Las Marca hispánica
Fran ExpósitoResumen8 de Noviembre de 2015
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Las Marca hispánica
2.1 la intervención franca en el área subpirenaica
Los musulmanes se apoderaron de Zaragoza y en esa misma campaña o en otra posterior se produciría la conquista de Tarragona. En el 720, continuando las acciones hacia el norte, tuvo lugar la ocupación de Narbona. Sin embargo, no todas sus operaciones eran coronadas con éxito. Un ejército musulmán fue derrotado por el dux Eudo de Aquitania en Tolosa en el 721. A pesar de esta derrota, las expediciones militares continuaron y en el 725 los musulmanes entraban en Carcasona y Nimes. Las campañas continuaron hacia el norte. En el mismo 725 An Basa saqueaba Autun e intentaba sin éxito entrar en Sens.
SE combinaba la acción con los pactos. El líder Musulmán Munuza realizó acuerdos con el dux aquitano, obtuvo en prenda el matrimonio de la hija del duque y se asentó independiente durante algún tiempo en el enclave pirenaico de Llivia. Parece que también un magnate provenzal mantuvo buenas relaciones con los musulmanes frente a la amenaza que implicaba el expansionismo de Carlos Martel, el mayordomo del rey merovingio.
Los musulmanes mientras tanto dejaban guarniciones en algunas ciudades (Girona, Barcelona y otras), pero muy probablemente habría zonas en las que se presencia sería muy reducida.
Sin embargo, la continuidad de los asaltos musulmanes y el desarrollo del poder del mayordomo franco alteraron la situación. El dux Eudes tuvo que reclamar la ayuda al ejército franco de Carlos Martel, quien derrotó a las tropas del valí Abderramán cerca de Poitiers en el 732. Por su parte, una acción general franca hacia el sur implicó la anexión de las tierras provenzales y el inicio de las campañas sobre la Septimania. En estas empresas militares, la destrucción de murallas o la toma de rehenes indígenas ponen de relieve que la población era reacia a la ocupación franca.
En su conjunto, esta primera mitad del siglo VIII supuso serias destrucciones a ambos lados del Pirineo, llevadas a cabo unas por los musulmanes (Tarragona, Narbona) y otras por Carlos Martel. Sin embargo, no parece que estas devastaciones fueran completamente disruptivas salvo en casos concretos como pudo ser el de Tarragona.
En el 752 el visigodo Ansemundo encabezó en la ciudad de Nimes un movimiento que buscaba la intervención franca. Nimes, Maguelonne, Agde y Beziers se entregaron a Pipino. Desde esta base se producirían las campañas contra Narbona. En el sitio de esta ciudad Ansemundo fue asesinado por unos de sus hombres al tiempo que estallaba en Nimes un motín en el que pareció la viuda del asesinado. De nuevo son manifiestas las reticencias de una parte de la población a someterse a la monarquía franca. Solo cuando Pipino se compromete a respetar las leyes e los godos es decir, a mantener en todos los sentidos el statu quo, la población narbonesa eliminará a la guarnición musulmana y entregará la ciudad (759).
Al mando de estas ciudades septimanias habían quedado los poderes indígenas que las venían gobernando. En el caso del propio Ansemundo, la revuelta contra este y su política pro-franca produjo algunos cambios y se establecieron condes francos en Nimes y Uzes: era el procedimiento habitual de los francos en zonas de conquista.
La expansión al sur del Pirineo se producirá décadas más tarde y su despegue tiene que ver con la situación en que se encontraba el poder musulmán den el noreste peninsular.
Fruto de la inestabilidad política musulmana es la oferta que algunos gobernadores musulmanes hacen a Carlomagno, que propicia la campaña de Roncesvalles.
En el 777 llega a Padeborn una embajada en la que está Sulayman, gobernador de Barcelona y Girona. Su interés expansivo le había llevado a aliarse con el gobernador de Zaragoza, Husayn. Aunque en la embajada solicitaron la ayuda de Carlomagno, es difícil precisar hasta qué punto se comprometieron a entregarle ciudades.
El ejército franco llega en 778 con dos columnas. Una atraviesa el Perthus y la otra, mandada por el propio Carlomagno, entra por Pamplona. La ciudad se rinde y Abu Tawr, de los Banu Qasi, entrega rehenes a los francos.
Los francos no pudieron ocupar Zaragoza, porque se les adelantó Husayn y les impidió la entrada en la ciudad amurallada. Ante las dificultades del sitio, el ejército franco se llevó consigo a Sulayman, que sería rescatado por sus hijos Aysun y Matruh. No sabemos si su liberación se produjo antes de llegar a Pamplona o si coincide con el episodio de Roncesvalles, lo que significaría la presencia musulmana entre los atacantes al ejército carolingio. Menéndez Pidal, quizá influido por la leyenda de Roldán, creyó que coincidían y que en Roncesvalles contra los francos lucharían musulmanes Banu Qasi junto a sus parientes vascones. Frente a él, Abadal opinaba que los atacantes fueron los gascones del príncipe Lupo, forzado a someterse a Carlomagno años antes, lo que parece más acorde con las fuentes francas que destacan la perfidia de los vascones, término con el que estas fuentes designan a los habitantes de la vertiente norpirenaica.
