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Eric Hosbawmn


Enviado por   •  5 de Mayo de 2014  •  3.310 Palabras (14 Páginas)  •  286 Visitas

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ERIC HOBSBAWM. LA ERA DEL IMPERIO 1875-1914. CAP.III “LA ERA DEL IMPERIO”

El periodo transcurrido entre 1875 y 1914 fue el periodo de la historia moderna en que hubo mayor numero de gobernantes que se auto titulaban oficialmente “emperadores” o que eran considerados por los diplomáticos occidentales como merecedores de ese título.

A finales del decenio de 1890 comenzaron a analizar lo que, sin duda alguna, parecía ser una nueva fase en el modelo general del desarrollo nacional e internacional, totalmente distinta de la fase liberal de mediados de la centuria, dominada por el librecambio y la libre competencia, consideraron que la creación de imperios coloniales era simplemente uno de sus aspectos. Para los observadores ortodoxos se abría, en temimos generales, una nueva era de expansión nacional en la que era imposible separar con claridad los elementos políti¬cos y económicos y en la que el estado desempeñaba un papel cada vez más activo y fundamental tanto en los asuntos domésticos como en el exterior.

«Imperialismo», división del mundo entre las Gran¬des potencias» los emperadores y los imperios eran instituciones antiguas. El término se incorporo a la política británica a partir de 16870 y a finales de ese decenio era considerado todavía como un neologismo.

La mayor parte de los debates se han centrado no en lo que sucedió en el mundo entre 1875 y 1914, sino en el marxismo, un tema que levanta fuertes pasiones. Ciertamente, el análisis del imperialismo, realizado por Lenin se convertiría en un elemento central del marxismo revolucionario de los movimientos comunistas a partir de 1917 y también en los movimientos revolucionarios del “tercer mundo”.

El imperialismo es una actividad que habitualmente se desaprueba, y que, por tanto, ha sido siempre practicada por otros.

Imperialismo tenía sus raíces económicas en una nueva fase especí¬fica de! capitalismo, que, entre otras cosas, conducía a «la división territorial del mundo entre las grandes potencias capitalistas»

Los análisis no mar¬xistas del imperialismo establecían conclusiones opuestas a las de los marxistas y de esta forma han añadido confusión al tema. Negaban la conexión específica entre el imperialismo de finales del siglo XIX y del siglo XX con el capitalismo en general y con la fase concreta del capitalismo que, como he¬mos visto, pareció surgir a finales del siglo XIX. Negaban que el imperialismo tuviera raíces económicas importantes que beneficiará económicamente a los países imperialistas y, asimismo, que la explotación de las zonas atrasadas fuera fundamental para el capitalismo y que hubiera tenido efectos negativos. Sobre las economías coloniales.

Se concentraban en los aspectos psi¬cológicos," ideológicos, culturales y políticos, aunque por lo general evitando cuidadosamente el terreno resbaladizo de la política interna.

En la década de 1890, la división del globo tenía una dimensión económica.

Impulsos políticos, empecínales, ideológicos, patrióticos e inclu¬so raciales están claramente asociados con la expansión imperialista. Se puede establecer una conexión económica entre las tendencias del desarrollo económico en el núcleo capitalista del planeta en ese período y su expansión a la periferia.

El acontecimiento más importante en el siglo XIX es la creación de una economía global, que penetró de forma progresiva en los rincones más remotos del mundo, con un tejido cada vez mas denso de transacciones económicas, comunicaciones y movimiento de productos, dinero y seres humanos que vinculaba a los países desarrollados entre sí y con el mundo subdesarrollado. Esta globalización de la economía no era nueva, aunque se había acelerado notablemente en los decenios centrales dé la centuria y Continuó incrementándose entre 1875 y 1914.

Posibilitó que incluso las zo¬nas más atrasadas y hasta entonces marginales se incorporaran a la economía mundial y los núcleos tradicionales de riqueza y desarrollo experimentaron un nuevo interés por esas zonas remotas. Por cierto accesibles, muchas de esas regiones parecían a primera vista simples exten¬siones potenciales del mundo desarrollado, que estaban siendo ya colonizadas y desarrolladas por hombres y mujeres de origen europeo, que expulsaban o hacían retroceder a los habitantes nativos, creando ciudades y, sin duda, a su debido tiempo, la civilización industrial

La civilización necesitaba ahora el elemento exótico, el desarrollo tecnológico dependía de materias primas que por razones climáticas o por los azares dé la geología se encontraban exclusiva o muy abundantemente en lugares remotos.

Las minas fueron los grandes pioneros que abrieron el mundo al imperialismo, y fueron extraordinariamente eficaces porque sus beneficios eran lo bastante importantes como para justificar tam¬bién la construcción de ramales de ferrocarril.

el creci¬miento del consumo de masas en los países metropolitanos significó la rápida expansión, del mercado de productos alimenticios.

Las plantaciones, explotaciones y granjas eran el segundo pilar de las economías imperiales. Los comerciantes y financieros metropolitanos eran el tercero.

Estos acontecimientos no cambiaron la forma y las características de los países industrializados o en proceso de industrialización, aunque crearon nuevas ramas de grandes negocios cuyos destinos corrían paralelos a los de zonas determinadas del planeta, caso de las compañías petrolíferas. Pero transformaron el resto del mundo, en la medida en que lo convirtieron en un complejo de territorios coloniales y semi-coloniales que progresivamente se convirtieron en productores especializados de uno o dos productos básicos para exportarlos al mercado mundial.

En Australia, Nueva Zelanda, Argentina o Uruguay se formaron partidos, e incluso gobiernos, obreros y radical-democráticos y ambiciosos sistemas de, bienestar y segundad social mucho antes que en Europa, pero estos países eran complementos de la economía mundial Europea y por tanto no les convenía sufrir un proceso de industrialización.

Los territorios dependientes que no pertenecían a lo que se ha llamado «capitalismo colonizador»" (blanco) no tuvieron tanto éxito. Su interés eco¬nómico residía en la combinación de recursos con una mano de obra que por estar formada por «nativos» tenía un coste muy bajo y era barata. No obstante, en tanto que la primera guerra mundial perturbó algunos de sus mercados, los productores dependientes quedaron al margen de ella, la era imperialista que comenzó a finales del siglo XIX, se prolongo hasta la gran crisis de 1929-1933.

Sin embargo,

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