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Manifiesto Del Partido Comunista

sarailepe29 de Noviembre de 2013

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Página 1 de 21

C. MARX

F. ENGLES

MANIFIESTO

DEL PARTIDO

COMUNISTA

EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS

PEKIN 1964

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Preparado © para la Internet por David Romagnolo, djr@cruzio.com (Mayo de 1998)

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NOTA DEL EDITOR

Se ha tomado como base de la presente edición del Manifiesto del Partido Comunista el texto de la edición alemana de 1848.

El texto lleva las notas de Engels a la edición inglesa de 1888 y a la edición alemana de 1890, y todos los prefacios escitos por los autores para las distintas ediciones del Manifiesto.

Las notas al final del folleto han sido redactadas y traducidas según las de la edición china del Manifiesto, publicada por la Editorial del Pueblo, Pekin.

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I N D I C E

PREFACIO A LA EDICION ALEMANA DE 1872

PREFACIO A LA EDICION RUSA DE 1882

PREFACIO A LA EDICION ALEMANA DE 1883

PREFACIO A LA EDICION INGLESA DE 1888

PREFACIO A LA EDICION ALEMANA DE 1890

PREFACIO A LA EDICION POLACA DE 1892

PREFACIO A LA EDICION ITALIANA DE 1893

1

4

7

9

16

24

27

MANIFIESTO DEL PARTIDO CCOMUNISTA

I.

BURGUESES AND PROLETARIOS 32

II.

PROLETARIOS AND COMUNISTAS 49

III.

LITERATURA SOCIALISTA Y COMUNISTA 61

1.

EL SOCIALISMO REACCIONARIO

a ) El socialismo feudal

b ) El socialismo pequeñoburgués

c ) El socialismo alemán o socialismo "verdadero"

61

61

64

65

2.

EL SOCIALISMO CONSERVADOR O BURGUES 69

3.

EL SOCIALISMO Y EL COMUNISMO CRITICO-UTOPICOS 71

IV.

ACTITUD DE LOS COMUNISTAS ANE LOS DIFERENTES

PARTIDOS DE OPOSICION

75

NOTAS

79

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C. MARX, F. ENGELS

MANIFIESTO DEL

PARTIDO COMUNISTA[1]

Escrito por C. Marx y F. Engels

en diciembre de 1847-enero de 1848.

Publicado por vez primera como

folleto en Londres, en febrero de

1848. El original es

en alemán.

pág. 1

PREFACIO A LA EDICION ALEMANA

DE 1872[2]

La Liga de los Comunistas, asociación obrera internacional que, naturalmente, dadas las condiciones de la época, no podía existir sino en secreto, encargó a los que suscriben, en el Congreso celebrado en Londres en noviembre de 1847, que redactaran un programa detallado del Partido, a la vez teórico y práctico, destinado a la publicación. Tal es el origen de este Manifiesto, cuyo manuscrito fue enviado a Londres, para ser impreso, algunas semanas antes de la revolución de Febrero[3]. Publicado primero en alemán, se han hecho en este idioma, como mínimum, doce ediciones diferentes en Alemania, Inglaterra y Norteamérica. En inglés apareció primeramente en Londres, en 1850, en el Red Republican [4], traducido por Miss Helen Macfarlane, y más tarde, en 1871, se han publicado, por lo menos, tres traducciones diferentes en Norteamérica. Apareció en francés por primera vez en París, en vísperas de la insurrección de junio de 1848, y recientemente en Le Socialistes [5], de Nueva York. En la actualidad, se prepara una nueva traducción. Hizose

pág. 2

en Londres una edición en polaco, poco tiempo después de la primera edición alemana. En Ginebra apareció en ruso, en la década del 60. Ha sido traducido también al danés a poco de su publicación original.

