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La intervención de Felipe II en las Guerras de Religión de Francia (1585-1598): un estado de la cuestión

MARYEH2Apuntes2 de Junio de 2025

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FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA

Grado en Historia

TRABAJO FIN DE GRADO

La intervención de Felipe II en las guerras de religión francesas (1585-1598): un estado de la cuestión.

The intervention of Philip II in the French Religions Wars 1585-1598: a status of the issue.

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EL TRABAJO NO SIGUE LAS DIRECTRICES DE https://geografiaehistoria.ucm.es/TFG

  1. JUSTIFICACIÓN DEL TEMA Y OBJETIVOS DEL TRABAJO

La política francesa de Felipe II tiene una connotación propia desde hace muy poco en la historiografía. Hemos tenido que esperar a la transición entre el siglo XX y el XXI para encontrar estudios que aborden este asunto de manera específica gracias al estudio de la documentación circulante durante lo largo de las guerras de religión (1562-1598) entre la embajada de París y la corte de Madrid. Estos estudios han revelado que la implicación directa del rey prudente en Francia se remonta desde la firma del acuerdo de [Cateau-Cambrésis] en 1559. Hasta entonces, las relaciones entre la Monarquía Hispánica y Francia en la segunda mitad del siglo XVI eran consideradas un apéndice de los sucesos acaecidos en Países Bajos desde 1568, con un cierto apoyo (infradimensionado por la historiografía francesa) del monarca hispano a la facción católica francesa liderada por los duques de Lorena a partir del año 1584. Proceso culminado con un infructuoso intento de colocar en el trono francés a la futura soberana de los Países Bajos, la infanta Isabel Clara Eugenia (1566-1633). Sin embargo, hasta comienzos de este siglo no se había tenido en cuenta la larga trayectoria diplomática de la Monarquía Hispánica precedente a estos acontecimientos, donde una embajada española en París que constituía una efectiva máquina de recopilar información y persuasión trataba por todos los medios que la reina Madre, Catalina de Médici, impusiera la tolerancia religiosa en el país galo desde la muerte de Enrique II de Francia en 1559[1].

Si bien es cierto que la segunda mitad del siglo XVI francés ha sido muy tratada por la historiografía francesa en la segunda mitad del siglo XX, en ella, no se menciona a Felipe II hasta hace relativamente muy poco, y jamás se había abordado de forma sistemática el papel de las relaciones hispano-francesas en el devenir de las guerras de religión en su conjunto. [¿Dónde está esta historiografía francesa? Nota a pie] Es por esto, que en este Trabajo Fin de Grado (TFG) se abordará lo que tradicionalmente se ha considerado como “la intervención de Felipe II en Francia” es decir, [es necesario revisar la puntuación: uso de comas, dos puntos, punto y coma, punto y seguido y punto y aparte] cuando en 1585 se forma la Liga Católica liderada por Enrique de Guisa (1550-1588) pero respaldada y financiada por Felipe II. Sin embargo, las décadas anteriores a esta alianza constituyen una serie de antecedentes que tendrán un peso específico, puesto que son cruciales para comprender el porqué de esta intervención en 1585. Estos antecedentes se remontan a 1559 con la firma del ya mencionado tratado de Cateau-Cambresis, el faro que guió las relaciones francoespañolas hasta bien entrado el siglo XVII. Sin embargo, antes de entrar en materia es necesario para comprender mejor las acciones de nuestros actores repasar cómo entendemos las guerras de religión de la segunda mitad del siglo XVI en sus aspectos estructurales. Todo mediante el repaso de las interpretaciones que hicieron de este periodo las diversas corrientes historiográficas[2].

No entiendo bien cuáles son los objetivos del trabajo: desde luego, no puede ser una descripción de la intervención de Felipe II en las guerras de Francia, porque sobre ello ya hay suficiente bibliografía.

