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LA REVOLUCION INDUSTRIAL EN EL CONTEXTO DE LA MODERNIDAD


Enviado por   •  25 de Abril de 2014  •  1.819 Palabras (8 Páginas)  •  634 Visitas

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La Revolución Industrial en el contexto de la Modernidad

El siglo XVIII fue escenario de grandes cambios políticos, sociales y económicos en los países de Europa occidental y en América del Norte.

Nuevas formas de producción y de energía originaron importantes transformaciones en la economía y en la sociedad, mientras que en el ámbito político las revoluciones cambiaron definitivamente las formas de relación entre gobernantes y gobernados, dejando atrás el absolutismo.

Hacia la segunda mitad del siglo XIX se inició la llamada Segunda Revolución Industrial, una etapa caracterizada por la aparición de nuevas potencias industriales como también de fuentes de energía y formas de trabajo desconocidas hasta entonces. A fines del siglo ya estaba en marcha una nueva carrera por el dominio colonial, que se denominó imperialismo.

Los cambios que se dieron a lo largo de este período fueron sorprendentes y no solo se produjeron en el ámbito científico y técnico de los grandes centros de investigación, sino que también se reflejaron en la vida cotidiana de miles de personas.

Su repercusión en la situación social

Si bien hay quienes sostienen que la revolución industrial se inició con la invención de la máquina de vapor de Thomas Newcomen en 1712, existen muchos historiadores que consideran que en realidad ésta revolución no tiene fecha exacta de inicio, sino que más bien tuvo unos esbozos lentos a partir de los siglos XV y XVI con los primeros adelantos científicos y tecnológicos y que luego sufrió una gran aceleración al lograr aplicarse dichos adelantos al proceso productivo (fin del siglo XVIII y comienzos del XIX).

Un claro ejemplo de este impulso acelerado es precisamente la aparición de la máquina de vapor: inventada por Newcomen en 1712 y perfeccionada por James Watt en 1769. Pero tuvieron que transcurrir cuarenta años para que, recién en 1785 tenga sus primeras aplicaciones en la industria textil, y otros cuarenta y cuatro años mas tarde tuvo su aplicación en los transportes a través del ferrocarril (1829).

Con el correr de estas innovaciones, el régimen productivo sufrió cambios muy radicales, como por ejemplo el paso del sistema de producción artesanal al sistema fabril, un régimen de producción que se basa en el empleo de maquinarias atendidas por trabajadores de manera disciplinada y organizada. La familia dejó de ser entonces unidad de producción y los artesanos, con sus herramientas poco evolucionadas, no pudieron competir con el sistema fabril; de modo que tanto ellos, como los campesinos se vieron obligados a alquilar su fuerza de trabajo (trabajo domiciliario) para poder sobrevivir.

La industria textil fue la primera en “sentir” estos cambios tan importantes, pero muy pronto le sigue la mecanización de las siderúrgicas y con ellas se sientan las bases de la industria moderna.

Por otra parte, gracias a los nuevos descubrimientos geográficos acontecidos en los últimos años (descubrimiento de América y Oceanía) surgen nuevos continentes que se transforman con el correr de los años en nuevos mercados y nuevas fuentes de materia prima. Y en esto también incide la revolución industrial, al contribuir en la mejora de los transportes marítimos (buques a vapor que sustituyen a los antiguos navíos a vela), que a su vez se transforman en uno de los pilares en los que se sostendrán el nuevo imperialismo europeo.

A partir de la aplicación de la técnica al proceso productivo, la tecnología se transforma en el principal motor de la economía moderna incidiendo en sus principales factores: trabajo, producción y las relaciones entre los medios de trabajo y la fuerza de trabajo.

Todos estos cambios técnicos-científicos ya mencionados influyen en la racionalización del trabajo con lo que se logra economía de tiempo, simplificación de operaciones, menor tiempo de aprendizaje, posibilidades de realizar tareas simultáneas, división de trabajo y especialización. La capacidad de producción y de acumulación se incrementa notablemente, como así también el rendimiento y la productividad del trabajo.

En pocas palabras, se inicia la etapa de gran producción y de la acumulación intensiva del capital.

Sin embargo, es en las relaciones entre los que poseen los medios de producción y los que aportan la fuerza de trabajo donde se producen los fenómenos que más interesan a las ciencias sociales y al trabajo social. A partir de la revolución industrial se produce una clara división entre ambos factores y esto da a lugar a la aparición de dos clases sociales, una poseedora de todos los bienes de producción y “gozando casi todas las ventajas que los inventos modernos proporcionan tan abundantemente; la otra, en cambio, compuesta de indigente muchedumbre de obreros reducidos a angustiosa miseria” según la breve descripción de la situación de los trabajadores en el siglo XIX, de una encíclica del Papa León XIII.

Pero debemos tener presente que la clave de esta nueva situación no está dada por el hecho de la revolución industrial en si misma, sino por las consecuencias de la separación entre “productor” y “medio de producción”, que lleva a la acumulación y concentración de capital. Propietarios de bienes de producción por un lado y obreros por otro.

Por ello podemos afirmar que si bien la máquina pudo ser un instrumento de liberación del trabajo (con

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