Imagen E Idea EL DESCUBRIMIENTO DE LA BELLEZA
Henriqueoliveira15 de Junio de 2012
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Imagen e Idea EL DESCUBRIMIENTO DE LA BELLEZA
Was bleibet aber, stiften die Dichter.
HOLDERLIN
Para la mayoría de los estudiosos de la historia del arte, la transición del período paleolítico al neolítico tiene toda la apariencia de una catastrófica declinación. En lugar de la exacta representación de animales en dibujos de gran variedad, encontramos diseños geométricos que tienden a degenerar en aburridos modelos repetidos; en lugar de un naturalismo vital, la inerte monotonía de la abstracción.
Sin embargo sabemos que, de acuerdo con normas culturales generales, el último período significó un gran avance de la civilización. El hombre dejó de ser un nómada a la caza de animales salvajes y practicante de una burda magia; se hizo agricultor sedentario; aprendió a cultivar granos y a domesticar animales; inventó artesanías, como la de la cerámica; realizó cálculos astronómicos sobre los cuales basó sus primeros calendarios.
Los artefactos neolíticos, especialmente las hachas y las lanzas ceremoniales de piedra, alcanzan un nivel incomparablemente más alto de artesanía, y en lugar de magia encontramos los primeros destellos de una religión espiritual. La Nueva Edad de Piedra es la cuna de las primeras grandes civilizaciones del mundo antiguo.
Creo que podemos demostrar que, también en el arte, el neolítico atestiguó un más amplio desarrollo de la sensibilidad estética, una conquista más de conciencia plástica, una unificación y clasificación de la experiencia sensible. El área de la realidad, de la comprensión formal del mundo inferno, aumentó enormemente en esa oscura edad del Oriente.
Al tratar, en el primer capítulo, el arte de las cavernas paleolíticas, me detuve por un momento para señalar que uno de los dibujos, el bisonte de Altamira, podía verse como una composición estilista, más que como una imagen eidética directa del animal. Un elemento de fantasía, de jugueteo mental, pudo haber llevado al artista a escoger esta actitud particular pare la representación. Sugerí esto sólo como una posibilidad, ya que los animales, en algunas de sus actitudes, forman composiciones adoptando modelos rítmicos-un venado que salta, una serpiente enroscada, un eve que vuela-, y la actitud de este bisonte español, lejos de estar estilizada, es tal vez significativamente natural. Se escoge una actitud poco común porque es especialmente vivida. Lo que podríamos admitir, no sólo en Altamira, sino notablemente en la caverna de Font de Gaume y en Lascaux, es el trabajo de un instinto selectivo para hallar diseños significativos, diseños significativos de los hábitos del animal, diseños o formas, casi podría decirse, significativos del carácter esencial del animal. La forma de un animal está, desde luego, íntimamente relacionada con la función que le ha permitido sobrevivir-el vuelo del ave, la rapidez del venado, la concentración de fuerza en la cabeza del toro-y al representar al animal el artista prehistórico automáticamente acentuó lo más significativo en la forma del animal.
Ésta cualidad en el arte paleolítico tal vez constituye un estilo, y en este sentido podemos hablar muy legítimamente del estilo aurignaciense o del estilo magdaleniense. Los estilos varían con los lugares y los períodos; reflejan los hábitos culturales de distintas fases de la economía humana; pero en mi opinión, los artistas paleolíticos no fueron más allá, en su evolución estética, de la Gestalt única, la conciencia y aprehensión específica de una sola imagen separada. Desconocían los elementos de la composición, y yo mismo no puedo encontrar, en la colocación de imágenes en cualquier superficie rocosa, nada más que el uso de un plano bi-dimensional de un modo completamente arbitrario. En Altamira, por ejemplo, el espacio estaba lleno de imágenes concebidas por separado, colocadas donde había un lugar adecuado, y con frecuencia el último dibujo cubría las imágenes ya puestas en la superficie rocosa.
Estoy de acuerdo en que, como en Lascaux, hay algunas veces una representación de incidentes en los que interviene más de un animal; hay frisos de animales en procesión, manadas en su unidad colectiva, y la representación de escenas de cacería en toda su autenticidad o realidad.
Pero "realidad" no implica que se incluya todo. Hay una selección, pero lo que se selecciona es el detalle significativo, la silueta inmediata, el tipo de acción. La composición, podríamos decir, es dictada neurológicamente: en este proceso no interviene una voluntad de forma.
