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La Economia Esclavista


Enviado por   •  14 de Enero de 2014  •  5.036 Palabras (21 Páginas)  •  623 Visitas

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LA ECONOMIA ESCLAVISTA.

En el periodo que comprende las guerras de expansión en Italia y contra Cartago, Roma se convirtió en una potencia esclavista.

En sus orígenes Roma no conocía la esclavitud. Hay casos de reducción a esclavitud de pueblos ya en la época monárquica, mientras que en la época republicana las fuentes hablan desde el principio de prisioneros de guerra reducidos a servidumbre o distribuidos entre los combatientes más calificados, caballeros y centuriones.

Para refutar la gran antigüedad de la difusión de la esclavitud en Roma resulta decisivo el cotejo entre el primer tratado con Cartago y el segundo. Mientras que en el primero no hay ninguna cláusula sobre el comercio de esclavos, en el segundo se prohíbe a los cartaginenses comerciar en los puertos romanos con esclavos capturados a pueblos ligados por amistad con Roma, y se establece idéntica obligación para los romanos respecto a los cartaginenses. Esto demuestra claramente que el fenómeno de la esclavitud se había difundido durante la mitad del siglo IV, que se recurría ya a la captura de hombres para venderlos como esclavos y por lo tanto había hecho su aparición la economía esclavista.

Entre las causas del cambio de la política romana respecto a los pueblos vencidos esta la entrada de la costumbre a final del siglo IV en la política romana. En el cambio influyeron razones de orden político, derivadas de la distinta relación de Roma con los pueblos vencidos, pero también razones económicas que han de buscarse en la exigencia de disponer de fuerzas de trabajo subordinado baratas.

Los datos disponibles sobre el número de esclavos son escasamente fiables a medida que nos remontamos en el tiempo. El valor medio aproximado de los esclavos era de 2.000 sestercios.

Es preciso remitirse de nuevo a las condiciones materiales y a las necesidades de fuerza de trabajo. El territorio romano se incrementó en 562 o 610 Km^2 tras la toma de Veyos, y fue distribuido en parte a la plebe pobre en la medida de 7 yugadas por cabeza, quedando una notable cantidad de tierra disponible para las posesiones patricias. Según Columela, una familia media se bastaba para el cultivo de las 7 yugadas asignadas sin contratar a otros trabajadores. Por lo que no había gran demanda de fuerzas de trabajo. Por otra parte, para el mero cultivo del trigo, que no exige un trabajo continuado, no resultaban convenientes, desde el punto de vista económico, los esclavos, a quienes había que mantener incluso cuando no trabajaban. Por eso, las nuevas posesiones del estado romano no eran tales que requiriesen el empleo masivo de esclavos.

Pero la situación cambió rápidamente ya después de la primera guerra púnica, que terminó con la adquisición por Roma de Sicilia. En esta isla, los cartaginenses habían mantenido en los territorios sometidos, de la propiedad pública del suelo, por cuya posesión el Estado exigía a los cultivadores una parte del producto. A partir de este momento Roma adoptó este sistema, en vez de la asignación a ciudadanos o la fundación de colonias. Esto significaba que la capital del nuevo imperio podía disponer a partir de entonces de una ingente cantidad de trigo cuyo costo se limitaba sólo al transporte.

Tras la segunda guerra púnica la situación sufrió un cambio aún más radical. Las devastaciones de Italia por los ejércitos, el abandono de las tierras por la población y las pérdidas humanas, fueron causas que provocaron, junto a la mayor disponibilidad de trigo, las transformaciones de la agricultura romana y el empleo creciente de esclavos que caracterizan los dos últimos siglos de la República. Tanto la finca racional de la que nos da una minuciosa ilustración el manual de Catón como los latifundios requerían mano de obra predominantemente servil, así como los capitales necesarios para las instalaciones de las tierras y las compras de esclavos.

Junto con las causas políticas derivadas de las nuevas orientaciones romanas en relaciones internacionales, inspiradas en adelante en principios imperialistas, éstos eran factores de orden material y económico que favorecían la trata de esclavos y transformaron la sociedad romana en una sociedad esclavista por excelencia.

Hoy en día es difícil calcular la entidad del fenómeno, es decir, la relación entre la población libre y la población servil. En el siglo II Beloch nos da una relación de 1 esclavo por cada dos libres. Por lo demás, el precio era bastante elevado todavía en tiempos de Catón, pues las fuentes nos informan de que éste estaba dispuesto a pagarlos hasta a 1.500 denarios, frente a la media de 500 denarios del periodo sucesivo. Otro indicio sobre el número de esclavos puede deducirse de que en el manual de Catón el equipo de esclavos que requería normalmente una hacienda de tamaño medio no era muy elevado y que posiblemente había aún obreros libres contratados a jornal.

Estos elementos nos proporcionan útiles indicaciones para hacernos una idea bastante clara de los caracteres de la sociedad esclavista en este primer periodo. Consistían en un gran empleo de esclavos en las actividades productivas y en particular en la agricultura, pero no en su difusión masiva ni en la sustitución del trabajo libre por el servil. Sólo en el curso del siglo II y más adelante, a consecuencia de las guerras contra el Oriente mediterráneo y la política de expansión imperialista, la esclavitud alcanzó sus formas más clásicas de máxima expansión.

La difusión del sistema alimentó el comercio de esclavos en el Oriente helenístico, se podían llegar a vender en los mercados de Delos hasta 10.000 esclavos diarios.

Podemos imaginar la profunda transformación de la sociedad romana que producía la continua introducción de fuerzas de trabajo subordinado y qué reflejos tenía sobre la población libre. Además, no solo el derecho consentía al propietario manumitir a sus esclavos cuando quisiera, sino que también en los usos sociales de las clases elevadas había prodigalidad en conceder la libertad a gran número de siervos. El que un siervo pudiera aspirar a la libertad constituía un poderoso incentivo para la eficacia del sistema y para obtener el máximo rendimiento del servicio. Así se fue constituyendo una nueva categoría social, la de los libertos, es decir, los ex-esclavos, quienes adquirían de inmediato la libertad y la ciudadanía romana. Este fenómeno es de suma importancia para la historia de la economía y para la política.

La manumisión del esclavo suponía que éste pudiera procurarse medios de vida, una vez que ya no había un dueño interesado en mantenerlo.

En el sistema esclavista no se buscaban sólo fuerzas de trabajo para los empleos más gravosos, como la agricultura o la

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