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La crisis del desarrollismo


Enviado por   •  12 de Octubre de 2014  •  1.187 Palabras (5 Páginas)  •  281 Visitas

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La crisis del desarrollismo

La crisis económica que, al comienzo de la década de 1960, golpea la mayoría de los países latinoamericanos es, simultáneamente, una crisis de acumulación y de realización de la producción. Ella se manifiesta, por un lado, en el estrangulamiento de la capacidad para importar los elementos materiales necesarios al desenvolvimiento del proceso de producción y, por otro, en las restricciones encontradas para realizar esa producción. Ambos fenómenos se derivan de que la industrialización se llevara a cabo sobre la base de la vieja economía exportadora, es decir, sin proceder a las reformas estructurales capaces de crear un espacio económico adecuado al crecimiento industrial.

En los países capitalistas avanzados, la industrialización se dio de manera orgánica, llevando a que el crecimiento del sector de bienes de consumo generara inmediatamente como contrapartida la expansión de la oferta de bienes de capital, sin lo que el proceso se hubiera visto bloqueado. En los países latinoamericanos, la sustitución de importaciones operó sobre la base de una demanda preexistente de bienes de consumo y llevó a que la obtención de bienes de capital reposara esencialmente en la importación, conformando un modo de reproducción industrial intrínsecamente dependiente del exterior. La continuidad de un proceso puesto en estos términos suponía el crecimiento constante de la capacidad para importar y, por ende, una masa creciente de divisas.

De donde provienen esas divisas? Primariamente, de la exportación. Pero, una vez que las viejas estructuras productivas se habían mantenido intocadas, las exportaciones seguían consistiendo en bienes primarios tradicionales, sujetos a la tendencia secular de deterioro de los términos de intercambio, diagnosticada por la Cepal. El sector manufacturero no se había preocupado de conquistar mercados exteriores y destinaba toda su producción al mercado interno, lo que quiere decir que seguía dependiendo del sector primario para la obtención de las divisas necesarias a la adquisición de los bienes intermedios y de capital que su expansión demandaba. Por esa vía, la industria —que la Cepal anunciara como la palanca del desarrollo autónomo— no hacía sino impulsar la reproducción ampliada de la relación de dependencia de América Latina respecto al mercado mundial, sin conducirla hacia una efectiva superación.

La segunda fuente de divisas corresponde a la aportación de capitales externos, materializada en inversiones directas, préstamos, financiamientos y donaciones. Con ingresos a título de exportaciones relativamente estancados, América Latina solicitara de Estados Unidos una generosidad similar a la que se expresara en el Plan Marshall, concebido en favor de la reconstrucción europea y que implicara la movilización de una ayuda considerable, mediante préstamos públicos y donaciones gubernamentales. El último intento serio de Latinoamérica en este sentido había sido la del presidente de Brasil, Juscelino Kubitschek, a fines de los 50, cuando lanzara la Operación Panamericana, centrada en la obtención de créditos públicos. Pero la OPA acabó siendo suplantada por la iniciativa norteamericana de la Alianza para el Progreso, al empezar la década de 1960, la cual se caracterizaba por su marcado carácter asistencialista y el énfasis que ponía en las inversiones extranjeras privadas.

Tales inversiones habían empezado a penetrar al sector industrial latinoamericano desde comienzos de los 50, ganando fuerte impulso en la segunda mitad de la década. En ese período, la industrialización encontrara en ellas un sostén y un factor de aceleración. Completado, sin embargo, el tiempo de maduración de esas inversiones, vale decir llegado el momento de la obtención real de ganancias, ellas revelaron su naturaleza contradictoria: sus ganancias se habían obtenido en el mercado interno, realizándose pues en moneda nacional; pero, para hacerse efectivas y, pues, susceptibles

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