Cuando llegamos al período neolítico, a través de una edad de tinieblas que no revela ningún vestigio de desarrollo continuo, encontramos un arte totalmente diferente, un arte en el que aparecen elementos formales completamente nuevos. Estos elementos reflejan una nueva forma de vida. No trato de olvidar ahora, ni lo haré tampoco más adelante, el hecho de que nuevas condiciones económicas den lugar a nuevos desarrollos en la estética.
Pero la activación es sólo un factor en un complejo proceso: carga la situación con dinamismo. Pero, para llevar el proceso a un nivel de satisfacción, se requiere otro factor, el formativo, el acto de la creación. Los logros del arte, como ha dicho Worringer, representan siempre la obtención de lo que se desea. Y lo que se desea, aún en estas primeras etapas del desarrollo humano, no puede expresarse totalmente en términos de economía. Hay sentimientos predominantes de aislamiento, de angustia, de confianza, de gozo, que algunas veces se escapan del marco económico de una civilización.
En la transición de la antigua a la nueva Edad de Piedra, hemos pasado de una forma nómada de vida, en la que el hombre dependía de su habilidad para cazar animales, a una forma de vida más estable, en la que el hombre depende de la agricultura y la cría de ganado. Sin duda la máxima revolución en la historia humana. Pero ésta resolución no fue catastrófica; se realizó a través de largos períodos, y a diferente ritmo en diferentes condiciones climáticas. Por lo tanto debería considerarse más bien como una evolución. No hubo un cambio brusco de estilo en el arte de los hombres que sufrieron esta evolución, y es posible que el estilo paleolítico persistiera, en culturas particulares, a través de etapas intermedias, para sobrevivir en las pinturas de los bosquimanos de los tiempos históricos.
"En general -como ha señalado Gordon Childe-, son cazadores los hombres que, con propósitos mágicos, han pintado, grabado o esculpido en las rocas las representaciones naturalistas o semi-naturalistas; pero los cazadores no abandonan necesariamente estas prácticas cuando empiezan a complementar los productos de la caza con la cría de animales o con el cultivo de cereales." En realidad, aunque la Nueva Edad de Piedra habría de desarrollar un arte geométrico completamente abstracto, no hay razón pare suponer que éste haya sido el único. Más bien, como deberíamos esperar de acuerdo con nuestra tesis general, fue una ampliación de la sensibilidad estética, no una lirnitación de ella, no un cambio o una forma separada y exclusiva de expresión. Sé que algunos historiadores del arte han pensado distinto. Es posible que en los largos períodos que transcurren entre el naturalismo paleolítico y el naturalismo que habría de suceder a la abstracción neolítica, el estilo geométrico haya tenido un origen independiente, como la expresión de un estado psíquico específico. Tal es la tesis de Worringer, y la tendencia general del pensamiento alemán sobre la cuestión. Puede incluso concebirse, como lo admití en el primer capítulo, que un arte geométrico, del que no tenemos conocimiento porque no dejó huellas, haya precedido al arte naturalista del período paleolítico. Se han encontrado en zonas paleolíticas de Ucrania y de Moravia algunos pequeños marfiles ornamentales grabados con diseños geométricos. También encontramos motivos geométricos de vaga significación asociados con los dibujos animales en el sur de Francia (hay un rectángulo muy preciso debajo de un dibujo de un venado rojo en Lascaux). Pero estas excepciones no alteran el cuadro general de una fase naturalista del arte que precedió a una fase geométrica. Aunque no quisiera entrar en desacuerdo con Worringer, mi intención es demostrar que, en relación con el arte naturalista del período paleolítico, el arte geométrico del neolítico representa una ampliación de la sensibilidad estética, y no, como él ha sugerido, una contracción. Podríamos esperar que una ampliación de la sensibilidad estética tuviera alguna relación con el desarrollo histórico de la cultura en general- incluso, si mi teoría general tiene algún fundamento, que fuera la condición predeterminante para tal desarrollo-. Si la cultura neolítica representa, un avance social sobre la cultura paleolítica, deberíamos esperar que el arte correspondiente representara un horizonte más amplio de sensibilidad estética. Tal es, en mi opinión, lo que resulta del análisis.
Que esta ampliación de la sensibilidad estética fue acompañada por actividades económicas de paralela naturaleza parece ser bastante evidente. La evolución estética es comparable en su alcance y significación a la evolución económica durante la cual se descubrieron muchas nuevas artesanías, y conduce al descubrimiento de la composición formal. Ésta es una frase facíl de decir, pero debemos tratar de darnos cuenta de lo que implica. He sugerido que los dibujos paleolíticos fueron proyecciones automáticas de la imagen auténtica: las composiciones y dibujos del periodo neolítico suponen procesos mentales que son inventivos y comparativos. Las imágenes
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