La Historia Con H Mayúscula.

Mi profesora, cuando yo era niña, explicaba que existía una historia –con “h” minúscula- y una Historia. Llevándolo a términos más prácticos, podemos definir qué es la historia según las siguientes consignas de la Real Académica Española:

“. 1. f. Narración y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria, sean públicos o privados.

2. f. Disciplina que estudia y narra estos sucesos.

[…]

4. f. Conjunto de los sucesos o hechos políticos, sociales, económicos, culturales, etc., de un pueblo o de una nación.”

Desde este aspecto, podemos entender como Historia –la con mayúscula, la disciplinar- la que se relaciona con la acepción 1, 2 y 4, mientras que la idea de historia tiene que ver con el pasado de un individuo o colectividad menor.

La Historia como disciplina da a conocer sucesos ocurridos en el pasado, hace una narración y un estudio de los sucesos a un nivel más macro de gente.

La intención de reconstruir un suceso particular parte con nuestra naturaleza temporal: n tenemos la capacidad de viajar a nuestra merced entre el presente y el pasado. La narración en este sentido tiene la función de reconstruir hechos particulares, tanto para su estudio como para su transmisión. A sabiendas también de la importancia de la historia como influencia política y social, su manipulación puede significar un cambio importante en diversas orientaciones del mismo orden si es que se escribe desde la subjetividad y con algún fin en particular, por lo que su construcción debe ir más allá de una versión personal y subjetiva. La Historia debe ser escrita desde una verdad.

A partir de esto se han conformado varias mociones en torno a cómo se crea el conocimiento histórico y cómo abordarlo; En este informe, particularmente trabajaremos con las ideas de Enrique Moradiellos, Enrique Florescano y Fernand Braudel.

Primero que todo, hay que comprender que la Historia se ha transmitido tanto a través de la oralidad como de la escritura. El relato hablado es por excelencia el primer medio de comunicación. No obstante esto, no es una fuente fiable, puesto que no verifica su fuente ni tiene por qué ser una fuente verídica.

La invención de la escritura y su masificación significó una inmortalización de la palabra, en palabras de Florescano: “…El testimonio oral se convirtió en texto y más tarde los papeles dieron paso a la formación de archivos”. Esto significó una formalización de las fuentes historiográficas –No obstante lo anterior, hoy por hoy el testimonio oral también pasa a ser una importante fuente para la construcción de la historia.-

El tener la fuente de manera registrada y permanente permite también un análisis más exhaustivo, lo que se traduce finalmente en un consenso a la hora de establecer paradigmas de fidelidad de la fuente. Desde este punto en adelante podemos hablar de la Historia como una ciencia, que en palabras de Moradiellos representa una actividad humana que produce un tipo particular de conocimiento –en este caso histórico-, que debe ser crítico-racional, organizado, sistematizado, trasmitido y desarrollado a lo largo de la historia.

No obstante lo anterior, Braudel afirma que la Historia es una ciencia que se reafirma de muchas otras disciplinas, como la política o la economía, por nombrar algunas, por lo que se encuentra constantemente en crisis.

Retomando la discusión sobre el gran cambio que se produce tras considerar la Historia una ciencia, es necesario considerar también la concepción temporal que hay de por medio, y aquí Fernand Braudel hace su aporte con proponer las ideas de corta, mediana y larga duración. Esto tiene que ver con “desmenuzar” la historia: Reducir un proceso extenso en sucesos no importantes a primera vista, sin tomar el real peso que tienen a nivel histórico y menos en relación nuestra

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