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Experimento la prisión


Enviado por   •  1 de Noviembre de 2021  •  Informes  •  2.116 Palabras (9 Páginas)  •  78 Visitas

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                                                     EXPERIMIENTO LA PRISION

Los experimentos comienzan tres meses después de que Adolf Eichmann teniente coronel de las SS nazis y uno de los responsables directos de la solución final fuera juzgado y sentenciado a muerte por crímenes contra la humanidad. Se trataba de encontrar una explicación ante la barbarie nazi, porque no se podía entender cómo se llevaron a cabo semejantes actos amparándose en la obediencia debida al superior.

Escogieron a 40 sujetos de entre los que respondieron al anuncio y les explicaron que participarían en un experimento sobre la memoria y el aprendizaje. A través de un sorteo amañado, se le asignaba el rol de maestro a los voluntarios y el de aprendiz al actor, aliado de los investigadores. El participante podía ver cómo el experimentador situaba al aprendiz en una sala contigua, en una silla y le colocaba unos electrodos. A partir de ahí podrían escucharse, pero no verse. Se les explicaba que el experimento se basaría en estudiar el aprendizaje bajo castigo y presión, que habría de leerle una serie de palabras a través de un interfono, que el aprendiz debía memorizar y si no lo hacía, debía suministrarle una descarga.

Pero el experimento de Milgram no era sobre el aprendizaje bajo presión, como habían comunicado a los participantes, sino que pretendía responder a una pregunta: ¿Cuánto tiempo puede una persona seguir provocando descargas a otra si se le dice que lo haga, aun cuando piensa que le puede estar causando heridas graves?. El resultado fue absolutamente inesperado.

Evidentemente el aprendiz no recibía descargas, pero este dato no lo conocía el maestro, que al aplicarlas escuchaba un audio grabado previamente en el que el actor iba quejándose cada vez más, puesto que a medida que fallaba, las descargas iban incrementando su intensidad en 15 voltios.

El maestro empieza a escuchar sus quejas a partir de los 75 voltios. Cuando duda en aplicar la descarga el experimentador le va empujando a continuar. A los 120 voltios el alumno grita quejándose de que las descargas son dolorosas. A los 135 se escuchan alaridos de dolor. A los 150 dice que se niega a continuar. A los 180 grita diciendo que no puede soportarlo. A los 270 su grito es de agonía, dice que tiene problemas cardíacos, y a partir de los 300 voltios comienzan los estertores, ya no responde a las preguntas y finalmente no se le escucha.

Cuando el maestro hacía amago de no querer continuar, el experimentador, que estaba a su lado, le conminaba a seguir con las siguientes frases: «Continúe, por favor», «Siga, por favor», «El experimento necesita que usted siga», «Es absolutamente esencial que continúe «, «No tiene otra opción, debe continuar» e incluso, cuando los maestros le preguntaban que quien iba a ser el responsable de lo que estaba sucediendo, el experimentador se hacía cargo diciendo que él era el responsable.

Pues bien, los 40 sujetos obedecieron hasta los 300 voltios y el 62% de los sujetos siguieron proporcionando descargas hasta llegar al nivel máximo de 450 voltios, a pesar de que a partir de los 300 el sujeto ya no respondía a la descarga, sugiriendo que había perdido la capacidad para hacerlo y no daba señales de vida.

Antes de llevar a cabo el experimento, los científicos auguraban que sólo entre el 1 y el 3% de los sujetos del experimento presentarían una conducta suficientemente sádica como para continuarían con el experimento hasta los 450 voltios. ¿Eran todos los participantes sádicos? Por su conducta hemos de responder que no, puesto que a lo largo del experimento se iban preocupando cada vez más, se asustaban por el modo en que estaba derivando la situación, algunos querían abandonar el experimento, mostraban un alto nivel de estrés y ansiedad y se aliviaban cuando se les contaba al final que en realidad no habían hecho daño a nadie. ¿Pero entonces, qué es lo que justificaba semejante comportamiento en personas normales? En palabras de Milgram, “la extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio”.

Intervenían, además de la obediencia debida, otros factores, como el de la autoridad legítima, el traslado de responsabilidad hacia el superior, el mecanismo psicológico de que el aprendiz lo merecía (del todo preocupante, pero fue lo que respondieron algunos sujetos del experimento al terminar). Aunque el experimento de Milgram fuera también muy criticado por la falta de ética en la investigación psicológica debido al engaño a los participantes y a colocarlos en semejante situación y de ahí surgiera la necesidad de introducir el consentimiento informado, lo cierto es que nos mostró cómo y porqué personas normales, colocadas en situaciones de presión psicológica, bajo las ordenes de una autoridad que aceptamos como legítima podemos llegar a actuar de forma tan cruel. Y de aquí surge una interesante pregunta: ¿Qué crees que harías tú?.

El experimento de “la cárcel de Stanford”

Lo que Zimbardo diseñó fue una prueba que le permitiera observar de qué manera personas que no habían tenido relación con el entorno carcelario se adaptaban a una situación de extrema vulnerabilidad frente a otros. Para eso puso un aviso en los diarios donde ofrecía 15 dólares diarios a estudiantes jóvenes, de clase media, por participar en la experiencia.

Se presentaron 72 voluntarios, de los cuales, luego de una serie de entrevistas, quedaron seleccionados 24, a quienes se sometió a una batería de test psicológicos. De acuerdo con los resultados de esas pruebas, se los dividió en dos grupos de doce: los integrantes de uno de ellos cumplirían el papel de guardiacárceles, en tanto que los otros doce serían prisioneros, que debería permanecer recluidos durante todo el experimento, inicialmente programado para 15 días. Se les dijo que la selección había sido por sorteo, lo cual era falso.

La experiencia si bien pasó a la historia como “El experimento de la cárcel de Stanford” no se desarrolló en ninguna prisión, sino en los sótanos de la propia universidad, que fueron acondicionados como si fueran una verdadera institución carcelaria, con celdas para tres personas.

Detención y encarcelamiento

Para la primera etapa de experimento, Zimbardo tuvo la colaboración de la policía de Palo alto. Agentes verdaderos fueron a la casa de los seleccionados como reclusos, los detuvieron, los esposaron, los encapucharon para que no supieran a dónde los llevaban.

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