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La Pos Guerra


Enviado por   •  6 de Junio de 2015  •  8.381 Palabras (34 Páginas)  •  123 Visitas

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Han transcurrido casi 125 años desde que las tropas chilenas, en un día de agosto de 1884, dejaron Lima. Deberán pasar otros 45 años para que, mediante el Tratado de Lima se cristalice la entrega de Tacna a Perú, mientras que Arica y Tarapacá serán absorbidas definitivamente por Chile. Ambas fechas no hacen sino que ilustrar dos hechos traumáticos para la conciencia nacional peruana, pero no obstante ello, estos se transformaron en fuente de cohesión política nacional del espacio limeño. Una de las fases históricas de mayor estabilidad política en Perú se produjo durante el período de la posguerra del Pacífico.

Si lugar a dudas, debemos preguntarnos si esta guerra realmente terminó en 1884, específicamente en las mentes y en las conciencias históricas nacionales de los países que sufrieron la derrota, o si por el contrario, aquel año marca más bien el comienzo de una tregua que es considerada por estas como indefinida.

Administrar la victoria siempre ha sido más fácil que administrar la capitulación. La derrota implica encontrar a los culpables de ella, justificarla y reconstruir las confianzas internas. El principal subproducto de la derrota es el nacionalismo negativo: en la fragmentación nacional, ante la inestabilidad institucional y la debilidad política es necesario erigir fuentes o actores de cohesión.

¿Existe cabida para un mea culpa, en especial del vencedor, en este caso Chile? Las condicionantes históricas, materiales y de los procesos políticos que conllevaron a este conflicto, ya más que centenario, no corresponden a los de un siglo atrás. Convengamos que la guerra, como medio de resolución de conflictos, fue puesta fuera de la ley recién en 1945, antes esta era legítima. El uso de la fuerza era una práctica común, así como lo era la ocupación y la anexión de territorios. La Segunda Guerra Mundial dejará todo lo anterior en el olvido. Un mea culpa no precedería, sí gestos de conciliación.

Frente a lo anterior, por años se ha señalado que las fronteras, límites y territorios de Chile están claramente delimitados, no obstante ello, de la noche a la mañana nos encontramos frente a una realidad algo diferente. Pretensiones fronterizas peruanas, exigencias territoriales bolivianas y límites en status quo frente a Argentina.

Claramente, nuestras fronteras están siendo cuestionadas por parte de todos los vecinos. Las fronteras y límites siguen moviéndose, desplazándose y transformándose en Sudamérica. Se erigen en fuente de descomposición regional.

Las estrategias de contención bajo la lógica disuasiva han funcionado frente a centenarias posturas contestatarias de los territorios, de las fronteras y de los límites nacionales. Hoy conocemos una nueva fase.

Una vez más pareciera que la fuerza ha llamado a la razón y el cis vis pacem, para bellum ha primado, imponiéndose por sobre cualquier otra política de Estado. La pregunta que surge es si es compatible hacer caso omiso a esta realidad vecinal de contestación permanente de nuestras fronteras y limites o si es tiempo ya de descubrir e implementar nuevas estrategias y de adoptar nuevas políticas a fin de adaptarnos a la nueva realidad (o una realidad que siempre ha estado allí pero que nos negábamos a aceptar).

¿Es tiempo, acaso, de repensar el lugar que ocupa Chile en el concierto de naciones sudamericanas? Partiendo, evidentemente por identificar su peso político, económico y político-estratégico real y específico en dicho espacio. ¿Qué capacidad de influencia política poseemos como país?

Para Chile, la Guerra del Pacífico terminó hace más de un siglo, para nuestros vecinos claramente aún no. Ciento treinta años han pasado, y aún hoy nuestras fronteras no están plenamente delimitadas en las conciencias y en los hechos políticos de nuestros vecinos.

A fin de establecer “agendas de futuro” es imperativo partir de una situación de tabula rasa en cuanto al pasado histórico, tal y como sucedió en la Europa de la posguerra. Nuevamente el caso franco-alemán de reconciliación sale a la palestra. Deben darse consensos mínimos nacionales en cuanto a la necesidad de impedir que la cohesión nacional pase por generar disensos vecinales, de lo contrario, deberemos seguir alimentando imaginariamente agendas de futuro cuando en la práctica el único futuro que se visualiza es el de la incertidumbre política y la fricción diplomática.

¿Cis vis pacem,...?

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Comments:

Concuerdo con ud., creo que es necesario repensar como nos ven nuestros vecinos y hacia donde vamos. no podemos seguir nosotros queriendo mirar hacia el futuro mientras que ellos solo lo hacen para atrás. Nos estamos conviertiendo en una isla, en lo que siempre fuimos yvtal vez tengamos que vokver a ser lo que eramos antes de la Guerra, una potencia agresiva, que salga a defender y proyectar su poder hacia todo sudamerica.

Agradable su visión, leo sus columnas, agradezco la claridad de sus idea

Posted by Miguel Strovoisky on March 25, 2009 at 10:45 AM CLT #

estimado señor; creo que lamentablemente mientras las potencias extranjeras hagan dividirnos,todo es retorica.Recuerde ud el apoyo chileno a inglaterra en malvinas,ud cree que eso puede olvidarse? un argentino ve un chileno y lamentablemente eso viene a la mente,creo que su comentarios es correcto,ha habido tantas traiciones de parte de todos que ya nada es muy viable,- seguire leyendo su columna-atte.jorge de cordoba argentina

Posted by jorge on March 26, 2009 at 09:36 AM CLT #

Señor leyton,

leo habitualmente sus columnas, son d elos mas interesantes, aporta mucho al entendimiento de lo que sucede en el entorno regional. Teine razon, debemos repensar la guerra del pacifico, verla con los ojos del otro y tal vez adoptar medidas, como puede ser cambiar nuestra politica exterior y volver a ser una potencia.

saludos

Posted by Miko on March 26, 2009 at 09:43 AM CLT #

Hay muchos que hablan y hablan de hermandad latinoamericana, que somos hermanos de Peruanos, Bolivianos y Argentinos; VECINOS, si HERMANOS, no; lo más trizte, es que son vecinos peligrosos,

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