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Le Corbusier_Hacia Una Arquitectura + Ronchamp + Monasterio De La Tourette + Unidad De Habitación De Marsella


Enviado por   •  23 de Mayo de 2014  •  5.480 Palabras (22 Páginas)  •  458 Visitas

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HACIA UNA ARQUITECTURA:

Charles-Edouard Jeanneret, quien a partir de 1923 —en su condición de arquitecto y teórico— comenzó a denominarse “Le Corbusier”, nombre derivado del apellido materno Lecorbésier, nació en La Chaux-de-Fonds (Suiza occidental) en 1887.

Tras su traslado a París en 1917, comenzó a publicar en 1920, con el pintor Amédé Ozenfant, la revista Esprit Nouveau; un total de 28 números aparecidos hasta 1925 en los que desarrolló una plataforma propia con el objetivo de fundar y propagar una estética de la era de la maquinaria.

Muchas de las tesis que se habían ido publicando en Esprit Nouveau se recogieron en 1923 en la primera obra sobre teoría de la arquitectura de Le Corbusier: Vers une architecture (Hacia una arquitectura).

El libro consta de diferentes capítulos, precedidos por axiomas. Sus afirmaciones se ven subrayadas por el uso de frases muy sencillas y en parte muy breves.

En su argumentación, Le Corbusier emplea los ejemplos de la arquitectura clásica como modelos, buscando su réplica adecuada en la era industrial. Por esto, el ingeniero fue el primero que desarrolló la solución precisa para los problemas mecánicos. Sin embargo, según Le Corbusier: “¿qué otra cosa es una casa que una «máquina para vivir?”

Continúa el debate en torno a una reforma de la estética de la arquitectura que estaba desarrollándose desde la segunda mitad del siglo XIX. La forma sigue a la función y su configuración ha de medirse con la capacidad de convicción del diseño industrial.

Así, sobre un trasatlántico, Le Corbusier escribe: “una arquitectura pura, limpia, clara, pulcra y sana”. Por el contrario, los “estilos” son “una mentira”. Al mismo tiempo, Le Corbusier rehabilita la arquitectura como forma artística, cuando atribuye al arquitecto la tarea de configurar, más allá de la mera función racional.

Los elementos en serie, testados, sometidos a ensayos de laboratorio, de elementos fijos, son la mejor herramienta para conseguir el producto puro deseado.

“El material fijo debe reemplazar el material natural, variable hasta el infinito”.

No hay necesidad de sobrecargar la casa, no hay necesidad de usar más cantidad de material que la justa; no es necesario el “más donde menos” (sin llegar al minimalismo).

Ese es el espíritu moderno: “La casa ya no será esa cosa pesada y que pretende desafiar los siglos, el objeto opulento por el cual se manifiesta la riqueza; será una herramienta, como lo es el auto”.

Creo, que estos son los dos extractos del libro que lo resumen y definen en su totalidad:

“…La arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes reunidos bajo la luz. Nuestros ojos están hechos para ver las formas bajo la luz: las sombras y los claros revelan las formas. Los cubos, los conos, las esferas, los cilindros o las pirámides son las grandes formas primarias que la luz revela bien: la imagen de ellas es clara y tangible, sin ambigüedad. Por esta razón son formas bellas, las más bellas. Todo el mundo está de acuerdo con esto: el niño, el salvaje y el metafísico. Es la condición esencial de las artes plásticas. La arquitectura egipcia, griega o romana, es una arquitectura de prismas, cubos y cilindros, triedros o esferas: La pirámide, el Templo de Luxor, el Partenón, el Coliseo y la Villa Adriana…”

“…La casa es una máquina de habitar. Baños, sol, agua caliente, agua fría, temperatura a voluntad, conservación de los alimentos, higiene, belleza mediante la proporción. Un sillón es una máquina de sentarse, etc. Maple ha mostrado el camino. Los aguamaniles son máquinas de lavarse: Twyford los ha creado. Nuestra vida moderna, toda nuestra actividad... ha creado sus objetos: su traje, su estilográfica, su máquina de escribir, su aparato telefónico, sus admirables muebles de oficina….la máquina de afeitar Gillette y la pipa inglesa, el sombrero hongo y la limousine, el paquebote y el avión…”

MONASTERIO DE LA TOURETTE:

Situado en la comuna de Eveux Sur, a 26km de Lyon en Francia.

Construido entre 1956 y 1960.

Fig.1

El convento se construyó debido a que, tras la segunda guerra mundial, la orden de los dominicos vio un crecimiento en las vocaciones. Debido a los cambios sociales de los años que siguieron, sin embargo, hacia 1970 había sólo un monje.

A pesar de esta situación los dominicos decidieron preservar el edificio, convirtiéndolo en un espacio para retiros y eventos culturales.

Le Corbusier había alcanzado el objetivo de crear un espacio para el silencio y la reflexión comparable a las abadías románicas, y los monjes entendieron que no podían abandonarlo.

El emplazamiento del convento es sobre un terreno vasto.

Se eligió uno de sus puntos más altos, desde el que se puede apreciar la vista del valle hacia el sur, y desde el que la forma del edificio, erguido de manera que sus plantas son continuas, imita la línea del horizonte. Desde las celdas de los monjes, abiertas al paisaje, hasta los espacios entre los “peines” que funcionan como pilotis, el conjunto se va revelando como un universo en el que la estructura, los materiales, y las formas que adoptan, apuntan hacia lo trascendente.

Por una parte, los cuerpos de hormigón del edificio remiten a lo esencial. Por otro lado, Fig.2

la Tourette apunta hacia lo trascendente por resumir la visión arquitectónica de su autor de manera clara, por sintetizar un gran legado de influencias, y por ser una de las obras fundamentales de la arquitectura de la segunda mitad del siglo XX.

El conjunto de edificios que forman el convento está construido completamente en hormigón, que muestra las huellas de su proceso constructivo: las juntas del colado y la textura de la zimbra. El hormigón, material industrial* por excelencia, adquiere aquí un carácter casi artesanal, orgulloso de sus imperfecciones.

* Le Corbusier, en Hacia una Arquitectura escribe: “La industria, desbordante como el río que corre hacia su destino, nos trae nuevas herramientas, adaptadas a una nueva época animada de espíritu nuevo”. Pág. 189

Esto marca el punto de giro hacia el “brutalismo”, que impregnará posteriormente la arquitectura de Le Corbusier, conjuntamente con una intensa poética puesta de manifiesto en el juego de los volúmenes. El autor adopta una modalidad caracterizada por

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