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Jiménez el insurgente indulgente


Enviado por   •  19 de Febrero de 2019  •  Ensayos  •  1.778 Palabras (8 Páginas)  •  104 Visitas

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN 

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

SOCIOLOGÍA

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Jiménez el insurgente indulgente

HISTORIA REGIONAL

Ma. Gabriela Guerrero

Nombre: Abril Gabriela Perez Cuevas

Matricula: 1799456

Grupo: S31

20 de Noviembre del 2018

Mariano  Jiménez uno de los insurgentes más relevantes en la lucha de independencia, especialmente en expandir el pensamiento insurgente en el norte de Nueva España, era conocido por ser una persona valerosa, muy honorable y leal, apegado y fiel a sus principios e ideas, Jimenez era un hombre con una gran convicción y un gran poder de persuasión, logrando unir a la causa a un gran número de gente. “Jiménez fomentaba estas deserciones escribiendo a todos los oficiales, especialmente a los criollos, exponiéndose el propósito de la insurrección e invitándolos a que se le unieran” (Vizcaya Canales, 1976, p.100)

Varios autores comentan que Jiménez era un hombre pacífico y benevolente, no le gustaba la violencia extrema, ni el derramamiento de sangre si no era realmente necesario, así planificaba muy bien sus viajes y expediciones, lo cual lo hacia mas respetado entre la gente ya que no maltrataba, ni saqueaba, eso dejaba una mejor imagen al movimiento insurgente del país. Era recibido con gusto por la gente a varios de los lugares a los que él se dirigía.

Al final Jimenez fue parte importante de los padres de la independencia, siendo un insurgente dedicado o con un gran apego a su causa, luchando con justicia a sus creencias.

José Mariano Jiménez nació en San Luis Potosí el 18 de agosto de 1781 en el seno de una familia acomodada, minera y de origen español. Los estudios primarios los realizó en San Luis Potosí, en la escuela de primeras letras en el edificio del ex colegio jesuita, “destacándose como buen estudiante” (Sedena, 2010).

Los jesuitas brindaban una educación moderna y se caracterizaban por ser excelentes cultivadores de la ciencia moderna  cuyo espíritu que de manera indirecta fue transmitido a Jiménez.  

Desde su nacimiento hasta que cumplió 15 años, vivió en una casa que hoy en día es un Centro Cultural que lleva su nombre. En este edificio se reciben obras artísticas de diversas corrientes, todos originarios de San Luis Potosí.

A los 15 años se trasladó a Ciudad de México, en donde estudió en el  el Real Seminario de Minería, para convertirse en ingeniero de minas. Los estudiantes del Seminario de Minería ingresaban a una edad entre 15 a 18 años de edad. Se comenta que el proceso de selección era riguroso tanto en conocimientos mínimos como en edad y legitimidad de nacimiento. Debían ser descendientes de españoles o de indios caciques. Jiménez cumplía con los requerimientos del Real Seminario para su admisión. Joven brillante que desde sus estudios primarios demostró tener talento. Del Seminario egresaban pocos alumnos, del orden de uno de cada cuatro años y sólo salían dos diplomados al año. Jiménez logró ser uno de esos egresados y diplomados.

“Su estancia en el Real Seminario de Minería  creó en el joven Jiménez un espíritu inquisidor y reflexivo, propio de las instituciones ilustradas como el Real Seminario, con formación sólida en ciencias teóricas y aplicadas. Jiménez absorbió el ambiente intelectual del Seminario, de sus profesores, sus laboratorios, y vivió de primera mano los avances de primacía mundial originados en el Seminario” (J. R. Martínez, 2008, p.3)

Jiménez egresó del Real Seminario de Minería, recibiéndose con Suma cum Laude el 8 de enero de 1802; al egresar realiza sus prácticas en minas de Sombrerete Zacatecas, para trasladarse en 1803 a trabajar en una mina del Márquez de Rayas, quien no vaciló en contratarlo por sus brillantes aptitudes. En esa mina permaneció durante los siguientes seis años, tiempo durante el cual, además de cumplir con sus trabajos mineros, estrechó relación

Al estallar el levantamiento de Hidalgo, Jiménez era director de la mina de La Valenciana, mundialmente la más importante de la época. El historiador José Alonso, comenta que Mariano Jiménez, era un hombre que veía más allá de su posición, no le gustaba y constantemente comentaba sobre el mal trato que se le daba a los indígenas, los mulatos y mestizos en el trabajo de las minas, haciendo saber a los demás que él veía a ese trato como algo injusto. J. R. Martínez (2008) comenta que gracias a su educación él tenía estas ideas más revolucionarias “En el ámbito social, con sus cerebros cultivados, se reflejó en la oposición a la realidad colonial, atrasada, fanática, ignorante, oscurantista e injusta que operaba en ese periodo” p.10

 A la llegada de los insurgentes a Guanajuato, Jiménez reunió una partida de 3 mil hombres que participó de manera destacada el 28 de septiembre de 1810, en la toma de la alhóndiga de Granaditas, causa principal por la que sería perseguido y condenado a muerte por las autoridades virreinales. Ese mismo día se presentó a Hidalgo y recibió el grado de coronel. El 10 de octubre siguiente, tomó Silao, y el 16, Valladolid. En el puente de Atenco, derrotó a las tropas del general realista Torcuato Trujillo, quien tuvo que retroceder al monte de las Cruces. Se comentaba que Jiménez era un hombre muy listo y aunque no fuera militar por su formación matemática era muy bueno creando estrategias militares, haciendo que sus planes fueran más limpios. Jose Alonso comenta como todos los estudios de Jiménez le ayudaron en el campo militar.

El 15 de noviembre siguiente tomó la ciudad de San Luis Potosí, el 8 de diciembre llegó al Real  Minero de Charcas y de ahí pasó a Matehuala. “Jiménez fue comisionado para atraer a la insurgencia las provincias de Tierra Adentro. Con este fin se le incorporaron como acompañantes don Juan Bautista Carrasco, don Luis Gonzaga Mereles y don Luis Malo” (Vizcaya Canales, 1976, p.98)

 Su ejército crecía con indios con flechas, tropas milicianas y veteranas, así como gente de las haciendas. Llegó a contar con más de ocho mil hombres. Y antes de cualquier ataque, exhortaba a los jefes realistas a no tomar las armas contra los insurgentes, pues eran sus hermanos que luchaban por liberarse también del yugo europeo, de modo que si ellos no ayudaban a los europeos, la lucha contra éstos terminaría pronto. El mismo Jiménez escribió en una carta a Don Juan Ignacio Ramon

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