IDENTIDAD, UNA CONSTRUCCION HIBRIDA

IDENTIDAD, UNA CONSTRUCCION HIBRIDA

En un país geográficamente diverso como Colombia se pueden identificar un sin número de tradiciones y costumbres, producto del encuentro y desencuentro entre múltiples etnias y culturas. Esta diversidad da cuenta de las diferencias existentes entre una sociedad y otra que conviven incluso en el mismo territorio. Por lo tanto, proponer una reflexión sobre la identidad y más específicamente sobre una identidad colombiana nos remite a una gran variedad de relatos, historias y hechos históricos que dan cuenta de que esto es el resultado de un proceso de hibridación y transformación constante.

En este texto me enfocaré solamente en los efectos de la colonización europea en nuestro continente, especialmente en  Colombia y cómo a partir de ella se fueron configurando nuevas sociedades e identidades. Para esto expondré los efectos de la dominación española en Colombia, la influencia africana y la supervivencia de los pueblos originarios.

En primer lugar, con los conquistadores –españoles- llegó otra forma de vida donde todo era nuevo y diferente, aunque esto no significa mejor de lo que se tenía. Este encuentro fue violento, pues lo que se hizo fue imponer una cultura sobre la otra, sustentado en la idea de superioridad, civilización y progreso occidental. Para los colonizadores, los aborígenes son salvajes y carentes de alma. Por lo tanto, desde la religión emprenden la tarea de evangelización y adoctrinamiento, una culturización dictada por designios divinos. Además, se obligó a llevar ropa para “cubrir sus vergüenzas”, se les impuso el culto a un solo Dios, un idioma y un sistema político y administrativo.  

En consecuencia, hablar de una identidad colombiana es también hablar de lo heredado por la cultura española, es afirmar que somos el país del “sagrado corazón de Jesús”, de una estrecha relación aun existente entre el Estado y la Iglesia católica, de la súplica por los milagros, y hasta de una doble moralidad como la de la “virgen de los sicarios”.

En segundo lugar, a partir del proceso de colonización llegan al continente grupos esclavizados de viejas colonias africanas. Llegan con otras visiones del mundo, desde otros lenguajes, prácticas culturales y ritmos. Su fuerza y resistencia facilitó el proceso de colonización y dominación de las grandes e impenetrables selvas, pues fue a través de sus manos que se fue construyendo nuestro país. Por tanto, nuestra identidad es también enriquecida por lo afrodescendiente, por sus canticos y bailes a ritmo de tambores y marimbas. Somos un país que cree en Dios, pero también en la magia, los hechizos, en el mal de ojo y en las brujas, “porque de que las hay las hay”.

Y finalmente, los pueblos originarios que aunque exterminados en su gran mayoría, muchos de ellos pudieron resistir y mantenerse a través del tiempo como grupos humanos o como prácticas y tradiciones que continúan. Somos un país indígena, con malicia, yagé y maíz.

La influencia y los procesos antes mencionados respaldan que la identidad es el resultado de una hibridación entre diferentes sociedades y culturas, que en el caso colombiano, como ya se argumentó se trató de la unión entre lo indígena, lo africano y lo europeo. Somos blancos, zambos, mulatos, mestizos, negros e indígenas que se mueven a ritmo de cumbia, vallenato, pasillo, guabina y joropo. En este sentido, la identidad la construimos todos los días, a través de lo que vivimos con los demás grupos humanos, de lo que aprendemos de ellos, y de lo que ellos aprenden de nosotros.

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