LA EXPRESION DE LAS IDEAS
beaju2926 de Julio de 2013
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LA EXPRESIÓN DE LAS IDEAS DESDE EL PUNTO DE VISTA HISTÓRICO
La historia, al igual que el resto de las disciplinas sociales, permite al hombre obtener conocimiento sobre la realidad. Luis Villoro señala que ese conocimiento: "le otorga una orientación permanente y segura de sus acciones en el mundo".
La necesidad de dar una explicación a los fenómenos que se presentan en la realidad en que actúa el hombre, debido a las implicaciones que tienen para él, lo obligan a tratar de darles una explicación, de llenarlos de contenido lógico que les dé una coherencia y permitan garantizar cierto control sobre ellos.
Según la concepción positivista, el historiador estudia primero los documentos y a partir de ellos establece los hechos históricos, los ordena y después los expone en forma lógica y coherente. Las cualidades proclamadas del historiador deben ser la imparcialidad y la objetividad. Así, la historia tiene cierta apariencia científica. Las críticas que se han hecho de tal concepción y sobre todo las objeciones que se han puesto a su carácter falsamente científico son bastante conocidas para que sea necesario insistir.
La Historia de las Ideas se puede decir es la historia de los hombres, inmersos en el horizonte cultural de su tiempo, que deviene en ese pliegue que se constituye entre las ideas, la historia, los imaginarios sociales, los sentimientos, las representaciones colectivas, el arte, la filosofía, la ciencia y la vida cotidiana.
Analizar la historia de las ideas conduce a reflexionar acerca de la crisis de la idea moderna de historia, aquella que comprendía la historia como un proceso lineal, unitario, progresivo y necesario, que se desarrollaba en un tiempo homogéneo habitado por una esencia humana universal.
A fines del siglo XX la emergencia de los particularismos, la implosión del tiempo, el reconocimiento de las diferencias, la conciencia del azar y la incertidumbre, nos movieron a desnaturalizar los procesos históricos y a construir otras representaciones del pasado.
Según Villoro, la necesidad de comprender el presente es la que impele a los hombres a indagar en el pasado para la búsqueda de las respuestas:
“El estudio de la historia parte del presente, el presente plantea las interrogantes que incitan a buscar en el pasado. La historia intenta dar razón de nuestro presente concreto”.
Es posible abordar, entonces, la historia de las ideas, o historia de los sistemas de pensamiento, de las prácticas y formas de conocer, desde una perspectiva retrospectiva-prospectiva, haciendo referencia a las filiaciones, las influencias, las articulaciones entre las ideas, circulando libremente por los espacios y los tiempos, atisbando los bordes, entrecruzando filosofía, literatura, cine, pintura, universos existenciales, poniendo de manifiesto la multiplicidad de determinaciones y articulaciones recíprocas que sobre determinan los procesos del pasado
Interrogamos al pasado desde nuestra situación presente y todo conocimiento resulta, entonces, recortado y parcial en tanto subjetivo, elaborado desde una determinada perspectiva que no puede ser sino siempre ficcional. Al conocer construimos nuestro objeto a partir de un campo de relaciones, categorías, supuestos, intereses, compromisos y sentimientos en constante fluir
Al respecto Zizek afirma
“En cuanto entramos en el orden simbólico, el pasado está siempre presente en forma de tradición histórica y el significado de estas huellas no está dado; cambia continuamente con las transformaciones de la red del significante.
Cada ruptura histórica, cada advenimiento de un nuevo significante amo, cambia retroactivamente el significado de toda tradición, reestructura la narración del pasado, lo hace legible de otro modo, nuevo”.
El pasado nos interpela y nos ofrece permanentemente claves para pensar el presente. Al problematizar la historia de las ideas ponemos en cuestión la concepción moderna de historia y planteamos nuevas categorías para reflexionar acerca del pasado.
Liberada de las ideas de necesidad y desarrollo progresivo, la historia se ilumina al incorporar las categorías de genealogía y acontecimiento que nos permiten desnaturalizar lo establecido, poner de manifiesto la brecha entre lo instituyente y lo instituido y pensar alternativas al discurso hegemónico.
En consecuencia el sentido de la historia es azaroso pero no arbitrario, no está predeterminado por un principio o fundamento, sino que se construye a posteriori en un devenir que no puede ser ordenado ni conjurado.
