MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA

A lo largo de la historia, en todas las sociedades, hemos convivido siempre en una constante lucha de clases, en donde el proletariado cumple un papel revolucionario histórico mundial como creador de una sociedad nueva. Explotados y explotadores, oprimidos y opresores, o como le llamaríamos en la actualidad, empresarios y trabajadores, se han visto enfrentados siempre, dando origen a una transformación revolucionaria de la sociedad.

Sin duda alguna éste enfrentamiento se ha desarrollado dentro de una sociedad capitalista, en donde impera el poder de la propiedad privada. El capitalismo imprime carácter social al progreso de producción concentrando en las fábricas a millones de obreros, a éste carácter social debe corresponder la propiedad social de los medios de producción, pero éstos siguen en manos del capital privado o del Estado capitalista. La propiedad privada de los medios de producción se convierte en un obstáculo para el desarrollo de las fuerzas productivas.

Todo éste proceso conduce a un régimen de centralización política, los capitalistas van uniendo en su seno todos los medios de producción, la propiedad y hasta los mismos habitantes del país. La contradicción de las antes mencionadas fuerzas productivas y las relaciones de producción, traen como consecuencia las crisis económicas, las crisis comerciales, que a su vez, dan lugar a una gran epidemia social: la superproducción; la sociedad posee demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio. El mercado pierde su autonomía; tomando como base la relación directa entre el desarrollo del capital y el desarrollo del proletariado, es decir, la clase obrera solo puede vivir hallando trabajo, y solo halla trabajo si éste acrecienta el capital; debido a esto, la extensión de la maquinaria y la división del trabajo quitan al mercado, desde la perspectiva del proletario, todo carácter autónomo.

Cada persona, y sobre todo, cada sociedad histórica, tienen una ideología distinta, un pensamiento social e ideológico distinto, compuesto por su concepción de la justicia, el derecho, la libertad, la política, la moral, la religión, la propiedad, la feminidad, la infancia, etc. Lo que origina estas ideas, distintas en cada persona, sociedad, cultura o civilización, es la estructura económica y productiva en esa sociedad. Así, la cultura, la educación, la situación de la mujer en su colectividad, el sentido nacional, han sido acogidos de manera distinta en algunas sociedades, pues el sistema económico y productivo que las compone es distinto.

La explotación del hombre por el hombre; los esclavos eran explotados en la antigüedad, los trabajadores son explotados hoy en día. Cuando un capitalista contrata a un obrero, lo que verdaderamente está comprando es su fuerza de trabajo, por la que le paga un salario; pero sólo querrá comprar ésta fuerza de trabajo si obtiene de ello un beneficio. En todas la épocas históricas ha existido esa explotación, los sistemas económicos y productivos en que se han asentado las distintas formas de explotación a través de los tiempos, son los que han generado las ideologías de las distintas épocas históricas.

En cierta etapa de su desarrollo, la lucha de la clase obrera debe desembocar en una revolución, en el curso de la cual el proletariado derrocará, por medio de la violencia, la burguesía, el capitalismo, y establecerá su denominación política. Los trabajadores son los únicos que al liberarse, liberarán a la humanidad de toda explotación e injusticias, y serán creadores de una sociedad nueva. El trabajo es visto, bajo términos burgueses, como una mera actividad por la cual la clase obrera debiera recibir una mayor recompensa; según Marx, el trabajo es la acción básica con la cual el hombre ayuda al desarrollo del estado. A través de él el trabajador industrial llega a hacerse a sí mismo. El hombre está en el proceso

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