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Historia


Enviado por   •  24 de Julio de 2015  •  Biografías  •  2.526 Palabras (11 Páginas)  •  118 Visitas

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Natalia Macías Ferrer

Movimientos de Oposición, Entrevista Díaz-Creelman

KUNTZ FICKER Sandra, SPECKMAN GUERRA Elisa, (2000), Colegio de México, El Porfiriato, pag. 500-535.

Las oposiciones

Las críticas más tremendas tenaces, aunque nunca realmente amenazantes, provenían de las filas de los liberales puros y de los representantes de la iglesia. Estos grupos se expresaban a través de la prensa, en los periódicos.

Sus directores y redactores padecieron con frecuencia cárcel y persecución, en tanto que periódicos más radicales fueron de plano suprimidos.

La oposición liberal estaba formada por los herederos de la Reforma que se sentían desencantados por el incumplimiento de la Constitución de 1857 y no se resignaban s renunciar, liberales civiles y políticas en nombre del orden y la estabilidad, o que rechazaban las justificaciones positivistas del régimen y demandaban que se cumpliera la Constitución. La iglesia en su conjunto, aunque no olvidaba las arbitriaridades y despojos de que había sigo víctima por obra de los liberales, en atención debido a la política conciliadora tuvo trato cordial con Díaz, pero algunos sectores lo criticaron  tanto en lo político como en lo social.

Se desarrolló una corriente de catolicismo social que cuestionó desde la forma en que el positivismo y el materialismo amenazaban los valores y el espíritu del catolicismo, la opresión y los malos tratos de que eran víctimas los trabajadores a manos de hacendados abusivos. Junto a estos militantes católicos había grupos que compartían una visión conservadora y propugnaban por la persistencia de una sociedad corporativa, con cotos y privilegios sociales claramente demarcados.

Los levantamientos agrarios, se presentaron con impresionante frecuencia durante todo el siglo XlX y que respondían a motivaciones que iban desde la defensa de la autonomía política, de las tierras comunales o de la cultura tradicional, hasta el rechazo a la imposición de autoridades o al aumento de los impuestos. El gobierno solía adoptar una actividad benevolente y Díaz podía intervenir en persona para dar un fallo a favor de las comunidades, antes las movilizaciones violentas era implacable.

A principios de los años 1890 se vivió una coyuntura muy seria debido a la combinación de una crisis económica, agravada por epidemias y condiciones climáticas que arruinaron las cosechas en muchas partes del país, por un lado, y por el otro, el deseo de aprovechar la reforma de la Constitución que permitía la reelección indefinida de los gobernadores para colocar a los candidatos favoritos de las élites locales, pero no necesariamente del poder federal en esos cargos. El general Bernardo Reyes se convirtió en la figura para ejercer dosis variables de represión . Debe mencionarse el combate contra los yaquis, una nación india que se resistía a la lógica integradora de Estado nacional y contra la que siguió una guerra sin cuartel, que continuó hasta el decenio de 1930. En la primera década del siglo XX, unos 6,500 yaquis, fueron deportados a Yucatán, donde se les forzó a trabajar en las haciendas henequeneras.

La estabilidad del régimen enfrentaba aún otro reto, los empleados y obreros fabriles se constituían en una fuerza con creciente capacidad de expresión. Los trabajadores industriales se asociaban en organizaciones de corte mutualista, a veces patrocinadas por el gobierno, y las autoridades mediaban en forma paternalista en los conflictos obrero-patronales, contendiendo los afanes de movilización de una clase asalariada cada vez más numerosa. Las asociaciones mutualistas apoyaban al régimen y formaban parte importante en los clubes, en los desfiles y en las proclamas a favor de la reelección.

En 1906 año en que las movilizaciones de trabajadores ferroviarios, la aparición de organizaciones militantes entre los obreros de la industria textil ( en particular en Gran Círculo de Obreros Libres) y las campañas de propaganda del Partido Liberal Mexicano confluyeron para crear un clima de creciente agitación. Este ambiente se tradujo en paros y movilizaciones laborales cuyas expresiones más estruendosas fueron la huelga que estalló en el norte de Sonora, en la Cananea Consolidated Copper Company, y la reacción de los trabajadores tras la publicación del laudo presidencial que pretendía solucionar el conflicto en la fábrica textil de Río Blanco, en Veracruz.

Los trabajadores pusieron en evidencia las resquebrajaduras del régimen, su incapacidad para encontrar salidas pacíficas a conflictos aislados, y el pasmo, si no la complicidad que consintió respuestas represivas totalmente desproporcionadas, en el primer caso por parte de la policía norteamericana y en el segundo de las fuerzas federales. A partir de entonces, el crecimiento inevitable de las plantillas de trabajadores en los sectores modernos de la actividad económica.

Prensa, clubes y

partidos políticos; el fin del régimen

Probablemente la mayor fragilidad del régimen porfirista radicó en no haber creado los mecanismos para la transmisión pacífica del poder político. La elección indirecta de los gobernantes buscaba garantizar la representación tamizando las diferencias, de manera que la lucha entre facciones se redujera tamizando las diferencias, de manera que la lucha entre facciones se redujera al mínimo. A este mismo impulso debe atribuirse la falta de organizaciones políticas permanentes durante buen parte del Porfiriato. En épocas de elecciones proliferaban los ¨clubes¨, por medio de los cuales solían encauzarse las candidaturas, su existencia era breve y reducía a ese prepósito; las inquietudes de orden político se expresaban en la prensa periódica, que acaso por esta razón proliferó generosamente en estos años. Hubo periódicos que, contaron con el subsidio del régimen y se convirtieron en propagandistas  de sus logros.

En 1892 los “científicos”  fundaron la Unión Liberal, para apoyar la tercera reelección de Díaz y aceptando sin excesivo pesar el sacrificio de una democracia plena ante la necesidad de continuar la tarea de modernizar el país. El régimen lejos de adelantar el fortalecimiento de la oposición, reaccionaba contra cualquier atisbo de organización independiente aprehendiendo, desterrando o neutralizando de cualquier otra forma a sus dirigentes.

El Club Liberal Ponciano Arriaga, fundado en 1910 en San Luis Potosí por iniciativa de Camilo Arriga. Si bien en su origen sus reivindicaciones apenas iban mas allá de pedir que se observaran los prospectos liberales, pronto se dividió y radicalizó, al grado que, cuando en 1905 se constituyó formalmente como Partido Liberal Mexicano, sus principales dirigentes, los hermanos Flores Magón, entonces en el exilio, profesaban ideas anarquistas y propugnaban por un amplio programa de reforma social.

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