La gestión de la derrota en la historia escolar de Japón
EowiinResumen18 de Mayo de 2016
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La gestión de la derrota en la historia escolar de Japón
La educación fue uno de los puntos reconocidos como estratégicos del programa de desmilitarización y democratización llevado a cabo por los aliados en las posguerra, el trabajo de “limpieza” o “black out” fue el primer paso de una política que asigno a la enseñanza de la historia un papel crucial.
La censura del militarismo en los programas y textos de estudio; el control centralizado de las enseñanza de Historia, Moral y Geografía; la reescritura de los manuales de historia de todos los niveles, la promulgación de la Nueva Constitución y la ley de educación de 1947.
El profesor Ienega Siburo, autor de textos de historia escolar de la posguerra cuyo libro New Japonese History en 1947, fijo los principios disciplinares y éticos en que debía basarse la educación japonesa, para ofrecer una historia construida sobre hechos verificables en los que convergieran los valores democráticos y la aspiración de la paz, contra una larga tradición imperial y ultranacionalista. Su lucha es favorable para comprender el conflicto entre el proyecto democratizador aliado y los avances de la derecha conservadora japonesa. Las batallas de este autor pusieron en evidencia el carácter no democrático del sistema educativo y los sesgos políticos.
El objetivo de Ienega Siburo fue poner a disposición de la opinión pública evidencias de la contradicción entre el proyecto manifiesto de una sociedad democrática y la práctica real de un sistema educativo que no respeta las leyes fundamentales, sino que precisaba sesgar la historia basada en la narración imperial. Los conflictos y las demandas de este país convergen en el problema de la identidad japonesa.
¿Transhistoria, Transnacionalización, Transeducación?
Las controversias en torno a la confrontación de la memoria y a la producción de la historia escolar, que tuvieron lugar en distintos países sobre el final siglo XX, expresaron conflictos suscitados en las sociedades contemporáneas alrededor de la construcción de nuevas versiones de la historia real.
Las narraciones nacionales se insertaban en un imaginario internacional, y estas polémicas, que parecían tan propias de cada país, se expresaban simultáneamente repitiendo sus características centrales en espacios diferentes.
La gestión de las memorias y la producción de esta herramienta cultural es la historia escolar. La situación excepcional de la historia escolar proviene del hecho de que ella, en este marco, se redefine como espacio de lucha de las tensiones entre lo global y local.
Historia y patria en el calendario.
De lo estable a lo efímero
La imagen clásica de la escuela como lugar neutral de la transmisión de conocimientos, esenciales y ahistórico. Frente a la creciente aceptación del carácter interesado de la escuela y de su implicación social, se hace evidente que los viejos roles y sentidos que ella asumía caducaron. La enseñanza escolar de la historia concilia lo local y lo global, el pasado y el futuro, la memoria y el proyecto: tensiones que, en las condiciones contemporáneas de aceleramiento e intensificación de la experiencia, parecen haber fracturado la suave línea del progreso histórico.
La historia es, entonces, no solo un caudal de saberes destinados al desarrollo de habilidades cognitivas, sino también un espacio de pertenencia estable, solido, sonde lo asociable se consagra en una dimisión efectiva.
La historia escolar ha desarrollado diversas estrategias tendientes a imbricar la identidad nacional con la subjetividad de cada alumno, en particular, a través de la intensificación de las emociones que acompañan las primeras experiencias de socialización.
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