Hoy se puede comprender la historia como un devenir de continuidades y discontinuidades, conflictos, rupturas, tensiones irresolubles y hegemonías entre fuerzas sociales y proyectos políticos en lucha, y no como un progresivo desarrollo hacia formas superiores de racionalidad, inscripto en una visión lineal del mundo que creó la ilusión de un universo dominable por una forma de razón que devino tele-tecno-científica y que, paradójicamente, se enfrenta hoy con una complejidad inabarcable, que requiere la presencia de otras lógicas para que al menos pueda ser problematizada.
Liberada de la necesidad de las leyes inexorables de la historia la comprensión del pasado se ilumina al incorporar las categorías de genealogía y acontecimiento.
Se Interroga al pasado desde la situación presente y todo conocimiento resulta, entonces, recortado y parcial en tanto subjetivo, elaborado desde una determinada perspectiva que no puede ser sino siempre ficcional. Al conocer construimos nuestro objeto a partir de un campo de relaciones, categorías, supuestos, intereses, compromisos y sentimientos en constante fluir.
En este sentido se puede señalar que toda historia es historia contemporánea y todo conocimiento del pasado una construcción. Esto explica que los mismos procesos e ideas sean significados de manera diferente en distintos contextos, que existan distintas lecturas de la Revolución Francesa, la Edad Media o las luchas entre unitarios y federales.
El pasado interpela y ofrece permanentemente claves para pensar el presente. Al problematizar la historia de las ideas se pone en cuestión la concepción moderna de historia y se plantean nuevas categorías para reflexionar acerca del pasado.
Liberada de las ideas de necesidad y desarrollo progresivo, la historia se ilumina al incorporar las categorías de genealogía y acontecimiento que permiten desnaturalizar lo establecido, poner de manifiesto la brecha entre lo instituyente y lo instituido y pensar alternativas al discurso hegemónico.
En consecuencia el sentido de la historia es azaroso pero no arbitrario, no está predeterminado por un principio o fundamento, sino que se construye a posteriori en un devenir que no puede ser ordenado ni conjurado. El futuro reabre permanentemente el pasado en la discursividad del presente. La incertidumbre es el precio que debemos pagar por nuestra libertad.
La historia no puede aludir expresamente al pasado, como se sostiene de manera habitual, sino que sólo puede realizarse en la medida en que incluye al presente como elemento activo. Como saber reflexivo, la historia es un cambiante punto de intersección entre el pasado y presente. Cuando sostenemos que la historia constituye el estudio de “lo social” en el tiempo, nos estamos refiriendo a esta inevitable realidad.
No cabe duda sin embargo que es necesario un profundo conocimiento del desenvolvimiento a lo largo del tiempo del proceso del que forma parte el acontecimiento que queremos explicar.
Se debe conocer como se desenvolvió para poderlo explicarlo aunque la mera descripción del proceso en sí a lo largo del tiempo no debe ser el resultado final de nuestra investigación.
Es necesario indagar en busca de las respuestas del presente, en qué momento es cuando el proceso en cuestión muestra ya sus características básicas.
El estudio retrospectivo deberá de realizarse de acuerdo a las propias necesidades y objetivos que se planteen en la investigación. Así, de acuerdo con la propia investigación se determinarán los lapsos históricos a los cuales se deberá hacer referencia.
Los problemas al trabajar con el pasado en busca de la evolución temporal de los procesos sociales no se remiten a la determinación del rango histórico ni a la determinación de los acontecimientos. Se sitúan también en la manera de seleccionar los datos a analizar, en definir cuáles son los acontecimientos históricos importantes para el desenvolvimiento del fenómeno y cuáles no lo son.
La Historia de las Ideas se convierte así en un elemento importante para la explicación de los fenómenos sociales, sin ella muchas interpretaciones serían imposibles. El problema principal que se plantea es la manera de utilizar ese acervo empírico que está disponible para el investigador.
De la misma forma que las acciones de un hombre vienen precedidas y están determinadas por algún tipo de idea en su mente, así también las condiciones existenciales de una sociedad son precedidas y están determinadas por la influencia de una cierta filosofía entre aquellos cuyo trabajo es tratar con ideas.
Los acontecimientos de cualquier período de la historia son el resultado del pensamiento de la época anterior.
La historia de las ideas es un campo especial del estudio de la cultura. Tiene como objeto el examen de los testimonios de la mente humana. Sus fuentes las constituyen los registros intelectuales dejados por filósofos, artistas, escritores, científicos, políticos y pensadores de todo tipo a lo largo de los años.
Su expresión más corriente son las biografías de las grandes figuras del pensamiento
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