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La Hora De Los Invisibles


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2012  •  3.939 Palabras (16 Páginas)  •  446 Visitas

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La hora de l@s invisibles

Boaventura de Souza Santos

Al analizar los informes de 2009 del Foro Económico Mundial de Davos, saltan a la vista perturbadoras semejanzas con los diagnósticos que hemos hecho, hasta ahora, sobre la crisis económica, financiera, ambiental y energética ¿Esto quiere decir que nosotros hemos aterrizado antes de tiempo, o que el Foro Económico está aterrizando demasiado tarde? Más allá de esas semejanzas insidiosas, lo que interesa subrayar es que hay una diferencia total en la terapéutica propuesta para resolver la crisis. Para ellos, la solución es más capitalismo, un capitalismo más diferenciado, probablemente con otro papel del Estado, pero al fin más capitalismo y más de los mismos conceptos. Por nuestra parte, en cambio, vemos la necesidad urgente de actuar ahora para transformaciones de fondo, porque mañana puede ser demasiado tarde. Hay una sensación de urgencia evidenciada por las complejas realidades que la propia crisis muestra.

Antes teníamos un instrumento: la revolución. La complicación es que la revolución planteaba la idea de un cambio rápido y, simultáneamente, de una de transformación civilizatoria. Pero este modelo naufragó, la revolución hizo cambios rápidos pero no transformó la civilización. Esta paradoja sigue presente ahora: queremos cambios urgentes pero queremos también un cambio civilizatorio, lo que implica cambios históricos.

El cambio civilizatorio planteado, además de histórico y urgente, supone también profundas transformaciones y luchas contra el ‘enemigo interno’. El enemigo interno esta en las contradicciones que tenemos en nuestras cabezas y nuestros cuerpos, en las relaciones con los otros, hombres y mujeres; en las relaciones con personas de otras etnias, blancos, negros, indígenas; o las relaciones que tenemos con la naturaleza. La superación de esta contradicción es un primer nivel esencial para empezar los cambios civilizatorios.

La segunda gran dificultad radica en la discrepancia entre la tradición de la teoría y las políticas de izquierda y las prácticas transformadoras que están ocurriendo. En parte esto tiene que ver con que los actores de los cambios en curso son aquellos a quienes la izquierda prestó poca atención. Se trata de los indígenas, que han sido invisibles para toda la teoría, inclusive para la marxista [1].

Los grandes movimientos de hoy son los indígenas, los afrodescendientes, los quilombolas -en Brasil-; el movimiento de lucha por la tierra, por una justicia histórica. Está también el movimiento de las mujeres, en gran medida invisibles a lo largo del siglo XX. Esos son los invisibles de las conceptualizaciones anteriores, es lo que llamo ‘sociología de las ausencias’, son aquellos que estuvieron presentes pero no visibles. Hoy son visibles pero, aún así, la teoría persiste en no tomarlos en cuenta, se siente incómoda frente a ellos.

Por eso mismo, la teoría no está al frente en este momento, tiende a ir atrás, porque la práctica es más transformadora y creativa que ella. Por lo tanto, tenemos que partir de una idea de humildad, que se entronca con aquello que un sabio llamó ‘ecología de saberes’, pues los conocimientos teóricos y científicos apenas son uno de los conocimientos vigentes en el mundo. El conocimiento popular, de las mujeres, de los indígenas, de las comunidades urbanas, es un conocimiento tan valioso como el teórico. Pero para emprender esta transformación tenemos que desaprender, tenemos que hacer un esfuerzo interno de abrirnos a otras realidades de conocimiento.

En Bolivia, las utopías construidas han sido concretas, esto se refleja en la nueva Constitución, que define un modelo económico en torno al Sumaq Qamaña , noción aymara que corresponde al Sumak Kawsay de los quichuas, que está, a su vez, en la Constitución del Ecuador: el Buen Vivir. Es otro régimen económico, hay otra concepción que va más allá del ‘desarrollo’, concepto que ya está siendo rebatido en estos países.

El concepto es este: Sumak Kawsay, nombrado así, en su enunciación nativa, pues es sumamente importante que en nuestros movimientos progresistas comencemos a utilizar las lenguas no coloniales. Hablemos entonces de Sumak Kawsay, de Sumaq Qamaña. Se trata del Vivir Bien, un concepto de comunidad donde nadie puede ganar si su vecino no gana. La concepción capitalista es exactamente lo opuesto: para que yo gane, el resto del mundo tiene que perder. No hay ganancia sin pérdida: si vamos al tribunal alguien gana, otro pierde. Pero hay que intentar imaginar un modelo diferente de economía y de sociedad, con otra concepción de naturaleza.

De ahí la opción: o China o Sumak Kawsay. ¿Por qué China? Porque el G8, el Banco Mundial -en cuya eliminación deberíamos insistir porque ha robado a lo largo de estos años y no ha dado indemnización a nadie por sus errores- imploran a los chinos: por favor consuman, por favor gasten, porque si no gastan la economía mundial se va a hundir. Las instituciones internacionales saben -pues no son ingenuos- que si los chinos tuvieran el mismo patrón de consumo, el mismo modelo de consumo vigente en los Estados Unidos y Europa, necesitaríamos tres planetas para sostener el único planeta que tenemos. Esto se llama fraude, porque el capitalismo sólo ve a corto plazo, no es capaz de pensar a largo plazo si no es en términos autodestructivos. Por lo tanto debemos tomar una posición: o China o Sumak Kawsay.

La Constitución del Ecuador reconoce ‘derechos a la naturaleza’. Los debates previos a este reconocimiento fueron profundos, pues hasta aquí la naturaleza era vista como un objeto, un recurso natural. El concepto de derechos de la naturaleza refiere a la Pachamama, a la Madre Tierra, tiene que ver con una cosmovisión que se construye de interrelaciones. Esta visión está presente también en otras culturas: en África existen los mismos conceptos, en América del Norte los indígenas Sami reconocen a la naturaleza como la Madre Tierra. Es por eso que los indígenas Sarayacu de Ecuador o los indígenas de la Sierra Nevada del Cocuy en Colombia, dicen que extraer el petróleo de sus tierras es extraer su sangre, o sea la sangre de la tierra ligada a la sangre de las personas. Es otra concepción.

Por lo tanto, es importante comenzar a pensar en una alternativa. Esta alternativa está en camino, pero con dificultades. La primera dificultad radica en el intento de construir lo nuevo a partir de lo viejo. Basta con considerar los idiomas, que son una dimensión de aquello que existe. Y debemos pensar lo nuevo a partir de lo viejo.

Una de las cosas más importantes en este momento es que la crisis del neoliberalismo -o el fraude del neoliberalismo como dice Aníbal Quijano-, va a traer de regreso al

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