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Historia De La Marca Hispanica


Enviado por   •  19 de Mayo de 2014  •  2.297 Palabras (10 Páginas)  •  254 Visitas

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HISTORIA DE LA MARCA HISPÁNICA

La expansión militar de Carlomagno se logró batallando con los países que hacían frontera con su reino. Luchó con los sajones (y las numerosas revueltas a las que tuvo que hacer frente) hasta absorber su reino, también con los musulmanes en el sur de Francia, los lombardos en su conquista de Italia y conquistando el reino de los ávaros, en lo que hoy sería Austria y Hungría.

Lo que bien es cierto que en sus campañas sobre lombardos, sajones o ávaros, Carlomagno no estaba tranquilo respecto al flanco sur de su imperio; la presencia de los vecinos musulmanes lo inquietaba demasiado.

No obstante tenía unas fronteras naturales que les separaba a los francos de los musulmanes, los montes Pirineos. Esta barrera natural separaba Hispania de la Galia. Pero, esta no era una barrera fortificada o guarnecida y de hecho, hacía muchos años, los musulmanes ya la habían traspasado para horror del pueblo franco.

En el año 711 los musulmanes conquistaron el reino visigodo ocupando toda la península Ibérica, pero con el pretexto de que algunos territorios visigodos (concretamente la provincia de Septimania) estaban en el Sureste de Francia, penetraron por los Pirineos para ocupar estos territorios.

En el año 720 con suma facilidad, Septimania fue ocupada, pero como los musulmanes no habían tenido por entonces rival y con el objeto de acrecentar sus territorios para mayor gloria del imperio musulmán, penetraron en el reino franco por el sur. Los musulmanes hallaron aquí lo que no habían encontrado en la península Ibérica, un pueblo resuelto y un líder de talla, tal líder se llamaba Carlos Martel el cual en el año 732 derrotó decisivamente a los musulmanes en la batalla de Poitiers.

Si bien con esta batalla se detuvo la expansión musulmana, se tardarían unos cuantos años en que los musulmanes abandonaran el Sureste de Francia y traspasaran los Pirineos. Sin embargo la cercanía de los musulmanes tan cerca del imperio de Carlomagno inquietaba a su soberano, por lo que decidió ampliar sus fronteras al otro lado de los Pirineos para evitar futuras invasiones sorpresivas.

Carlomagno necesitaba un pretexto para intervenir, ya que no quería penetrar así por así en Hispania; pronto encontró una buena escusa para ello. Un hombre del reino musulmán de Hispania llamado Sulayman ben al-Arabí, que ostentaba el cargo de “valí” de Barcelona, en el “Califato” del reino de Córdoba, le hizo una propuesta tentadora.

Era el año 777 y este gobernante ambicioso envió una embajada a Carlomagno, a Paderborn, ofreciéndole su sumisión, junto a la de Husayn de Zaragoza y Abu Taur de Huesca; con esto Carlomagno veía que podía establecer con profundidad las fronteras de su reino al otro lado los Pirineos.

Posiblemente el río Ebro, podía ser establecido como frontera natural del imperio Carolingio; éste bien guarnecido y vigilado, podía ser la solución al problema musulmán del sur de su imperio franco.

Carlomagno preparó una expedición con un fuerte ejército encabezado por él y penetró por los Pirineos por el valle del Roncal, en el Suroeste de Francia, tras pasar por Pamplona, llegó hasta las puertas de la ciudad de Zaragoza en el año 778, la cual se encontró cerrada a cal y canto en sus poderosas murallas. Carlomagno entabló conversaciones con el “vali” de Zaragoza llamado Husayn, para resolver el porqué de aquel frío recibimiento, al parecer lo que Husayn pretendía, era una alianza contra el Califato de Córdoba, y en modo alguno someterse a Carlomagno.

Husayn no había prometido la sumisión ni nada parecido, por lo que alegaba que había sido malinterpretado, posiblemente una activación en las negociaciones podía haberse llegado a un acuerdo de alianza que beneficiara a ambos. Pero Carlomagno no estaba acostumbrado a un trato con medias tintas, él era un emperador y su persona se sintió burlada por su “aliado”, acusó a Husayn de haberlo engañado y rompió toda posible alianza futura entre ambos bandos.

Zaragoza fue sitiada, pero después de un mes, sin perspectivas de éxito y dado que no disponía de material de asedio, (no consideraba necesario llevarlo, ya que no había planeado sitiar a ciudad alguna) Carlomagno se retiró, tomando como rehenes a Sulayman y otros andalusíes notables de su bando. También ayudó a emprender la retirada la noticia de que los sajones se habían alzado en armas contra su autoridad, por lo que no podía Carlomagno dejar el gesto sin una pronta respuesta.

Al pasar por Pamplona arrasó la fortaleza, ya que durante la retirada, el ejército de Carlomagno había sido atacado por los vascones en la Navarra central. Por lo que como represalia, Carlomagno atacó y arrasó Pamplona.

Sin embargo al pasar por el angosto desfiladero de Roncesvalles, (el cual comunicaba con la entrada al sur del reino franco) la retaguardia del ejército de Carlomagno se vio súbitamente atacada por una nutrida hueste compuesta por vascones y por los fieles a Aysun y Matruh.

La batalla en sí misma no fue gran batalla, aunque sí muy intensa; desde los riscos y altas alturas, los vascos y los musulmanes estaban en una posición inmejorable para atacar a un adversario que no podía maniobrar convenientemente y desplegarse para efectuar una maniobra táctica, estaban los francos impotentes frente a una ataque sorpresivo y sin posibilidad de efectuar una respuesta adecuada.

Una lluvia de dardos y rocas despeñadas cayó sobre los francos de manera intermitente, imposibilitando una retirada ordenada; la gesta de la aniquilación de la retaguardia del ejército de Carlomagno, fue inmortalizada a través de un poema, “El cantar de Roldán”, el cual fue iniciador de lo que en un futuro serían los conocidos como los cantares de gestas caballerescas, muy populares en la Edad Media.

Carlomagno salió abatido de Hispania, no porque la batalla hubiera supuesto un descalabro abrumador a su causa, (efectivamente fue un buen golpe, pero nada desmedido) sino porque entre los muertos de su retaguardia estaba la flor y nata de la nobleza franca, por lo que fue un golpe terrible para la nobleza reinante la muerte de buena parte de sus titulares o descendientes.

Podía creerse que con el fin de la campaña Carlomagno decidiera abandonar una campaña en la que como se ve había corrido tantos peligros y había obtenido poco fruto. Pero ocurrió todo lo contrario, Carlomagno vio que el flanco sur de su imperio corría peligro si no lo protegía lo suficiente, y ahí estaban los musulmanes representando una amenaza para sus intereses, por lo que sin abandonar

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