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Estado Y Subersion


Enviado por   •  6 de Febrero de 2012  •  1.826 Palabras (8 Páginas)  •  510 Visitas

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Análisis capitulo uno,dos, tres y cuatro del libro estado y subversión del profesor carlos miguel Ortiz sarmiento

Estado y subversión en Colombia se destaca en el conjunto de trabajos sobre la violencia en marcos regionales. A la afortunada clasificación de las modalidades regionales.

En la primera parte, el autor analiza el proceso de configuración política de la población del Quindío. Los colonos que llegaron a finales del siglo XIX traían consigo sus lealtades partidistas. Estas eran particularmente fuertes, porque se vinculaban en no pocos casos a las experiencias compartidas en las guerras civiles. En la hoja de vida de Carlos Barrera Uribe, jefe político de Armenia hasta los años cuarenta, se destacaban sus méritos militares.

Ortiz Sarmiento describe a los grupos sociales en los escenarios primarios: el municipio y la vereda. Señala la notable significación del trabajo colectivo y la fuerza de organizaciones que se daba la comunidad, como eran las juntas de pobladores que precedieron a los concejos. De ese panorama social van emergiendo actores sociales y políticos. En el nivel más básico, y ante la débil presencia del Estado, se destaca el hombre cívico de la vereda, quien cumple una doble función: la organización del trabajo colectivo y la mediación entre la comunidad y las instituciones municipales e incluso de más alto nivel.

A las mismas funciones, sólo que en diferente escala, aparece asociado el jefe político del municipio o gamonal del pueblo, salido de un sector en el cual se encuentran propietarios de muchas fincas y casas, compradores de café, proveedores de mercancías, contratistas del municipio. El poder del gamonal se derivaba de la posibilidad tanto de asignar cargos públicos corno de ofrecer trabajo privado. El gamonal respondía a su modo a necesidades de veredas y barrios y mantenía su función de representante de la comunidad ante el Estado. Al respecto, Ortiz señala la paradoja consistente en que, si bien formalmente la burocracia expresaba al Estado, las instancias estaban sujetas a las circunstancias de liderazgo político local (pág. 53). En las elecciones el gamonal recibe su legitimación. A cambio de sus servicios obtiene votos. Los electores van a las urnas guiados por dos tipos de motivaciones: las ideológicas y las pragmáticas, que son diversas, como diversos son los grupos sociales en que se originan.

En las elecciones no sólo el cacique o gamonal recibe su confirmación. En ellas se legitima el conjunto del sistema político. Ortiz Sarmiento trata de identificar las zonas comunes y la articulación entre el Estado convencional, la oligarquía y el gamonal. El objetivo es loable y la argumentación resulta convincente, cuando se trata del nivel regional. Sin embargo, el análisis se torna confuso cuando se extiende al plano nacional.

Para el Quindío, el autor esclarece los vínculos entre el poder económico, el gamonal y personal político.

Particularmente los exportadores quindianos formaron parte del personal político de Armenia. Anota el autor que, a diferencia de los gamonales, los hombres de negocios en el papel de políticos mostraban una notable tolerancia. ¿Cuál es ese personal político? Es el integrado por los miembros de los cuerpos colegiados y de los directorios políticos, y lo forman profesionales, generalmente abogados, lo mismo que periodistas.

La función del politico tradicional es la de convertir en actos institucionales las decisiones e influencias del gamonal. El coronel Barrera y el abogado representante a la Cámara José de la Pava plasmaron, hasta mediados de los años cuarenta, un buen ejemplo de la llave gamonalpersonal político.

La segunda parte del libro, que cubre el periodo 1945-1949, está dedicada al análisis de la transición hacia la violencia. Las características del gaitanismo en lo nacional, y particularmente su desenvolvimiento y efectos en el Quindío, constituyen el eje del análisis.

Con sus innovaciones en la forma de movilización política, sus novedades en la agitación contra la oligarquía y su caudillismo, el gaitanismo contribuyó a la promoción de un personal político hasta cierto punto nuevo, que Ortiz llama “los promotores del gaitanismo”, secundados por mandos medios locales de extracción liberal, entre los cuales ciertos disidentes respecto a los caciques de siempre, o jóvenes políticos profesionales en ascenso (pág. 92). A la postre, y particularmente con la unificación del liberalismo, los caciques y gamonales quedaron incorporados en masa al gaitanismo.

El autor subraya las excelentes condiciones económicas que presentaba la región del Quindío en el período inmediatamente anterior a la violencia. Armenia ocupa el segundo lugar después de Medellín, por la producción cafetera. Esto condujo al auge en otros sectores de la economía, como el comercio y la construcción, y estimuló un proceso de organización de sindicatos de patronos que buscaban la eliminación de aquellos obstáculos que pudieran interferir los altos ritmos de acumulación de capital.

Al mismo tiempo creció la participación electoral, como lo evidenciaron las elecciones de 1946. El conservatismo en Armenia capitalizó más notoriamente la participación electoral. En la misma ciudad, el gaitanismo pasó a ocupar la posición hegemónica en el liberalismo, con el 64,5% de la votación por ese partido. Ortiz anota cómo, al lado de algunas motivaciones pragmáticas, los conservadores se veían estimulados por la retórica sobre el enfrentamiento entre el bien y el mal y la defensa de la Iglesia. Al compás de ese discurso, se fortalecían los nexos caciquiles entre los gamonales y las masas del partido.

La noticia del asesinato de Gaitán produjo en el Quindío, como en general en el país, conmociones y revueltas. Ortiz anota que a la cabeza de ellas se pusieron jóvenes profesionales y políticos de estratos

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