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Legado de morazan en honduras


Enviado por   •  14 de Abril de 2020  •  Ensayos  •  4.037 Palabras (17 Páginas)  •  1.103 Visitas

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El legado de Francisco Morazán en centroamérica: los imaginarios del héroe unionista y su herencia histórica Dr. Jorge Alberto Amaya Banegas Docente de Historia de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, UPNFM jorgealbertoamaya@gmail.com DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i8.5869 URI: http://hdl.handle.net/11298/383 Resumen Este modesto artículo intentará exponer cuáles fueron algunos de los alcances de dicha Reforma en la construcción de ciertos imaginarios de nación, y en especial, intentará describir cómo los reformadores se dieron a la tarea de construir un nacionalismo basado en la creación del “Panteón de los Héroes Nacionales”, exaltando preferentemente a Francisco Morazán como el principal prócer reinante de ese “Panteón sagrado”. Asimismo, presentará algunos tópicos que a juicio del autor son herencias o legados fundamentales del genio de Morazán para la región centroamericana. Palabras clave: Historia, identidad, cultura, localidad, nacionalismo, patriotismo, imaginario. Abstract This modest article will attempt to explain what some of the scopes of the reform in the construction of certain imaginaries of the nation were, and especially, it will attempt to describe how the reformers accomplished the task of building nationalism based on the creation of the “Pantheon of the National Heroes,” preferentially praising Francisco Morazán as the main founding father of that “Sacred Pantheon.” Moreover, according to the opinion of the author, some topics will be developed as the inheritances or fundamental legacies of the genius of Morazán for the Central American region. Keywords: History, identity, culture, town, nationalism, patriotism, imaginary

Introducción Fue durante el proceso de las Reforma Liberales (más o menos desde 1870 hasta 1930), que en Centroamérica -especialmente en Guatemala, El Salvador y Honduras- en que se reforzaron los cimientos de la construcción del Estadonación en el istmo. De este modo, analizaremos en parte la formación de la nación en Honduras y el resto de países centroamericanos y la invención de tradiciones a partir de la sacralización de la figura del General Francisco Morazán1 . En particular, nos interesa conocer cómo se construyó en el imaginario colectivo una tradición histórica común, cómo se “inventó” un imaginario nacional y cómo se creó y “sacralizó” el Panteón de los héroes nacionales a partir de la figura de Morazán. Conceptualmente, en este caso recurrimos al término “invención de tradiciones” en la acepción que le otorgaron Eric Hobsbawm y Terence Ranger, para quienes la “invención de tradiciones” supone tres tipos básicos de procesos: los que simbolizan cohesión social o pertenencia a grupos reales o artificiales; los que legitiman instituciones o relaciones de autoridad y los que priorizan la socialización, la enseñanza de creencias y sistemas de valores2 . En el caso de Honduras, con la “invención de la tradición” del culto al “Panteón de los héroes” y la exaltación de la figura de Morazán, basada en su gesta heroica de la República Federal y sus victorias en las batallas contra los conservadores, se difundieron por tanto nuevos sistemas de valores, derechos y obligaciones entre los hondureños del siglo XIX, como fueron el patriotismo y la lealtad a la nación. Además, Morazán y otros imaginarios nacionales fueron usados por las élites liberales de la época para construir una tradición que permitiera dar un sentido de unidad nacional y nacionalismo. 1 José Francisco Morazán Quesada nació en Tegucigalpa en 1792 y murió fusilado en San José de Costa Rica en 1842. Fue un genial militar en el campo de batalla, lo que le llevó a ocupar la presidencia de la República Federal de Centroamérica entre 1830 y 1838. Antes, había sido Jefe de Estado de Honduras en 1827. Instruido en la ideología liberal por su pariente Dionisio de Herrera, impulsó como presidente federal una serie de reformas conducentes a instaurar un Estado liberal según el modelo aplicado por los revolucionarios franceses y especialmente por los estadounidenses. Una vez disuelta la República Federal, salió rumbo a Panamá y Perú; volvió a Centroamérica en 1842, asentándose en Costa Rica, donde fue electo Jefe de Estado tras la renuncia de Braulio Carrillo, sin embargo, una rebelión desestabilizó su régimen. Capturado tras una traición de algunos allegados, fue fusilado sin previo juicio -irónicamente- el 15 de septiembre de 1842. Fue autor de Apuntes para la Revolución del 29, más conocido como Memorias (1840), así como de manifiestos, proclamas, comunicaciones, arengas y decretos que revelan al estadista y al escritor ilustrado. Con los años, se convirtió en la máxima figura histórica de Centroamérica, específicamente a partir de las Reformas Liberales que celebraron su gesta unionista y desarrollaron una “estatuaria” alrededor de su personalidad. La máxima condecoración que otorga el Estado de Honduras, fue creada el 1 de marzo de 1941 en el gobierno de Tiburcio Carías en homenaje al General Morazán, denominada “Orden de la Gran Cruz de Oro Francisco Morazán”. Cfr. “Honduras: Order of Francisco Morazán”, En: www.medals_org-uk-honduras-images-honduras001_jpg.htm, 2001, p. 1. 2 Véase: Cfr. Hobsbawm, Eric y Ranger, Terence, The Invention of Tradition, Cambridge, University

