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II.Corrientes Ideológicas En América Latina.


Enviado por   •  24 de Septiembre de 2014  •  2.003 Palabras (9 Páginas)  •  571 Visitas

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II.Corrientes Ideológicas en América Latina.

Nacionalismo, antiimperialismo y nacionalismo revolucionario

El discurso político latinoamericano ha sido fuertemente influenciado por intelectuales e ideólogos para los cuales o fue relativamente cercana la discusión socialista-comunista (José Ingenieros) o bien se convirtió en un frente de ataque (Haya de la Torre). Tres figuras son claves en la tradición del pensamiento político latinoamericano en la que se sintetiza el nacionalismo, el antiimperialimo y el nacionalismo revolucionario: José Martí (1853-1895), José Ingenieros (1817-1925) y Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979).

La tradición socialista-comunista latinoamericana

En el discurso socialista-comunista latinoamericano se pueden distinguir tres grandes fases: la fundacional, dominada por figuras de la talla de Luis Recabarren (1876-1924), Julio Antonio Mella (1903-1929) y José Carlos Mariátegui (1894-1930); la fase dominada por los partidos comunistas (1930); y la que arranca a partir del triunfo de la revolución cubana y el desarrollo de los movimientos de la liberación nacional (1959).

Los tres intelectuales aludidos comparten, como característica común, el esfuerzo por "nacionalizar" las tesis del marxismo que habían logrado asimilar en aquel entonces. Recabarren lo hace en un país, Chile, donde la presencia de los sindicatos mineros es dominante, al igual que son dominantes las prácticas políticas de tipo parlamentario. Como periodista y educador revolucionario, su interés es hacer de la lucha sindical un instrumento de reforma socioeconómica que no deseche los canales institucionales establecidos. La organización de los trabajadores, el partido, no debe reemplazarlos en la lucha, sino orientarlos y encauzar las energías sindicales. Mella, en una dirección distinta aunque no totalmente ajena a la de Martí, quiere la emancipación de Cuba. Pero en Mella esa emancipación pasa por la lucha de clases y por el protagonismo de la clase obrera y el partido comunista. Estos son los propósitos que lo animan en la Universidad de la Habana, desde donde alimenta el compromiso estudiantil con la revolución. Mariátegui -quizás el más universal de los marxistas latinoamericanos en el siglo XX- introduce una reflexión de tipo cultural para entender la formación social peruana de la época. Su formación en el marxismo italiano le permite valorar la complejidad de la cultura -como es el caso del Perú con su población indígena- y su importancia para el cambio social.

Comunismo: pasión revolucionaria y compromiso militante

Hasta ahora se ha analizado la dimensión "conceptual" de las ideologías políticas, en particular del socialismo-comunismo. Pero estas ideologías tienen una dimensión pasional sin la cual, sobre todo en el caso de esta última, hubiese sido imposible el sacrificio y la entrega sin límites de sus militantes. El caso de Tina Modotti ilustra paradigmáticamente esta dimensión pasional. Antes de entrar al examen de la vida de esta militante es pertinente señalar que la pasión comunista se desató con gran intensidad en Europa -entre sus principales figuras intelectuales- después del triunfo bolchevique de octubre de 1917 y durante la época de la lucha antifascista.

Conclusión y reflexiones finales:

Nacionalismo, antiimperialismo, nacionalismo revolucionario, socialismo-comunismo- parecen haberse quebrado. A nivel práctico político fueron proyectos que se hicieron o estuvieron a punto de hacerse del poder. A nivel teórico, como sistemas explicativos de la realidad social, económica y política, tuvieron un fuerte impacto no sólo entre grupos intelectuales, sino entre amplias capas populares. A nivel pasional, fueron esquemas motivadores de la acción política directa y el compromiso militante.

Esas ideologías políticas lograron reunir de un modo u otro esos tres aspectos. De allí su éxito movilizador y su impacto en el debate intelectual. Indudablemente, la que mejor lo hizo fue la ideología socialista-comunista: la pretensión científica de sus planteamientos teóricos se vio avalada por la eficacia política de las ideas defendidas -la máxima prueba de ello era la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas-; y ambos aspectos -el conocimiento y la eficacia- fueron combinados por una pasión sin límite de sus militantes, quienes siempre estuvieron seguros de la justicia de su causa, de la legitimidad de los métodos aplicados para lograr sus objetivos y del triunfo definitivo.

Nacionalismo, antiimperialismo, nacionalismo revolucionario se fueron quebrando paulatinamente. Hacia los años sesenta sólo quedaban ecos de los mismos en los planteamientos de la modernización y la CEPAL. Sólo se trataba de ecos: aunque el desarrollo nacional continuaba en la mesa de discusión, el compromiso militante había sido reemplazado por el compromiso burocrático de los especialistas (economistas, sociólogos y políticos de profesión). El golpe mortal vino con las dictaduras militares de los años sesenta y setenta. Entre tanto, la ideología comunista no sólo resistió, como ideología, la embestida de los militares, sino que se robusteció con la represión. Los militares parecieron darle la razón: la violencia era la única vía para construir una nueva sociedad.

El socialismo-comunismo comienza su recorrido por la realidad latinoamericana desde los años veinte y treinta. Desde aquellos años comienza a revelar su fuerza y su "superioridad" respecto de las demás ideologías políticas: coherencia y simpleza teóricas (todo tiente una respuesta lógica), y pasión militante, junto a la prueba soviética de que el proyecto era políticamente viable. Incluso, el socialismo-comunismo latinoamericano contribuyó al fracaso de las otras propuestas ideológicas, que fueron atacadas frontalmente por no ser la "verdadera" expresión del compromiso revolucionario. Nadie podía ocupar el lugar de los socialistas-comunistas en su papel de "verdaderos" revolucionarios.

La revolución cubana afianzó las certezas del socialismo-comunismo latinoamericano. Nicaragua y El Salvador también. Pero esto hasta los años ochenta. La quiebra del modelo soviético no vino sola. Con ella vino la crítica a las inconsistencias teóricas de los diversos marxismos, especialmente de ese esperpento llamado marxismo-leninismo. Emergió también una revalorización de los individuos, con sus sueños y esperanzas. Y por supuesto vino la embestida neoliberal, como elemento acompañante de la reestructuración del capitalismo a nivel mundial. En este escenario, la última de las grandes certezas ideológicas que quedaba en pie terminó

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