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LA ALEMANIA DE WEIMAR

Valentin CurottoResumen16 de Abril de 2019

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LA ALEMANIA DE WEIMAR

La República de Weimar no estuvo al alcance de poner una democracia avanzada en Alemania. Las poderosas fuerzas antidemocráticas dominaban el espectro político y social. La república nació luego de la PGM y en plena Guerra Civil. Para ganarse la confianza del pueblo hubiera necesitado de una economía estable y pujante. Los alemanes vivieron un mundo patas para arriba en tres ocasiones: los reajustes de la posguerra, la hiperinflación y la depresión. Desde el punto de vista económico los alemanes la pasaban mal y luchaban a brazo partido en determinadas cuestiones. En la práctica, todos los debates tenían que ver con el modo en que los alemanes querían vivir y con las relaciones que querían mantener con otras naciones. Todo enfrentamiento político podía convertirse en una crisis existencial del sistema (la república). Claro que también hubo períodos de consenso: en los primeros años todos hicieron frente a la inflación, en la segunda fase todos estuvieron de acuerdo con la racionalización del trabajo. Los problemas económicos de la república eran de dimensiones colosales y carecían de precedentes, las soluciones que se proponían no eran bien recibidas. Los alemanes vivieron una época marcada por un relativo estancamiento económico y una acelerada modernización, la aparición de ambos factores pone de manifiesto lo conflictivos y complicados que fueron los años de la República de Weimar. Los magros indicadores económicos se debieron al retraimiento de Alemania en el mundo. La PGM frenó bruscamente la libre circulación de bienes y capitales de un país a otro. En la posguerra los enfrentamientos surgidos por las deudas y las reparaciones perturbaron el flujo de capitales. La crisis económica acabo con el capital y el dinero disponible se retrajo dentro de las fronteras. Aunque muchos alemanes abogaron contentos por una economía nacional más cerrada, tal posicionamiento no fue beneficioso a largo plazo. La economía alemana se estancaba pero, se modernizó en gran medida: la cantidad de empleados industriales creció, las mujeres gozaron de una mayor independencia en la ciudad, la nueva clase media tuvo un crecimiento exponencial. Es posible dividir la historia económica en tres fases: de inflación, de racionalización, y de depresión. El origen de la inflación había que buscarlo en la guerra, en las deudas que contrajo Alemania para financiar los costes que representaba. Al finalizar la guerra los alemanes tenían una moneda depreciada y un sector industrial ineficaz. Para sorpresa de todo el mundo, el reajuste y la recuperación se produjeron de forma paulatina. A pesar del caos, la industria alemana no tardo en alcanzar grandes niveles de producción, las subidas de precio de los bienes de consumo fueron un estimulo para la inversión e hicieron aumentar la producción. La aplicación de una política monetaria más rígida basto para interrumpir la fase expansiva y volver a las políticas inflacionistas. La inflación y las compensaciones complicaron la situación, hasta desembocar en un completo desastre. El Ultimátum de Londres fue el origen de largas negociaciones, de numerosas conferencias y de declaraciones sobre el desastre próximo. Los alemanes se declararon incapaces de pagar. La inflación llego a una zona de peligro, la especulación echaba abajo todo lo lindo, el nivel de vida se deterioraba, y la posibilidad de un planteamiento racional era reducida. Las imparables subidas de precios provocaron una oleada de demandas de mejores salarios, el gobierno puso en marcha la máquina de hacer dinero. La confianza en la economía alemana se vino abajo. La inflación dejó paso a la hiperinflación, acompañada de un retraimiento de la actividad empresarial, de una merma de exportaciones y de un gran nivel de desempleo. Todos los indicadores económicos apuntaban a un desastre. La hiperinflación fue el resultado de una conjunción de factores: la espiral salarios- precios, la