Ignoramos la cuantía del ejército que fue sorprendido en el paso de Roncesvalles. Sólo sabemos que se trataba de la retaguardia. Allí murieron Rolando, jefe de la marca de Bretaña, y Agihardo, praepositus de la mesa del rey. El tema fue uno de los núcleos literarios más populares del Medievo.
La campaña de Zaragoza-Roncesvalles mostraba la dificultad de realizar grandes incursiones a distancia del reino franco y en un medio hostil. Mientras tanto, al norte del Pirineo se producía un fenómeno de recepción de emigrantes que abandonaban la Hispania controlada por los musulmanes y se asentaban en los territorios de la Septimania.
La precariedad del control de córdoba en el área posibilita que en el 785 la población de Girona entregue la ciudad a los francos. Sólo en el 793 el emirato responde con una campaña que atacará Girona y Narbona, llevando a cabo todo tipo de depreciaciones en la Septimania, pero sin pretender una recuperación territorial.
Estas tendencias centrífugas de los gobernadores musulmanes frente a Córdoba explican el mantenimiento de contactos con la corte carolingia y eventualmente la intervención del ejército franco, pero ya no se producirán grandes actuaciones como la del 778. Nos constan diversas intervenciones francas, como la del 707 contra Huesca. Quizá en ese mismo año, así lo cree Salrach, se produjo un ataque de tanteo a Barcelona.
En el 798 un personaje de nombre hispano-godo, Borrel reicibe el encargo de consolidar la ocupación de castillos en el área de Osona. Así se fortifica Vic y se reocupan castillos en Cardona en el Casserrres del Bergueda, que probablemente habrían sido abandonados por las guarniciones musulmanas.
La obligación de Borrell no era solo reparar las fortificaciones, también dotarlas de guarniciones. Era la manera de proceder a la apropiación de un territorio que hay que pensar que, a diferencia de los castra y oppida, seguía estando poblado. Así se concretaba la búsqueda de una frontera más segura para el naciente reino de Aquitania que Carlomagno entregaba a su hijo Luis el Piadoso.
En la conquista de Barcelona participaron contingentes francos, a los que se añadieron otros de vascones y de hispanos. Luis el Piadoso, rey de Aquitania, entrará n la ciudad en el 801. Para hacer más suave la conquista, Luis nombró conde a Bera. Es interesante que a esta posición no accediera un notable barcelonés, probablemente debido a la escasa decantación pro-franca de los magnates de la zona.
Se ha discutido mucho la filiación de Bera. Basándose en Ponsichs ha sostenido su descendencia de Guillermo de Gelona, duque de Tolosa, pero con tales orígenes difícilmente iba a ser considerado, como de hecho sucede, un godo por los anales francos.
Lo que está fuera de duda es su condición de miembro de la aristocracia goda, el poema de Ermoldo el Negro sobre la conquista de Barcelona le denomina princeps Gothorum, príncipe de los visigodos.
El éxito de la conquista de Barcelona llevó a Luis el Piadoso a propiciar nuevas campañas para asegurar el control franco de la zona. Además de acciones contra Huesca, enclave al que se dirigieron expediciones tanto antes como después de la conquista de Barcelona, se realizaron el menos dos campañas con la intención de conquistar Tortosa y llevas al Ebro la frontera con los musulmanes. sin embargo, el fracaso de estas actuaciones estableció los límites de la expansión franca en estos territorios.
2.2 Los condados francos
Bera tuvo dificultades en el problemático equilibrio ante las disputas contra la autoridad franca. Bajo su mando asumió diversos condados: el de Barcelona, el Conflent-Rases y el de Girona.
Acusado de infidelidad por otro visigodo, fue exiliado en el 820. Con todo, os descendientes de Bera mantuvieron posiciones de relevancia social y económica en la zona durante varias generaciones.
Es posible que Bera asumiese una política de hallar acomodo con los andalusíes. La superación del conflicto generado por su deposición coincide con una razia de los condes de la Marca que se dirigió a las tierras más allá del Segre.
La crisis de Bera propició la llegada de familias condales francas. Ahora es Bernardo de Septimania, hijo de Guillermo de Tolosa y supuesto hermanastro de Bera, quien ocupará el poder. Su nueva posición significa que una familia que había participado activamente en la conquista de los nuevos territorios del reino franco recibía ahora el gobierno. Bernardo era además el ahijado de Luis el Piadoso, lo que pone de relieve la influencia de su familia en la corte franca. Su situación se consolidaba, además, por la presencia de su hermano Gaucelmo en el Rosellón.
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