Frente Nacional
dherrerap9320 de Noviembre de 2014
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"El Frente Nacional Una reflexión
histórica de su legitimidad política"
Alvaro Acevedo Tarazona
Salomón Castaño Alvarez
Revista de Ciencias Humanas – UTP, 2001.
El período del Frente Nacional (FN), posterior a la dictadura de Rojas (1953-1957),
ha marcado la vida política del país hasta la actualidad por su desafortunada
fórmula «salvadora de paz» y de alternancia del poder entre los dos partidos
históricos (liberal y conservador) durante diez y seis años (1958-1974), pero,
principalmente, por sus actuaciones de exclusión y represión política a terceros
partidos, movimientos y protestas sociales, organizaciones y agremiaciones de
base. El análisis de este fenómeno político, no exclusivo de Colombia y
denominado, en este caso, consociacionalismo para señalar la transición que se
hizo de la dictadura a la democracia limitada y restringida del FN, se constituye hoy
en un tema de actualidad, a propósito de los principales actores de la guerra:
militares, grupos al margen de la ley y sociedad civil. Más ahora, cuando de nuevo
se reviven debates que se creían resueltos o, al menos, discutidos y esclarecidos
sobre las facultades de los militares en el Estado colombiano, así como sobre su
papel en la preservación de la legitimidad política del país.
El pacto bipartidista del Frente Nacional no ha sido un fenómeno único en la historia
reciente de Colombia: Uruguay y Venezuela en las décadas del 50 y 60, y luego
Chile y Argentina en los 80 vivieron algo semejante durante la transición a sus
democracias. Jonathan Hartlyn, en su libro La política del Régimen de coalición: La
experiencia del Frente Nacional en Colombia, ha denominado a este
proceso consociacionalismo para explicar un fenómeno político por el cual las clases
dirigentes tradicionales forman amplias coaliciones en momentos de transición
hacia un gobierno democrático(1).
Y aunque dicho fenómeno no es el mismo en cada país por la naturaleza política del
régimen existente antes de la transición hacia la democracia (un gobierno militar,
un orden colonial, una ocupación extranjera o algún otro contexto político), para
Jonathan Hartlyn, en Colombia, y comúnmente en otros casos latinoamericanos, la
literatura consociacionalista se aplica en el contexto de una transición democrática
luego de un régimen militar. En contraste, los casos europeos han involucrado la
transición y el consociacionalismo en regímenes ya existentes (como en Holanda) o
en nuevos establecidos después de una ocupación extranjera (como en Austria)(2).
En el caso colombiano, sin embargo, habría que preguntarse ¿hasta qué punto la
coalición bipartidista del FN dio vía libre hacia una transición política democrática,
cuando hay una importante producción literaria sobre este tema que persiste en
considerar que una verdadera transición política ocurre cuando un régimen anterior
deja de existir para dar paso a otro distinto? Ahora bien, si se asumiera la acepción
literal de este término, tal como ha quedado indicado, no cabe duda que en
Colombia el final de la dictadura y el pacto bipartidista del Frente Nacional no se
constituyó en un transparente proceso de transición política, pues el nuevo régimen
nacionalista no era la expresión de un estado socio - político en el cual el anterior
dejaba de existir plenamente, pese a que alrededor de la dictadura se movilizaron
fuerzas sociales y políticas en busca de una transformación del régimen anterior(3).
El pacto consociacionalista del Frente Nacional (FN) en Colombia fue un acuerdo
realizado en España por Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez para hacerle
frente al dictador Gustavo Rojas Pinilla; un año antes Alfonso López Pumarejo ya
había hecho este llamado para cumplir con dicho propósito. Este acuerdo, que
pactó la alternancia del poder durante dieciséis años (1958-1974), a la postre
implicaría la puesta en ejecución de toda clase de experimentos "sociales" con el
propósito de relegitimar el nuevo sistema político, al igual que sus propios "jefes
naturales"(4). Pero logró el efecto contrario. Las medidas religitimatorias eran tan
evidentes y forzadas que no hizo sino desvirtuar aun más el dominio tradicional que
los representantes de los dos partidos se habían forjado durante décadas.