fiebre especuladora y la súbita pérdida de confianza. Con la ocupación de la cuenca del Ruhr, ceso la actividad productiva, los efectos no tardaron en sentirse en la economía alemana. El gobierno destinó fondos para cubrir las necesidades de los trabajadores y ayudas para las empresas afectadas. Alemania no tenía las reservas de oro  necesarias, ni la legitimidad moral, ni la capacidad económica para hacer frente a tales dispendios. La situación llegó a punto crítico, la vida diaria de la población volvía a ser desesperada, los saqueos y las ocupaciones se hacían presentes, las multitudes se plantaban ante la policía, las huelgas salvajes eran continuas, las colas para conseguir alimentos eran infinitas, todo contribuía a socavar la moral de los alemanes. Las condiciones sanitarias se deterioraron: aumentó la tasa de mortalidad infantil, disminuyó el promedio de vida, y las enfermedades contagiosas se propagaron con rapidez. Las consecuencias no se limitaban al deterioro general de las condiciones de vida, también supuso un grave corrimiento de las fronteras entre clases sociales. La clase media, que constituía el núcleo estable de la nación, estaba desapareciendo. Hubo gente a la que la inflación le vino bastante bien: quienes tenían hipotecas o préstamos saldaron sus deudas, quienes disponían de divisas extranjeras aumentaron su capital, los granjeros exportaron sus productos, los empresarios adquirieron propiedades, los extranjeros compraban todas las existencias alemanas. El malestar social siempre estuvo presente, pero con el tiempo fue subiendo de tono. Alemania no solo había padecido una derrota bélica y unas condiciones de paz injustas, sino que había caído en manos de extranjeros depravados y compatriotas sin escrúpulos. La hiperinflación había acabado con cualquier atisbo de previsión. El régimen de Weimar, en un momento de tan profunda crisis, solo pudo contar con dirigentes mediocres, fue así que el gobierno perdió toda credibilidad. Reinaba una sensación generalizada de desbarajuste. El gobierno cayó, se las arregló para formar una coalición y gobernó a golpe de decreto- ley. Los gobiernos consiguieron encarrilar el país, pero a costa de enormes sacrificios. Las facultades excepcionales permitieron poner fin a la revolución comunista y controlar a los nazis. Se daban los primeros pasos para alcanzar la estabilidad política. Crearon una nueva divisa y un nuevo banco, se pusieron fin a los subsidios, los empresarios consiguieron mayores facilidades para el despido, re entablaron negociaciones con otros países. Los alemanes y los aliados dieron el visto bueno al Plan Dawes, esta aceptación junto con la retirada de las tropas eran las piezas que completarían el programa alemán de estabilización. Una nueva ronda de conversaciones cristalizó un acuerdo definitivo y formal: el Plan Young; luego de aprobarse este plan llegó la depresión. La cuestión de las reparaciones era la “carta fuerte” de las fuerzas que se oponían a la democracia de Weimar. La oposición alzo contra todos y cada uno de los planes presentados e hizo una importante campaña propagandística, la cual imposibilitaba conseguir una mayoría democrática. La derecha nunca estuvo del lado de la república, aunque lo más trágico es que Weimar jamás recuperó la confianza de las clases medias, perdió también incontables apoyos entre la clase trabajadora. Si la inflación había sido nefasta, a continuación llegaron las reducciones salariales, los largos períodos de desempleo y la desaparición de la jornada de ocho horas. La República de Weimar perdió el apoyo de la clase media por culpa de la inflación, y el de la clase obrera por el plan de estabilización; nunca contó con el respaldo de los agricultores. A pesar de todo, el plan de estabilización sirvió para mantener la unidad territorial y poner fin a los intentos de revolución, estabilizar la moneda, volver a la jornada laboral de ocho horas y normalizar los salarios. Fueron los famosos “años dorados” de la república: los alemanes entraron en una vorágine consumista y pudieron abolir las diferencias sociales.

