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Leyes De Reforma

alevallades11 de Octubre de 2012

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Leyes de Reforma

Las Leyes de Reforma son un conjunto de leyes expedidas entre 1855 y 1860, por el entonces presidente de México, Benito Juárez. Las reformas establecidas en estas leyes fueron más radicales que las de la Constitución de 1857, y según los colaboradores del presidente, completaban la constitución. Este documento, verdaderamente radical, fue realizado totalmente por Benito Juárez al expedir en Veracruz las Leyes de Reforma, parte de las cuales estaba destinada a castigar al clero por su intervención en la política y en la educación, y por haber ayudado con sus bienes al sostenimiento de la guerra, favoreciendo a los conservadores. No estará por demás advertir que esas leyes habían ya sido puestas en práctica por el gobernador de Zacatecas, don Jesús González Ortega, con anterioridad.

Entre las más importantes de esas leyes, se cuentan: la de ocupación de bienes eclesiásticos, de 13 de julio de dicho año; la del 23 del mismo, que declaró que el matrimonio era un contrato civil, suprimiendo la intervención forzosa, en él, de los sacerdotes; la ley del registro civil, el 28 del mismo por la que la prueba del estado civil de las personas, quedaba a cargo de empleados de gobiernos; la del 31 de julio, por la que se secularizaron los cementerios; la del 11 de agosto, que suprimió casi todas las festividades religiosas, y la del 4 de diciembre de 1860, que estableció la libertad de cultos. El objetivo principal de estas leyes era separar a la Iglesia del Gobierno o Estado.

Las leyes de Reforma inicialmente fueron cuatro:

• Ley Juárez: De 1855, suprimia los fueros del clero y del ejército y declaraba a todos los ciudadanos iguales ante la Ley y la sociedad, así como que no debian ser obligados a trabajar excesivamente. Fue promulgada por Benito Juárez.

• Ley Lerdo: De 1856, obligaba a las corporaciones cíviles y eclesiásticas a vender casas y terrenos. Fue creada por Miguel Lerdo de Tejada (hermano de Sebastián Lerdo de Tejada).

• Ley Iglesias: De 1857, prohibió el cobro de derechos y obvenciones parroquiales, el diezmo. Promulgada por José María Iglesias.

• Ley Lafragua:De 1855, permitía la libertad de expresión en los medios impresos.

Al trasladar su gobierno a Veracruz en 1859, Benito Juárez promulgó las siguientes reformas:

• Ley de la nacionalización de los bienes eclesiásticos: Esta ley complementa la Ley Lerdo de desamortización de los bienes de la Iglesia, con un cambio importante: los bienes ya no pasaban a manos de los rentistas (1859).

• Ley del matrimonio civil: Establece que el matrimonio religioso no tiene validez oficial y establece el matrimonio como un contrato civil con el Estado (1859).

• Ley orgánica del registro civil: Se declararon los nacimientos y defunciones como un contrato civil con el Estado (1859).

• Ley de exclaustración de monjas y frailes: Se prohibió la existencia de claustros o conventos, y se decretó la salida de las religiosas y religiosos que ahí vivían.

• Ley de libertad de Cultos: Esta ley permitió que cada persona fuera libre de prácticar y elegir el culto que desee. Esta ley también prohibió la realización de ceremonias fuera de las iglesias o templos

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EL CIRCULO DEL 99

Había una vez un judío cortesano. Vivía en un gran castillo, lleno de habitaciones, grandes jardines y mucho lujo. Sin embargo, este hombre, como muchos otros, tenía un problema: no se sentía feliz.

A pesar de ser el cortesano del rey y tener mucha fortuna y gran prestigio sentía que le faltaba algo. Nunca estaba contento con lo que tenía.

En el castillo trabajaba un hombre que siempre estaba alegre; realizaba sus tareas con placer y en su rostro se dibujaba una eterna sonrisa.

Al encontrarse con él, el cortesano se preguntaba siempre cómo podía ser que un hombre así, tan pobre y con un trabajo tan humilde, se sienta feliz.

Un buen día, comentó el asunto con uno de sus consejeros: -"No entiendo cómo este obrero puede sentirse feliz. No lo he visto nunca enojado, en su cara siempre hay dibujada una sonrisa."

"Lo que sucede, mi señor, es que este hombre no ha ingresado al "círculo del 99": es por esto que él es feliz", contestó el consejero.

- "¿Y qué es el "círculo del 99"? - preguntó el cortesano. muy extrañado.

- "Se lo voy a demostrar." - dijo el consejero con firmeza. - "Hoy a la noche, cuando el obrero llegue a su casa, dejaremos en su puerta una bolsa con 99 monedas de oro. El resto lo comprobará Usted por su cuenta."

