La Patria Del Criollo
mynorcito26 de Agosto de 2014
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Un hombre inteligente, cordial, de fina ironía política y, en lo fundamental, el historiador de gran honestidad académica. Me refiero al intelectual guatemalteco Severo Martínez Peláez: un extraordinario ser humano. Sus aportes se encuentran en libros y ensayos que abren caminos para lograr una visión integradora de la nacionalidad guatemalteca. Su obra permanece en el fascinante estudio de la historia y vivió inmerso en la modernidad porque con su pensamiento, estuvo presente en los cambios sociales de Guatemala. Desde su exilio en Puebla, México, coadyuvó a elaborar la cultura de su país, asumiendo el compromiso de estar presente en sus luchas reivindicativas.
En libros de Martínez Peláez como La patria del criollo. Ensayo de interpretación de la realidad colonial guatemalteca, con varias ediciones e innovadores principios metodológicos, él busca la explicación científica de procesos pasados que configuran el presente de Guatemala. Es el estudio de la historiografía guatemalteca. Y tal como la señaló la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), en el texto encontramos “(…) formación y luchas de las clases sociales en la colonia, advenimiento y definición del indio como fenómeno colonial, dinámica de la etnia en la lucha de clases, significación social de los mestizajes, mecanismos coloniales de explotación, nacimiento de la patria y defensa del patrimonio”. El texto de Severo Martínez presenta un análisis de las pugnas entre españoles, mestizos e indígenas en la estructura de clases de la sociedad colonial guatemalteca.
En la serie Documentos para la Historia (marzo/1998), la Universidad de San Carlos de Guatemala, dio a conocer criterios de diversos investigadores con relación al libro La patria del criollo, como homenaje a Severo Martínez pues, lamentablemente, falleció el 14 de enero de 1998. En esa recopilación, el investigador Robert Carmack señala: “Me entusiasma este libro. Pienso que es el mejor análisis sociológico de Guatemala que ha aparecido en los años recientes”. Es una afirmación de gran acierto pues en Severo Martínez hay equilibrio analítico y su principal implicación es explicar cómo se forja la múltiple identidad de guatemaltecos y guatemaltecas.
Es necesario que en Guatemala se fortalezca el conocimiento de la prolífica vida -como científico social- de Severo Martínez, porque fue un humanista con un lenguaje claro. Pueden señalarse de él otros ensayos, entre ellos, Centroamérica en los años de la Independencia: el país y los habitantes (Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, Guatemala, 1972), ¿Qué es el indio? (Revista Alero, Guatemala, 1973) y Los motines de indios en el periodo colonial guatemalteco (Revista Estudios Sociales Centroamericanos, Guatemala, 1973). La BUAP publicó en 1976 lo que puede considerarse la segunda gran obra de Martínez Peláez: Motines de indios. La violencia colonial en Centroamérica y Chiapas, donde afirma: “Los motines de indios fueron una realidad cotidiana y profunda en la vida colonial de Centroamérica”.
En el ensayo Racismo y análisis histórico de la definición del indio guatemalteco, presentado en el Primer Encuentro de Historiadores Latinoamericano (Universidad Nacional Autónoma de México, 1974), Severo Martínez señaló: el indígena “(…) es un fenómeno colonial prolongado mucho más allá de la independencia por la perduración de las condiciones económicas y las presiones de todo tipo que lo habían modelado originalmente”.
Severo Martínez tiene especial vigencia en la investigación histórica guatemalteca. Con base a la lectura de sus libros puede afirmarse que los pueblos indígenas han sido reprimidos por sus acciones reivindicativas y, en la actualidad, luchan por el derecho de expresarse con libertad, exigen respeto a su desarrollo según sus propias costumbres, dentro de un territorio donde deben vivir en un ambiente adecuado.
Un propósito y una orientación estuvieron presentes en la vida de Severo Martínez. En el primer caso, el desarrollo de un investigador serio con significativos aportes al análisis histórico de la realidad social guatemalteca. El segundo se refiere a su presencia en el movimiento democrático de su país. En este aspecto debe hablarse de su sensibilidad humana, amplio y plural pensamiento político, lo cual permite que sus ideas continúen vigente pues, sin asumir posiciones dogmáticas, estudia a los habitantes de Guatemala con sus historias y costumbres.
RESUMEN DE LA PATRIA DEL CRIOLLO
En este libro nos damos cuenta de que el indio viene de último. Se había rezagado en alguna parte, y aun al acordarnos de el se nos aparece desdibujado, empequeñecido, desprovisto, del alto relieve que ostentan otros elementos de la Recordación.