2 INTRODUCCIÓN

2.1Antecedentes históricos: balance general de la primera mitad del siglo XVI

Durante la segunda mitad del siglo XVI, se consolidó la fragmentación de la cristiandad occidental en dos grandes bloques; el católico y el reformista, [repasa los signos de puntuación, porque están mal utilizados] aunque es necesario puntualizar que a partir de Trento (aquí fecha) el bloque católico también tendrá esta condición. En las décadas anteriores, las primeras guerras de religión consolidaron una división religiosa dentro del Sacro Imperio plasmada en la paz de Augsburgo, firmada en 1554. Por otro lado, la difusión de las doctrinas protestantes gracias a la invención de la imprenta creó el caldo de cultivo necesario para que estas ideas prosperen en los lugares adecuados para ello. Unido a esto vemos a una Iglesia Católica que todavía arrastra; por un [repasa los signos de puntuación, porque están mal utilizados] lado, el desprestigio de los cismas de occidente del siglo XIV, y por otro una relajación de la doctrina moral católica denunciada por múltiples intelectuales como Erasmo de Rotterdam (1466-1536) o Francois Revelais (1494-1553), quien será mencionado posteriormente. Toda esta situación creó demanda de nuevas formas de religiosidad, principalmente en las zonas del norte de Europa, más tradicionalmente alejadas de la influencia del papa de Roma, una demanda que podía satisfacer las tésis [Borja: no voy a insistir en las faltas continuas de ortografía, pero esto no puede presentarse así] protestantes. Además, estas doctrinas otorgaron a muchos príncipes europeos un marco ideológico muy útil para construir nuevas legitimidades sobre las que afianzar la creación de las monarquías autoritarias. Dicho de otra manera, la iglesia de Roma constituía un contrapoder al poder real que podía ser derribado mediante su sustitución por una iglesia protestante nacionalizada y controlada por el príncipe. Este será el caso de los países nórdicos, que nacionalizaron sus iglesias entre 1527-1537. También el de Inglaterra a partir del cisma de Enrique VIII en 1534. Y el de los principados alemanes luteranos, donde según lo acordado en la paz de Augsburgo (1555), la confesión del príncipe se equiparaba a la confesión oficial del territorio[3]. En paralelo, durante la primera mitad del siglo XVII asistimos a la consolidación de la Monarquía Hispánica como poder hegemónico en el continente gracias a la política matrimonial de los Reyes Católicos, que unió a la corona hispana los territorios borgoñones del norte de Europa, además del título imperial durante el reinado de Carlos I, quien dividiría la dinastía sucesora de los Reyes Católicos, los Habsburgo, en una rama alemana y otra española. La Monarquía Hispánica también consolidó su primacía en Europa gracias a las victorias militares sobre la Francia de los Capeto-Valois en las guerras de Italia, sucedidas entre 1494 y 1559. Esta serie de guerras con Francia terminarían con la firma del tratado de Cateau-Cambrésis, que consolidaba la hegemonía española en el norte de Italia y los estados borgoñones, eliminando a Francia como rival hegemónica en Europa hasta la llegada del cardenal Richelieu. Al mismo tiempo, a mediados del siglo XVI las tesis calvinistas, más radicales y rompedoras del dogma católico que las luteranas triunfarían en Ginebra, desde donde se extenderían hacia el norte por todo el limes del Rin dando lugar a las iglesias reformadas de los Países Bajos, la presbiteriana escocesa y las corrientes hugonotes francesas; las más relevantes de este trabajo. Al mismo tiempo, el inicio de la Contrarreforma en 1545 da el pistoletazo de salida a la contestación doctrinal de la Iglesia Católica a los protestantes mediante el reforzamiento de la moral católica, de sus ritos y sacramentos, la figura del papa y los santos. Además del ascenso de los jesuitas como la gran orden encargada de dar la batalla cultural al clero reformado en el campo intelectual. Por otro lado, a partir de 1559 la Monarquía Hispánica como imperio católico y potencia hegemónica adopta el rol de contención, por un lado, del protestantismo en la Europa del norte y por otro del Islam en el mediterráneo. [Todo esto es de sobra conocido en los manuales]

Uno de los principales escenarios de conflicto en el ámbito protestante sería el francés. En el país galo, la disidencia religiosa de corte había aumentado notablemente en la primera mitad de siglo debido a la consolidación de una masa social calvinista interestamental, conocida como hugonotes. En paralelo, el debilitamiento de legitimidad real desde las derrotas en Italia trajo consigo, a raíz de la conspiración de Amboise y la posterior masacre de Vassy en 1562, el desencadenamiento de una serie de guerras civiles que duraron hasta 1598[4] [Punto después de la nota]. Dentro de estas guerras la Monarquía Hispánica de Felipe II desempeñaría un papel fundamental apoyando al bando católico liderado por los Guisa, un soporte que sería clave en el desarrollo de la contienda. Es por esto que la intervención de Felipe II en estas guerras es un tema que ha sido tratado desde distintas corrientes historiográficas francesas y españolas, sobre todo a partir de finales del siglo pasado y comienzos de este. Sin embargo, antes de llegar a ese punto es necesario mencionar qué bases metodológicas se establecieron durante el siglo XX para estudiar estos temas, más concretamente lo que refiere a las guerras de religión. Además de señalar que corrientes historiográficas e historiadores notables crearon esas bases.

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