La dirección del «cambio social» fue canalizada casi por los mismos actores del
liberalismo y del conservatismo que cuatro años atrás habían apoyado el golpe
militar. Lo que en realidad ocurrió entre la caída de Rojas y la instauración del
Frente Nacional fue el tránsito hacia un régimen democrático limitado y restringido,
suscitado por el temor de las elites de los dos partidos a ser excluidas del poder por
el gobierno militar, la violencia en el campo y el estancamiento económico. Esta es
la razón por la cual para Marco Palacios el FN fomentó "una pedagogía del
compromiso entre dos partidos cada vez más parecidos". Pero no consiguió
cimentar una cultura política democrática y desaprovechó la oportunidad de
emprender reformas sociales básicas. Desarrolló una actitud intolerante frente a la
oposición -es la historia de la persecución, represión y cooptación del Movimiento
Revolucionario Liberal y la Alianza Nacional Popular entre 1960 y 1972 - y relegó a
un segundo plano los elementos desencadenantes del conflicto político, como la
cuestión agraria; en cuanto tuvo que responder a éstos, abusó del estado de
sitio»(5). De manera que la sociedad civil (aquellos individuos que actuaron movidos
por el interés privado o colectivo para defender intereses comunes) no tuvo un
escenario apropiado para la libre participación política, pese a que siempre estuvo
buscando alternativas de solución y respuestas a la restringida democracia de este
período.
Se sabe que hubo un gran número de protestas sociales de todo orden que incluían
desde las campesinas hasta las gremiales, pasando por las estudiantiles, obreras,
sindicales, indígenas o de mujeres(6). También surgieron organizaciones civiles y
políticas como la ANUC y las JAC (ambas creadas oficialmente bajo el gobierno de
Lleras Restrepo), así como el MRL, la ANAPO, la UNO, el MOIR y otras que quisieron
probar la "democracia" colombiana abriéndose paso a codazos entre la inercia
bipartidista. Así mismo, desde la Iglesia hubo un fuerte y semiclandestino sector
disidente que se comprometió con un evangelismo practicante inspirado en la
encíclica Populorum Progresio (sobre el desarrollo de los pueblos), enunciada por el
Papa Paulo VI en 1967 y conocida en la segunda Asamblea General del CELAM,
realizada en Medellín en 1968. Este sector, denominado Golconda, al igual que las
Comunidades Eclesiásticas de Base, en su momento, se convirtieron en una
alternativa de acción comunitaria para la población marginal del país.
Por otra parte, la imagen heroica del Che Guevara y poco después la del padre
Camilo Torres Restrepo inspiraría a los grupos guerrilleros colombianos en su
abierta oposición al pacto bipartidista del FN. En el año de 1962, un grupo de
aproximadamente sesenta jóvenes colombianos viajaron a Cuba, de los cuales once
insistieron en que se les adiestrara en las tácticas y técnicas de la lucha guerrillera.
Al finalizar el curso, los siete que cumplieron con las exigencias regresaron al país:
Víctor Medina Morón, Fabio Vásquez Castaño, Heriberto Espitía, Ricardo Lara
Parada, Luis Rovira, Mario Hernández y José Merchán. Precisamente estos serían
los organizadores de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). No es por
ello extraño que casi desde el mismo momento de la revolución cubana, los
planteamientos de ésta y la disputa chino - soviética calase en individuos como los
hermanos Vásquez Castaño, Camilo Torres y líderes estudiantiles destacados en la
Universidad Industrial de Santander como Jaime Arenas Reyes, quienes vieron en
las teorías del foquismo y el voluntarismo la forma de crear una conciencia social
para impulsar la lucha popular y organizar núcleos en las ciudades y campos como
el principal camino para la toma del poder.
Es cierto que en un comienzo el plebiscito contó con el respaldo de amplias
mayorías para apoyar el Frente Nacional (95.2% a su favor(7), pero durante el
desenvolvimiento de los cuatro gobiernos de éste el abstencionismo estuvo por
encima del 50%. Y si también es cierto que con este mecanismo se redujo la
violencia partidista, no menos cierto es que dio origen a otras formas de violencia al
mismo tiempo que los dos partidos se tornaban más homogéneos y se desvanecía
el ya frágil "carisma tradicional" de sus representantes. 1964 podría considerarse
como el año en el cual nació el ELN, en la vereda La Fortuna del municipio de San
Vicente de Chucurí, departamento de Santander; un año después se daría a
conocer en la famosa «toma de Simacota»,
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