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La Idiosincrasia Del Paraguayo


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2014  •  3.490 Palabras (14 Páginas)  •  1.009 Visitas

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"La idiosincrasia del Paraguayo"

Introducción

El diccionario define la palabra idiosincrasia como “manera de ser propia de una persona”, y adaptando esa expresión al título de este modesto ensayo podríamos decir que “La idiosincrasia del Paraguayo”, consiste -por consiguiente- en la descripción de la “manera de ser propia del habitante del Paraguay”.

De hecho, todas las naciones de la tierra tienen una manera de ser propia de sus respectivos habitantes. Esa manera de ser propia incluye modelos culturales, como el idioma, la música, los refranes, los mitos, las leyendas, los cuentos, las creencias y las supersticiones, los juegos y pasatiempos, los usos y las costumbres, las fiestas populares y patronales, la vestimenta, la alimentación y las artesanías, entre otros. Muchos son los autores que coiciden en señalar una sinonimia entre idiosincrasia y cultura popular o folklórica; o idiosincrasia e identidad cultural.

De lo expuesto, podemos colegir que, definitivamente, existe una manera de ser propia del habitante del Paraguay, y de su análisis e interpretación se preocuparon varios estudiosos, entre ellos, el Dr. Helio Vera en su obra “En busca del hueso perdido (tratado de paraguayología)”; asímismo, el Monseñor Saro Vera en su libro “El paraguayo un hombre fuera de su mundo”; también, el Dr. Miguel Angel Pangrazio en su publicación “Arriéro porte”; e igualmente, el Dr. Aníbal Romero Sanabria en su ensayo “Mas paraguayo que la mandioca”. Cada uno de los mencionados analizó procurando interpretar la idiosincrancia del paraguayo, señalando ciertas maneras de ser propias que, como paraguayos, nos distinguen de los habitantes del “resto del mundo”. Los cuatro autores mencionados coinciden que alguna de las “virtudes” del paraguayo son, por ejemplo, el coraje, la audacia, el sentido del humor, el poder de observación, el ser sufrido, el ser -de acuerdo a las circustancias- ñembotavy o tova’atâ; el saber utilizar -siempre de acuerdo a la conveniencia- la ley del mbarete o el arandu ka’aty; y por último, el no poseer la noción del tiempo y demostrar, de cuando en cuando, la vocación de výro chúsko.

Pero, cuando decimos que uno de nosotros “se hace el ñembotavy” o que es un “výro chusco” nos enfrentamos a una realidad: nuestro doble orígen (Guarani – Español). Solo nosotros entendemos la expresión “se hace el” en castellano y la palabra “ñembotavy” del Guarani, en una misma oración; o la expresión “výro” del Guarani y la palabra “chusco” del castellano, en una misma frase. Este fenómeno nos ubica ante nuestra forma de ser “rova mokôi”. Es que en el paraguayo podriamos sintetizar la frase: “dos personas distintas (Guarani y Español) y un solo Dios verdadero”: el paraguayo. Es decir, en nosotros prevalecen simultáneamente dos culturas distintas pero materializadas en una misma persona. Por un lado, la cultura occidental (española) y por el otro lado, la cultura nativa (Guarani).

Como decíamos, por un lado, el paraguayo -hoy- forma parte del mundo occidental donde el ser humano debe “vivir para trabajar” y “vivir para tener”. Tan intensas son las revoluciones de la vida en ese mundo que prácticamente nadie piensa en el “vivir para ser”. Jornadas laborales y de estudios prolongadas, variedad de entretenimientos, y la cobertura de todo el tiempo disponible por la avalancha de “tentaciones” que ofrece la “sociedad de consumo”, a través de la televisión, las radioemisoras y los periódicos; han cooperado para la aparición del hombre material o más exactamente materialista u hombre occidental como algunos lo denominan. Es el hombre capaz de entretenerse viendo -desde el televisor de su casa- una guerra entre dos países o un partido de fútbol. Trabaja diariamente varias horas y tiene “compromisos delicados de último momento”. Es el hombre que padece a su vez patologías modernas como el surmenaje, el estrés o tiene hipertensión arterial. Es el hombre que no respeta ni conoce la naturaleza y mucho menos su propia estructura y funcionamiento corporal. Es incapaz de apreciar un hermoso amanecer o una bella flor. Se acuerda de Dios yendo a la iglesia pero mientras está ahí solo piensa en su trabajo, porque él solo tiene que “vivir para trabajar” y “vivir para tener”.

Pero, por el otro lado, el paraguayo tiene -en los más profundo de su ser, en su “karaku”- las maneras de ser propias de la sociedad Guarani cuyos miembros se esmeran en “vivir para ser”. Ellos saben que la vida terrenal es breve, y para ellos es un tránsito hacia la “tierra sin males”; por consiguiente, nada es nuestro: ni la tierra, ni las plantas ni los animales. No son de nadie en particular pero están a disposición de todos, para su uso racional, ya que debemos heredarlos a nuestros descendientes y así sucesivamente. Viven “en” y “con” la naturaleza, y procuran desarrollarse plenamente como personas procurando para el efecto “ser “. Buscan el “tekokatu”, que es el estado de plenitud o perfección. No son personas materialistas son más bien espiritualistas. Cuando necesitan alimentarse la madre naturaleza les provee, cuando están cansados y desean dormir -sin mas trámites- duermen. No conocen el surmenaje, el estrés o la hipertensión arterial. No cumplen horarios de oficina. Conocen profundamente los “secretos”, la perfección y belleza de la naturaleza. Viven “para ser”. Para ellos la cuestión no es vivir para tener sino “vivir para ser”.

Por último y, a fuerza de ser sinceros, debemos decir que en el paraguayo pesa más la raíz Guarani que la Occidental. Talves, los grandes centros urbanos (Asunción y alrededores, Ciudad del Este, Encarnación, Pedro Juan Caballero, Villarrica) tengan, en la actualidad, más de los occidental, pero el resto del país se identifica mucho con lo guaranítico.

Desarrollo

A los efectos de demostrar que el paraguayo posee una idiosincrasia o identidad definida, es que seguidamente referiremos a algunas de las “maneras propias de ser” nuestras. Así:

El idioma

Por más represiones (físicas y psíquicas) que sufrió el Guarani hablante, éste sigue siendo mayoría en el Paraguay, y por consiguiente, un elemento vital para el análisis de la idiosincrasia pasa por el reconocimiento de ese hecho: en el paraguayo hay más de Guarani que de Castellano.

El Idioma Guarani es el idioma de la mayoría. Los resultados del Censo Nacional de 1992, evidenciaron que el 37% de la población entonces de casi cuatro millones y medio de habitantes, era monolingüe Guarani, el 50% bilingüe (Guarani-Castellano), el 7% monolingüe Castellano, y el 6% restante

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