esclavos vírgenes, los Moxas, que compraban en los

Llanos, trataban con gran consideración, engordaban y luego sacrificaban, mientras no

hubieran perdido la virginidad. Sacrificaban también loros y papagayos, aves que

enseñaban a hablar para luego inmolar, porque consideraban que por el habla, algo

tendrían de humanas.

Oviedo cuenta como distribuían su tiempo: "Dividen los meses o lunas en tres partes y los

diez días primeros, casi la mayor parte del día y toda la noche, comen una hierba que se dice hayo

(coca) (…) y en este tiempo no comunican a sus mujeres y duermen en diversos

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