LA DIVERSIDAD ESTÉTICA Y CULTURAL

La atención pionera de artistas y críticos, que el arte primitivo que penetra en las instituciones artísticas contemporáneas ya que la primera exposición de arte primitivo en una galería que tiene lugar en Nueva York, el primer museo dedicado a ese tema que después vendrían la década de los setenta que es la época de la descolonización que toda una serie de países africanos y oceánicos de toda una serie de nuevos sujetos emergentes, que reclaman su papel en la historia. Antes había sido considerado primitivo de un modo más claro que simplemente como no europeo, no occidental distinto.

Las discusiones filosóficas y antropológicas habían ido mostrando de forma cada vez más insistente para decirlo claramente una unidad de enormemente diversas, cuyo punto la tradición cultural de Occidente, que poco a poco los primitivos habían conocido familiares para la mentalidad occidental, a fines de 1965 escribía sobre los pueblos primitivos que cuando todavía podían ser pensados como simultáneamente distintas y contemporáneas a toda aquellas cualidades que el termino primitivismo es como una vez lo fueron. Ya en los años setenta, resulta inaceptable en las instituciones artísticas en 1910, Lucien Lévy-Bruhl publicaría un libro: La mentalidad primitiva, que caracterizaba el espíritu primitivo como animista, prerracional y prelógico. Ya que la mentalidad del primitivo se identificaba así con la edad infantil de la humanidad, y a éste se le consideraba como un niño, incapaz de orientar su vida de una manera adulta.

Los planteamientos de Lévy-Bruhl, en los que seguiría insistiendo en toda una serie de libros y trabajos (aunque hacia el final de su vida los reconsideraría autocríticamente), se hicieron enormemente populares. En realidad, no eran más que una síntesis, con una buena formulación conceptual, de lo que Occidente, a través de comerciantes, funcionarios coloniales y misioneros, había ido elaborando en sus siglos de contacto cultural coercitivo con los pueblos no occidentales.

Casi de un modo inmediato hubo, no obstante, reacciones en contra dentro de la antropología. En 1911, Franz Boas publicó La mente del hombre primitivo, en donde insistía en sus críticas anteriores a las teorías evolucionistas y a las necesarias limitaciones con que se debía aplicar el método comparativo en el estudio de las culturas humanas. A la vez, Boas rechazaba tajantemente los planteamientos de Lévy-Bruhl: la supuesta simplicidad del primitivo era un error. Todos los aspectos de la cultura primitiva tendrían una gran complejidad, pero al ser diferentes, podían no ser comprendidos por los observadores occidentales.

A pesar de la nitidez y rigor conceptual de los planteamientos de Boas, las teorías de la simplicidad primitiva no dejarían de estar en boga, de forma más o menos intensa, incluso en la antropología, hasta los años sesenta. El registro de su ocaso definitivo quizás se pueda

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