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Equipo Envío


Enviado por   •  6 de Febrero de 2013  •  Exámen  •  4.526 Palabras (19 Páginas)  •  312 Visitas

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Equipo Envío

¿A dónde van los movimientos étnicos en Centroamérica? ¿Cuál es su futuro, su capacidad de influjo en la sociedad civil y de incidencia en los Estados? ¿Terminarán la etnias centroamericanas diluyéndose en la población no autóctona de nuestros países, asimilándose en un mestizaje cultural, asumiendo sólo la identidad nacional? ¿O llegarán a convertirse sus movimientos en génesis de un gobierno autónomo, dentro o fuera de los Estados nacionales, a un mismo nivel y dentro de una futura federación?

Al hablar de movimiento étnico entendemos dos realidades. Una incluye el cambio cultural que se va produciendo entre los grupos étnicos. Otra es la existencia consciente, explícita y organizada de un "para qué" hacia el cual tienden los grupos étnicos o las nacionalidades con una identidad simbólicamente unida a acontecimientos del pasado, sufridos o gozados por la población autóctona de la que son descendientes. La diferencia entre etnia y nacionalidad se suele marcar por la ausencia o presencia de clases sociales. De partida, hay que tener en cuenta que no todos los miembros de las etnias en Centroamérica son pobres.

Las etnias -o nacionalidades- centroamericanas son un conjunto abigarrado de poblaciones que en la mayoría de los países de Centroamérica representan una minoría por debajo del 10% y a veces del 5% del total de la población, pero que por habitar en lugares donde existen valiosos recursos naturales -minas de cobre en la comarca guaymí o ngobe en Panamá- o en zonas políticamente estratégicas -los mískitos en el Caribe de Nicaragua- han desempeñado un papel importante o podrían desempeñarlo en el futuro. En Guatemala, a pesar de que los censos parecen subenumerarlos, los indígenas mayas son la mayoría de la población y han desempeñado en el pasado un papel muy importante para la economía nacional como mano de obra de la agricultura de exportación, y más recientemente jugaron un papel clave en el intento de revolucionar las estructuras del país, lo que quedó plasmado en el Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas firmado el 31 de marzo de 1995.

Los criterios que usaremos para tipificar las etnias y los movimientos étnicos centroamericanos son varios: la proporción numérica en el total de la población del país, la existencia y claridad de señales diacríticas -especialmente la lengua-, la territorialidad, la existencia de recursos en su zona -minas, petróleo, belleza ecológica, folclor, ruinas arqueológicas, caudal de ríos-, la importancia de su población como mano de obra, la fuerza socioeconómica del grupo, la existencia de clases sociales, el grado de elaboración de la memoria histórica, las capas de la nueva inteligentsia, los niveles de organización como etnia y como movimiento étnico -o pluriétnico-, la capacidad de incidencia en el Estado, la presencia en varios países durante siglos, la migración reciente a las ciudades y la migración internacional, especialmente a Estados Unidos. Todos estos factores confluyen en dar mayor o menor poder al grupo étnico y a su movimiento. Daremos algunos ejemplos de grupos étnicos centroaméricanos, ordenándolos del menor al mayor poder del que gozan, y consciente de las ausencias.

Los jicaques o tolupanes de Honduras.

Están ubicados en el centro montañoso de los departamentos de Yoro y Francisco Morazán, y según un cálculo grueso, podemos afirmar que no superan las 15 mil personas. Aunque sus comunidades ocupan un área bastante definida, no están todas territorialmente contiguas y están muy penetradas por población ladina, que se va mezclando por matrimonios. La identidad jicaque se cimenta en la posesión de las tierras de la tribu. Sus señales diacríticas son muy poco claras y, salvo una comunidad, todas han perdido su lengua. Es un pueblo sumido en gran pobreza y miseria.

Su riqueza son los bosques de pino, pero el negocio de la madera es fuente de corrupción. Las familias no reciben remesas del exterior. Por sí solos, tienen muy poca capacidad de incidencia frente al Estado, limitándose esta incidencia a la imagen que otros logren hacer con su hambruna y sus miserias. Carecen de grupos de "inteligentsia" que rescaten su memoria histórica. No tienen redes ni comunidades en las ciudades principales.

Los jicaques tienen un nivel de organización supracomunal departamental, la Federación de Tribus Xicaques de Yoro (FETRIXY), no libre de la burocracia y corrupción, que incide proactivamente ante el Estado cuando se une a la organización que representa a todas la etnias indígenas a nivel nacional, la Confederación de Pueblos Autóctonos de Honduras (CONPAH), con personería jurídica desde 1994. Algunos de los líderes del movimiento panétnico hondureño han carecido de una conciencia cultural indígena y se han centrado en mover a los pueblos indígenas a marchas hacia la capital y a huelgas de hambre que reivindican fundamentalmente tierra. Su apoyo lo han hallado en el Convenio 169 de la OIT, del año 1989, un instrumento legal aprobado por el gobierno de Honduras en un momento en que las leyes neoliberales estancaron la reforma agraria. De alguna manera, este Convenio ha ayudado a fortalecer algo la lucha por la tierra de las tribus jicaques, invadida por ganaderos a pesar de que los indígenas conservan sus títulos.

En 1992, en torno a los festejos de los 500 años del Descubrimiento de América y en 1993, declarado por la ONU Año de los Pueblos Indígenas, el movimiento indígena nacional fue apoyado por la cooperación internacional. Las comunidades no tienen capacidad económica para mantener una organización que sostenga al movimiento, ni para realizar acciones de protesta nacionales, como las marchas, a pesar de la austeridad y aguante de la gente que ha participado en ellas. En comparación con otras etnias, como los lencas, los tolupanes han participado poco en estas acciones.

¿Cuáles serían los factores determinantes para el desarrollo futuro de la identidad de los tolupanes? Uno, un desarrollo social y económico que les permita, al menos, salir de la miseria. Otro, la formación de capas de personas, a las que pomposamente llamamos inteligentsia, que rescaten y devuelvan al pueblo la memoria histórica de las terribles opresiones que han sufrido desde la Conquista y que les den orgullo por el estado de libertad seminómada en el que vivían antes de la llegada de los españoles, ya que es un pueblo que no puede basar su memoria en pirámides, como sucede con los chortíes de Copán. Paralelamente, deben ir surgiendo de las otras etnias líderes culturalmente conscientes. Resulta difícil pensar en la recuperación de su lengua, y no puede descartarse que

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