Como sabemos la Recordación es un documento histórico es la principal fuente para el conocimiento de los indios de Guatemala durante la época colonial, y sólo la crónica de Ximenez puede comparársele sin llegar nunca a serle igual. Lo que ocurre es que la obra, lejos de pecar de infidelidad en este punto, es un reflejo exacto de la realidad dentro de la cual se gestó. Como los criollos vivían del trabajo de los indios estos tenían que ser, en una u otra forma la preocupación cardinal del gran testimonio criollo que es la Recordación. Los criollos querían disimular la verdadera procedencia de su bienestar y su riqueza, y ese móvil los llevaba a negarle méritos a los indios, a borrar la gran importancia de su trabajo, agigantando sus posibles deficiencias, ocultando el origen económico de las mismas inventando muchas otras y socavando por todos los medios del prestigio de los nativos.
Hay que analizar los sorprendentes momentos en que el cronista, alterando su posición fundamental de negación del indio, parece adoptar de pronto actitudes de apoyo y defensa de los indígenas. En todos estos momentos puede comprobarse que ocurre uno de estos dos fenómenos: lo más frecuente es que este considerando a los nativos, en su llana relación con los criollos, sino en sus relaciones con los españoles y que la aparente defensa no sea otra cosa que la negación de la negación que aquellos hacían del indio.
Los indígenas no adoptaron plena y exclusivamente las creencias de la indoctrinaciòn católica, sino las combinaron con creencias suyas y desarrollaron una religion mixta, fue observado por todos los cronistas coloniales. Hay que buscar aquellas causas, por supuesto, en el bajo nivel cultural en que fueron mantenidos los indígenas durante la colonia. Tiene que haber sido un factor de primer orden, también la tendencia de los indios a mantener vivas sus tradiciones: no por inercia, sino dentro de un esfuerzo enderezado a no aceptar plena y pasivamente las creencias introducidas por sus dominadores y enemigos de clase.
Concluyamos, la supervivencia del paganismo y el rechazo del catolicismo eran fenómenos derivados del odio que los indios sentían hacia sus dominadores y explotadores. No podían éstos últimos, por lo tanto, ver con tranquila indiferencia las pruebas de que la conciencia del indio no estaba plenamente conquistada.
Tres son los prejuicios que con insistencia y maña, se repiten a lo largo de todos los escritos elaborados por los grupos terratenientes en el conflicto de 1663. Uno es afirmar que los indios son haraganes, que no trabajan bien. Otro consiste en decir que son inclinados al vicio, especialmente a la embriaguez, y que aumentan entre ellos las borracheras y los escándalos si no se les tiene ocupado con las más diversas y capciosas formas, que los indios no padecen pobreza, que viven conformes y tranquilos. Son los tres inveterados prejuicios criollistas, que desde luego están presentes a lo largo de toda la Recordación, y el tercero es el que se expresa, de manera casi mecánica, en la afirmación del cronista sobre la “descansada riqueza” de los indios del Valle de Guatemala.
Cuando el fiscal pidió la abolición del repartimiento, la supresión del trabajo forzoso, estaba pidiendo en el mismo acto la implantación del trabajo asalariado, la libre contratación del trabajo. La supresión del repartimiento implicaba la creación del trabajo asalariado de libre contratación. Y he aquí el fondo de todo aquel problema: la defensa del repartimiento implicaba una lucha por evitar la libre contratación y el salario. Aunque una cosa implicaba la otra, los criollos hicieron prodigios para que solo se viera una cara del problema. El trabajo libre significaba un encarecimiento inmediato de la mano de obra, y esto era lo que los criollos tenían que evitar con disimulo, sin que la verdad saliera a luz.
En resumen. El repartimiento era desventajoso para los indios y por eso lo regían. La producción de bienes para tributar les era totalmente gravosa, pues regalaban allí su trabajo. Odiaban esa obligación. El trabajo en sus tierras comunales no ofrecía grandes alicientes pero aun siendo así, ese trabajo arrojaba al mercado interno gran cantidad de bienes. Las plazas o mercados semanales de los pueblos y las ciudades se abastecían, fundamentalmente, con lo producido por los indios en sus tierras del común. Y finalmente allí donde el indio podía encontrar algún interés en esforzarse, se esforzaba. Era haragán pues en todos aquellos casos en que tenia motivos para oponer resistencia a un trabajo que le resultaba desventajoso. Lo que a los ojos del criollismo aparecía como dejamiento de los indios, no era otra cosa que resistencia.
En ningún lugar de dicha obra el cronista afirma que el indio sea su compatriota, o que la patria
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