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LA FORMA PARA LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2014  •  433 Palabras (2 Páginas)  •  162 Visitas

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La clase oral puede revestir doble forma: si el maestro comunica directamente los conocimientos, toma el nombre de forma expositiva. Si al contrario, dice a los alumnos lo menos posible, procurando por medio de preguntas adecuadas, que ellos mismos encuentren las verdades que se les quiere inculcar, entonces se usa la forma interrogativa llamada por algunos método socrático, heurístico, o inventivo.

Es bastante difícil contar bien, y creo que han de ser muy pocos los maestros que reúnan todas las condiciones necesarias. Por lo mismo, es preciso dar al maestro principiante algunas reglas para encaminarlo. La preparación es indispensable para la enseñanza de cualquier ramo, pero en mayor grado la requiere una lección de historia, donde se trata de que el maestro hable sin interrupción durante cinco, diez o quince minutos, de una manera sencilla y natural, a la vez que pintoresca y atractiva, para lograr la atención de los alumnos, estimular la imaginación, provocar nobles sentimientos y fortalecer su voluntad. Posesionado ya de la materia, debe el maestro enseguida ordenar los diferentes puntos de que va a hablar, si es posible por escrito y pronunciar su discurso su discurso de viva voz, en su habitación particular o en un paseo por el campo, una, dos, tres veces.

Si nota mucha dificultad, más vale que al principio se lo aprenda de memoria, pues si se pone a titubear delante de los alumnos o si se corta por completo, no solo es muy dudoso el éxito de la clase, sino también corre peligro de perder su prestigio y autoridad como maestro y vendría fácilmente por tierra la disciplina de la clase.

Por otra parte, y hablo por experiencia propia, estos trabajos son compensados en corto tiempo, pues el maestro adquiere cada vez mayor destreza en el manejo del lenguaje. El maestro no debe ponerse al servicio de determinado partido político, religioso o social, sino guardar la mayor imparcialidad y predicar la mayor tolerancia. El maestro no debe falsificar la historia. La escuela debe ser un verdadero templo de la tolerancia; en sus aulas pueden sentarse niños católicos, protestantes y ateos, hijos de liberales y conservadores, sin que se ofendan las creencias de unos ni de otros. Los sucesos que la historia ha escrito con letras de sangre, son los que se relacionan con el fanatismo religioso o político. Estos sucesos ofrecen al maestro la mayor oportunidad para predicar la verdadera tolerancia, para hacer ver a sus alumnos que nadie se le debe perseguir por su color, nación o creencia sino que al contrario, debemos respetar en los demás la libertad de conciencia que pedimos para nosotros mismos.

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