Leyendas urbanas de Cuenca: Relatos de misterio y tradición oral
karlitapm9 de Septiembre de 2014
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María la guagua
Es como se la conocía a esta mujer campesina, que dicen vino contratada como empleada doméstica y al quedar embarazada perdió la criatura por lo que se transformó psicológicamente. Vestida de harapos, despeinada, maloliente, descalza, llevaba en sus espaldas cargada harapos, simulando una criatura y frecuentemente deambulaba por un barrio tradicional de Cuenca El Vecino y en la escuela España de dicho sector pernoctaba a la intemperie.
Vivía de la caridad de las vivanderas del mercado Nueve de Octubre, quienes le regalaban comida, especialmente papas, hornado, mote y frutas.
La muchachada del barrio, le gritaba " María y la guagua (criatura de corta edad).... por o que ella se enfurecía y les seguía con piedra en mano para amedrentarlos.
Personas caritativas le regalaban ropa y las colocaba en una chalina (piano pequeñito de lana) y cargaba a espaldas. Quienes conocían del trastorno mental que padecida le obsequiaban muñecas de trapo o de caucho, por lo que se alegraba al recibirlas.
La Directora de la escuela España, Srta. Zoila Esperanza Palacio, era quien más le entendía a este personaje que muy pronto se popularizo en Cuenca y anhelaban conocerla por sus características muy peculiares. Murió como todo ser humano, que vive un mundo de misterio, imposible de descifrarlo, pobre y desamparada.
El cura sin cabeza
"Esta leyenda también es común en varias ciudades interandinas del país; se cuanta que en otra época vivía un sacerdote de escandalosas costumbres, que mantuvo relaciones con numerosas beatas. Cuando el cura murió su cabeza fue cortada y se la llevaron los demonios", manifestó Jorge Castillo.
Desde entonces, el alma del Cura recorría las calles de Cuenca por las noches, buscando inútilmente su cabeza. Una versión mas picaresca de la leyenda asegura que el curita tenia la cabeza en su sitio, pero tan buena era que, para evitar miradas indiscretas cuando salía a sus andanzas ocultaba el cráneo bajo un manto, y de este modo se asimilaba a una alta figura decapitada. El propio sacerdote se encargaba de propagar la versión de "aparecido" para que sus buenos feligreses se abstuvieran de fisgonear por las noches.
EL FAROL DE LA VIUDA
Se cuenta que en tiempos lejanos una mujer de livianas costumbres solía verse con su amante por las noches, y que para ir a sus aventuras cargaba a su pequeño hijo de unos pocos meses de nacido. La chasquivana, una noche en el que cruzaba el rió Tomebamba, dejo caer a la criatura en las turbulentas aguas. Desesperada y arrepentida, se proveyó de un "mechero" o farolito de aceite, con el cual recorría incansablemente los márgenes del Tomebamba lamentándose por su hijo perdido y buscándole enloquecida. La afligida mujer murió pronto, pero quedo su espectro, que asustaba a los cuencanos trasnochadores con sus desgarradores encuentros y el farolito moviéndose al ras de la orilla del rió.
Castillo indicó que el aposento de esta dama se encontraba por el vado, y junto a la cruz había la casa del ruido, que según averiguaciones se imaginaban que eran producidos por un conocido doctorcillo por el día, y gagon por la noche, que lanzaba piedrecillas a la ventana de su querida y con flor de labios tenia estas coplas.
Todo lo de mi hija es tuyo…".
"Anoche me fui por verte
Por encima del tejado,
Salio tú mama y me dijo:
O esta otra, más impulsiva:
Anoche me fui por verte
Por abajo el canayuyu,
Salio tu madre y me dijo:
EL PERRO ENCADENADO
Este monstruo sobrenatural, no era mas que según la beatas de entonces, la encarnación del demonio, porque era un
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