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Fragilidad de las democracias.


Enviado por   •  21 de Octubre de 2016  •  Documentos de Investigación  •  809 Palabras (4 Páginas)  •  106 Visitas

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LA FRAGILIDAD DE LAS DEMOCRACIAS:

 Tanto las clases subalternas, trabajadores, campesinos, las clases medias urbanas, como las clases propietarias no siempre hicieron y/o hacen de la democracia un horizonte político deseable, una conquista lograr. A su turno, las experiencias con mayor acción transformadora las populistas del cardenismo mexicano, el varguismo brasileño y el peronismo argentino, y las revolucionarias de México, Bolivia  y Cuba  fueron mucho más efectivas en integrar las clases subalternas a la nación y a derechos de ciudadanía, sobre todo social, que en generar experiencias democráticas perdurables, en tanto espacio para dirimir y procesar disensos. Es un proceso cargado de buena dosis de ambigüedad. Así como se constatan intentos  por construir regímenes políticos plenamente democráticos aunque sin contenido social, una demanda clave en una región azotada por la tremenda desigualdad y asolada por la pobreza, se observa también una fuerte tensión entre demanda de mayor ciudadanía a los ciudadanos, por parte de actores más genuinamente democráticos, y demanda de mayor poder represivo a los gobernantes, por parte de actores democráticos sólo por oportunismo o interés. El potencial innovador ofrecido por las asambleas vecinales de varias ciudades argentinas tras las movilizaciones y acciones del 19 y 20 de diciembre de 2001, luego agostadas, podrá o no recuperarse, pero han dejado sedimentos en favor de la democracia mucho más sólidos que en el pasado. Hay, no necesariamente condiciones de realización. El conservadurismo y el fuerte dejo mesiánico de la administración Bush hijo no alientan al optimismo. Fuera del proyecto ALCA, el interés actual de los Estados Unidos en América Latina es en términos estratégicos bajo, sobre todo después del 11 de setiembre de 2001, y se centra en escenarios puntuales: Venezuela, por la cuestión del petróleo; Colombia, por la militarización del conflicto político y el narcotráfico; Bolivia, por la radicalidad asignada a los grupos indígenas; Brasil y la Argentina, por su afán en Pro de la integración regional sudamericana. La tarea de repensar la democracia es urgente, incluyendo su articulación con el proceso de globalización económica, social, política, cultural e ideológica neoliberal. La articulación entre Estado  y grupos empresarios es una de las formas que adquiere ese proceso. Otra manifestación es la opción prioritaria del crecimiento económico por sobre la democracia, que privilegia la primacía del mercado en la definición de los mecanismos de crecimiento económico, mas no de desarrollo económico-social, postergando la extensión y profundización de los derechos democráticos. El problema es, el de la colisión entre intereses económicos y valores político-sociales democráticos. En sociedades con una historia de burguesías de rapiña, sin actores democráticos fuertes y con ciudadanos licuados, una política tal amenaza fuertemente el futuro inmediato de la democracia, aun cuando algunos procesos en curso pueden servir de punto de inflexión .El incremento de la pobreza ha ido acompañado de un también brutal aumento de la desigualdad en la distribución del ingreso. Las políticas neoliberales de los años noventa generaron una brutal fragmentación social, ruptura de los lazos de solidaridad, exacerbación de las desigualdades sociales e incremento de la represión. En rigor, un régimen de apartheid social, cuyas consecuencias y manifestaciones más visibles son la segregación socioeconómica y cultural de grandes mayorías demográficas. Este apartheid social opera en dos registros entrelazados: el de cada una de nuestras sociedades, consideradas en su dialéctica interna, y el del mundo globalizado. En uno y otro, las distancias entre hombres y mujeres ubicados en diferentes planos de la pirámide social se han tornado crecientemente mayores. El impacto es de tal magnitud que la lógica misma del régimen se orienta de no mediar una acción correctora del resto de Estado que queda hacia una aún mayor desigualdad social. La población con una ingesta inferior a los requerimientos mínimos es relativamente elevada: 55 millones de latinoamericanos y caribeños padecen algún grado de subnutrición. La desnutrición, es la consecuencia más extrema del hambre, con un corolario también terrible, el de comprometer decisivamente el rendimiento escolar y la capacidad productiva de los afectados, incidiendo negativamente en el potencial de desarrollo de la sociedad. Otro tanto ocurre con la profundización de la desigualdad. Al comenzar el nuevo siglo, el 10 % de los hogares de mayores recursos se apropiaba de la porción más significativa de los ingresos y, por cierto, de la riqueza. América Latina es hoy la región más desigual del mundo. No es necesaria demasiada perspicacia para advertir que esta cuestión nos lleva a la de la relación entre democracia y exclusión o, en expresión clásica, entre democracia y capitalismo. La democracia política en su forma hoy dominante, la liberal representativa está lejos de estar consolidada en América Latina. Las realmente existentes son democracias políticas relativamente estables, no consolidadas ni, mucho menos, irreversibles. Están aún más cerca de la precariedad que de la fortaleza. Son, en rigor, democracias de pobres y democracias pobres, con un futuro de pobres democracias.

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