Y así sucedió. Por la noche, cuando el sirviente se encontraba en su humilde casa, feliz., con su esposa y sus hijos, el cortesano y el consejero golpearon en la puerta del pobre hombre y dejaron en el suelo la bolsa con las 99 monedas. Rápidamente se escondieron detrás de un árbol y observaron todo lo que sucedía en la casa.

El hombre abrió la puerta, miró hacia un lado y hacia el otro, pero no vio a nadie. Sin embargo, encontró en el suelo una bolsa que parecía no pertenecer a nadie. La recogió del suelo y la llevó a su casa. Junto a su mujer y a sus hijos comenzó a abrirla, muy extra¬ñado por lo que estaba sucediendo.

Al ver el contenido, comenzó a llorar de alegría, ¡una bolsa con monedas de oro! ¡Qué bien le venía este regalo! A partir de ese momento no tendrá más preocupaciones, sus hijos podrán vestir y comer como los ricos, y su mujer se comprará las mejores ropas. Irán de paseo todos los días, y serán aún más felices.

Pero en ese momento decidió contar las monedas, para saber cuán grande era su fortuna. Y comenzó con la cuenta: una, dos noventa y ocho, noventa y nueve...

El hombre se puso furioso, no podía creer lo que estaba pasando.

"¡Me robaron una moneda!", - comenzó a gritar. - "¡No hay justicia en este mundo! ¡Alguien se llevó mi moneda!"

Y fue en ese instante cuando el hombre entró en el "círculo del 99".

La expresión de su cara cambió, la eterna sonrisa se transformó en una mueca de bronca y odio, y la sensación de felicidad desapareció para siempre.

En el trabajo, el pobre hombre ya no sonreía ni era amable con la gente, hasta con el cortesano se mostraba hostil.

Un buen día, el cortesano le preguntó qué le ocurría, ¿por qué andaba siempre con esa expresión tan triste en su cara?

"Y qué crees tú, ¿que debo andar siempre contento?" - dijo casi gruñendo. "Yo no soy tu bufón. Hago mi trabajo, y por eso me pagan, pero nadie puede obligarme a estar alegre."

Frente a esta contestación tan agresiva, el cortesano se ofendió mucho y pronto comprendió lo que significaba pertenecer al "círculo del 99". Ese pobre obrero vivió el resto de su vida creyendo que le faltaba una moneda para ser feliz. Y él, el cortesano con tantos recursos y tanto prestigio, vivía de la misma manera, creyendo que siempre le faltaría algo para sentirse completamente feliz.

El alcahuete castigado, del Marqués de Sade

«Bajo la Regencia ocurrió en París un hecho tan singular como para ser contado hoy en día con interés. Por un lado, presenta un ejemplo de misterioso libertinaje que nunca pudo ser aclarado del todo; y por otro, tres crímenes atroces, cuyo autor jamás fue descubierto.

Se cree que monsieu de Savari, viejo solterón maltratado por la naturaleza pero rebosante de ingenio, de trato agradable y que solía congregar en su mansión de la rue Déjeuneurs a la mejor sociedad posible, había tenido la idea de poner su casa a disposición de una prostitución de un tipo muy particular. Únicamente las damas y las jovencitas de la alta sociedad, que deseaban gozar a la sombra del más absoluto secreto y sin consecuencias de los placeres de la voluptuosidad, podían encontrar en esa casa cierto número de asociados dispuestos a complacerlas, de modo que esas intrigas momentáneas nunca tenían consecuencias; las mujeres recogía en ellas sólo las flores, sin verse amenazadas por las espinas que tan a menudo acompañan a esos arreglos cuando toman el carácter de una relación regular. La esposa o la señorita se encontraban al día siguiente en sociedad al hombre con quien había tenido trato en la víspera, sin dar señales de conocerlo y sin que éste pareciera a su vez distinguirla de las demás mujeres, por lo que nada de celos en los matrimonios, nada de padres irritados, nada de separaciones, nada de conventos; en una palabra, ninguna de las funestas consecuencias que acarrean esta clase de asuntos. Resultaba difícil encontrar algo más cómodo y sin duda resultaría peligroso describir un plan semejante en nuestros días; indiscutiblemente, habría que temer que la exposición de este relato pudiera despertara la idea de volver a ponerlo en práctica en un siglo en que la depravación de ambos sexos ha franqueado ya todos los límites conocidos, si no ofreciéramos al mismo tiempo la cruel aventura con que fue castigado aquel que lo concibió.

Monsieur de Savari, autor y ejecutor del proyecto, que estaba obligado, aunque sin sentirse incómodo, a tener únicamente un criado y una cocinera para no multiplicar los testigos de los excesos de su mansión, vio llegar una mañana a cierto individuo amigo suyo que venía a invitarse a comer.

-Por supuesto,

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