VICTORIA IMPREVISIBLE

¿Por qué ganaron los Aliados la SGM? Esta pregunta casi nunca se hace, la victoria de los Aliados se considera natural o inevitable. Las explicaciones del triunfo tienen un cariz determinista. Los Aliados no estaban predestinados a vencer. El largo período de paz y prosperidad que empezó con el triunfo aliado en 1945 demostró que el progreso volvía a empuñar las riendas de la historia. Para los liberales la victoria fue un resultado necesario, una clara demostración de que la democracia pesaba más que la dictadura y la libertad más que la esclavitud. Las potencias occidentales derrotaron al Eje solo porque se aliaron con la dictadura soviética, la Unión Soviética soporto la peor parte del ataque alemán y rompió el poderío germano. La alianza entre el Imperio británico, la Unión Soviética y los Estados Unidos determinó una superioridad abrumadora en recursos humanos y materiales. Quienes explican por qué ganaron los Aliados destacan la inmensa superioridad numérica y productiva de un bando sobre otro. La comparación de los recursos demográficos y de las materias primas de uno y otro bando daba un saldo favorable a los Aliados, por lo que las potencias del Eje, siempre acababan chocando con el obstáculo estratégico de la inferioridad material. Podemos ver que no hay respuestas sencillas para la pregunta del comienzo. Tenemos un ejemplo en la opinión de que la guerra representó el triunfo de la democracia sobre la tiranía, lejos de ser una guerra emprendida por el mundo democrático, fue una guerra por la supervivencia de la democracia en sus propios y asediados núcleos. La victoria de 1945 fortaleció la democracia en Europa occidental, EE.UU y los dominios británicos, pero en el resto del mundo esta forma de gobierno ha tenido una trayectoria muy accidentada. La guerra sí hizo del mundo un lugar seguro para el comunismo; una de las consecuencias más notables de la guerra fue la propagación del comunismo por Europa y Asia y su consolidación en la Unión Soviética. Cuesta ver cómo habría derrotado el mundo democrático al nuevo imperio alemán sin la resistencia soviética; la gran paradoja: la democracia se salvo gracias a los esfuerzos del comunismo. La causa común contra Hitler, contribuyó a salvar el abismo ideológico entre la democracia capitalista y el autoritarismo comunista. La alianza acabo forjándose por puro interés nacional y duró mientras cada bando necesitó al otro para conseguir la victoria. Cada uno hizo su propia guerra (en diferentes frentes) pero, la coalición aumento considerablemente los recursos de los Aliados. El equilibrio material sufrió alteraciones bruscas varias veces, hasta 1942 el equilibrio fue favorable al agresor (Eje) y es muy posible que hubiera ganado si los estadounidenses no ingresaban. El resultado de la guerra se debió en parte a la gran preponderancia aliada en material producido por la potencia industrial estadounidense. Los factores que inclinaron la balanza a favor de los Aliados fueron: la celeridad y magnitud de rearme estadounidense, y la rápida recuperación económica soviética. Esto nos dice algo sobre la capacidad organizativa de las potencias del Eje: fue incapaz de sacar el máximo provecho de los recursos que tenía. Había grandes diferencias entre los niveles de destreza técnica de los dos bandos, los soviéticos comenzaron a producir gran número de carros de combate y la calidad de los aviones mejoró lo suficiente como para corregir el desequilibrio en el combate. En el caso de la tecnología aeronáutica, la balanza se inclinó a favor de los Aliados por razones cuyo responsable fue la propia Alemania: retraso en el lanzamiento de la nueva generación de aviones. Las fuerzas estadounidenses y británicas estaban totalmente motorizadas mientras que Alemania no podía producir camiones ni jeeps. No se trataba únicamente de una cuestión de potencia económica e inventiva técnica sino también, de habilidad combativa; la superabundancia de armas no garantizaba su empleo eficaz, no solo las armas determinaban la potencia combativa, sino también el adiestramiento, la organización, la moral y el espíritu militar. El equilibrio de la capacidad combativa, al igual que el de los recursos, no se mantuvo constante durante la guerra. Después de la conmoción inicial de la derrota, los Aliados revisaron seriamente la forma en que sus fuerzas eran adiestradas, mandadas y desplegadas. La naturaleza del enemigo obligó a los Aliados a utilizar al máximo su imaginación estratégica para adoptar formas de combate ingeniosas y eficaces; en el Eje las primeras victorias crearon sentimiento falso de seguridad. La distancia entre la capacidad combativa de ambos bandos se acortó con rapidez: las fuerzas aliadas eran mucho más eficaces que al principio y las del Eje se estancaron. La guerra no fue un sesgo del avance natural del mundo hacia una utopía democrática, sino un conflicto muy reñido e imprevisible sobre el rumbo que iba a tomar entre las distintas posibilidades. Toda historia de la SGM y sus orígenes debe dar a Hitler un papel protagonista, la derrota alemana en la PGM le hizo caer una profunda postración y en su lucha por aceptar la realidad sacó conclusiones: la culpa de la derrota era de los judíos y de los bolcheviques. El poder personal, la sed de venganza y el odio insaciable de Hitler llevó a Alemania a la guerra. Por su volumen económico y su potencial militar, Alemania era el único país que podía amenazar seriamente los intereses nacionales de las otras potencias. Para Hitler, el enfrentamiento decisivo era la lucha contra el bolchevismo; Alemania pensaba concluir la instauración del Nuevo Orden antes de que Estados Unidos pudiera intervenir, los Aliados tenían entre sí el peor de los escenarios. Entre 1942 y 1944 la iniciativa pasó a los Aliados y el Eje sufrió los primeros reveses graves; en 1944 la desmoralización de los Aliados ya se había disipado y era posible vislumbrar que la victoria seria suya. La evolución que experimentó la guerra da respuesta a nuestra pregunta. Para explicar la victoria aliada se requiere amplitud. Fue un conflicto único, por su escala y por su extensión geográfica. El campo de batalla era mundial. Los Aliados pensaban que la guerra debía ganarse en todos los escenarios. Los Aliados prevalecieron, entre 1942 y 1944, en los cuatro campos principales (la guerra marítima, el frente oriental, la ofensiva aérea, la reconquista de Europa). La clave de la victoria final se encuentra: en la notable reactivación que experimentó el poder militar y económico soviético; en los bombardeos y la guerra marítima que posibilitaron la ofensiva aliada y la derrota alemana en tres frentes europeos; en la eficacia combativa de los Aliados que registró una subida, mientras que la del Eje descendió; en el mejor uso de los servicios de inteligencia, la superioridad tecnológica y humana; en el fuerte vinculo entre los gobernantes y los pueblos, la superioridad moral y el favorable consenso nacional.

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