La “Invención de la tradición” del “Panteón de los héroes nacionales” mediante la estatuaria cívica, la exaltación de la figura de Morazán y los imaginarios de nación morazánicos en Honduras y Centroamerica Con relación al proceso de creación del imaginario de Morazán como uno de los principales símbolos de la identidad nacional en Honduras y Centroamérica, hay que señalar que uno de los espacios en los que tuvo mayor conquista la Reforma Liberal en su proceso de conformación nacional fue en el campo de la “estatuaria cívica”. En efecto, en el tránsito del siglo XIX al XX, la estatuaria cívica se convirtió en el mundo occidental en un medio idóneo para representar y evocar la memoria arquetípica de los héroes nacionales3 . Por su parte, Jacques Le Goff, en su estudio El orden de la memoria. El tiempo como imaginario, sugiere que las estatuas de los héroes que se instalaron en los Parques y plazas de las ciudades de Europa y América Latina “visualizan” las glorias nacionales. La estatuaria e imaginería cívica, conceptuada como “material de la memoria”, manifiesta de esa forma un carácter pedagógico y simbólico, que enlaza el pasado con el presente y lo proyecta hacia el futuro4 . Asimismo, Le Goff añade que los monumentos (en latín monumentum), son obras de carácter público que se convierten en puntos de “referencialidad” espacial y de emociones emblemáticas ante los espectadores. En fin, el monumento o estatua es todo lo que puede hacer volver al pasado, perpetuar el recuerdo, vale decir los acontecimientos conmemorativos de las naciones. En el caso de Centroamérica, Patricia Fumero ha estudiado la ritualización de la estatua del costarricense Juan Santamaría en el proceso de construcción de la nación en ese país y advierte que “[...] la estatuaria cívica se transforma en un referente espacial y del poder al brindar una serie de valores que permiten la consagración del poder que los grupos dominantes desean proyectar”5 . Con relación a Honduras y América Latina en general, durante la era liberal de finales del siglo XIX, los Estados se dieron a la tarea de acometer la instalación en sus principales espacios públicos de toda una estatuaria cívica, no solamente para el amueblamiento urbano y estético, sino con dos fines: • Primero, mediante distintas manifestaciones escultóricas (estatuas, bustos), se construyó en el imaginario un vínculo asociado a “Hombres ilustres” (Héroes, próceres y Beneméritos) con los valores y aspiraciones colectivas de la nación. • Segundo, entre los ciudadanos y las virtudes cívicas representadas, la representación se convirtió en una máquina de fabricar respeto, legitimidad y sumisión. En el caso de Honduras pues, es en esta época de la Reforma Liberal que se institucionalizó el “Panteón de los héroes nacionales”. Los reformadores tomaron como arquetipo de “héroe” la figura del general Francisco Morazán. De hecho, ellos eran conscientes, especialmente Ramón Rosa, de que la Reforma era una empresa que encarnaba la continuidad del proyecto federalista; así, concebían que la epopeya morazánica -interrumpida con el triunfo de los conservadores en 1839- renacía con las revoluciones liberales acaecidas a partir del último cuarto del siglo XIX; en otras palabras, “imaginaban” que el proyecto inacabado de la Federación -es decir, la consolidación de la nación-, sería consumado mediante la labor transformadora de las Reformas Liberales. Fue así que en Centroamérica empezó la tarea de construir un “Panteón de los Héroes nacionales” en la región. El país que comenzó el proceso de lo que podríamos denominar la “heroización” de la figura de Morazán fue justamente El Salvador, cuando su gobierno autorizó la repatriación de los restos del General unionista. Morazán había sido fusilado en San José de Costa Rica el 15 de setiembre de 1842. En Costa Rica como en los demás países centroamericanos, su muerte fue celebrada como “la caída del tirano”. Pero hacia 1848, durante el gobierno de Doroteo Vasconcelos, se decidió exhumar los restos de Morazán y repatriarlos a El Salvador, “teniendo en consideración, según argumentaba ese gobierno: 1. Que es un deber de los Gobiernos civilizados honrar la memoria de los varones célebres; 2. Que el general Francisco Morazán legó sus restos mortales al Estado de El Salvador; 3. Que el Gobierno de Costa Rica, fiel amigo y aliado del de aquel país hermano, desea darle claros testimonios de distinguida consideración y aprecio”6 . La repatriación de sus restos puede ser entendida como un intento de unir gobiernos liberales al construir una contra-memoria o una historiografía capaz de enfrentarse al discurso conservador hegemónico a escala de América Central. Al enaltecer la figura de Morazán como símbolo federador, se quería fortalecer los vínculos entre los gobiernos liberales.

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