Aunque las condiciones hayan cambiado mucho en los últimos veinticinco años, los principios generales expuestos en este Manifiesto siguen siendo hoy, en su conjunto, enteramente acertados. Algunos puntos deberían ser retocados. El mismo Manifiesto explica que la aplicación práctica de estos principios dependerá siempre y en todas partes de las circunstancias históricas existentes, y que, por tanto, no se concede importancia exclusiva a las medidas revolucionarias enumeradas al final del capitulo II. Este pasaje tendría que ser redactado hoy de distinta manera, en más de un aspecto. Dado el desarrollo colosal de la gran industria en los últimos veinticinco años, y con éste, el de la organización del partido de la clase obrera; dadas las experiencias prácticas, primero, de la revolución de Febrero, y después, en mayor grado aún, de la Comuna de París, que eleva por primera vez al proletariado, durante dos meses, al Poder político, este programa ha envejecido en algunos de sus puntos. La Comuna ha demostrado, sobre todo, que "la clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la máquina estatal existente y ponerla en marcha para sus propios fines". (Véase "Der Burgerkrieg in Frankreich, Adresse des Generalrats der Internationalen Arbeiterassoziation"[6], pág. 19 de la edición alemana, donde esta idea está más extensamente desarrollada.) Además, evidentemente, la crítica de la literatura socialista es incompleta para estos momentos, pues sólo llega a 1847; y al propio tiempo, si las observaciones que se hacen sobre la actitud de los comunistas ante los diferentes partidos de oposición (capítulo IV) son exactas todavía en sus trazos

pág. 3

generales, han quedado anticuadas en la práctica, ya que la situación política ha cambiado completamente y el des arrollo histórico ha borrado de la faz de la tierra a la mayoría de los partidos que allí se enumeran.

Sin embargo, el Manifiesto es un documento histórico que ya no tenemos derecho a modificar. Una edición posterior quizá vaya precedida de un prefacio que pueda llenar la laguna existente entre 1847 y nuestros dias; la actual reimpresión ha sido tan inesperada para nosotros, que no hemos tenido tiempo de escribirlo.

CARLOS MARX FEDERICO ENGELS

Londres, 24 de junio de 1872.

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pág. 4

PREFACIO A LA EDICION RUSA

DE 1882[7]

La primera edición rusa del "Manifiesto del Partido Comunista", traducido por Bakunin, fue hecha a principios de la década del 60[8] en la imprenta del Kólokol [9]. En aquel tiempo, una edición rusa de esta obra podía parecer al Occidente tan sólo una curiosidad literaria. Hoy, semejante soncepto sería imposible.

Cuán reducido era el terreno de acción del movimiento proletario en aquel entonces (diciembre de 1847) lo demuestra mejor que nada el último capítulo del Manifiesto: Actitud de los comunistas ante los diferentes partidos de oposición en los diversos países. Rusia y los Estados Unidos, precisamente, no fueron mencionados aquí. Era el momento en que Rusia formaba la última gran reserva de toda la reacción europea y en que los Estados Unidos absorbian el exceso de fuerzas del proletariado de Europa mediante la emigración. Estos dos países proveían a Europa de materias primas y eran al propio tiempo mercados para la venta de su producción industrial. Los dos eran, pues, de una u otra manera, pilares del orden vigente en Europa.

pág. 5

¡Cuan cambiado esta todo hoy! Precisamente la emigración europea ha hecho posible el colosal desenvolvimiento de la agricultura en América del Norte, cuya competencia con mueve los cimientos mismos de la grande y pequeña pro piedad territorial de Europa. Es ella la que ha dado, además, a los Estados Unidos, la posibilidad de emprender la explotación de sus enormes recursos industriales, con tal energía y en tales proporciones que en breve plazo ha de terminar con el hasta la fecha monopolio industrial de la Europa occidental, y especialmente con el de Inglaterra. Estas dos circunstancias repercuten a su vez de una manera revolu cionaria sobre la misma Norteamérica. La pequeña y me diana propiedad agraria de los granjeros, piedra angular de todo el régimen político de Norteamérica, sucumben gradualmente ante la competencia de haciendas gigantescas, mientras que en las regiones industriales se forma, por vez primera, un numeroso proletariado junto a una fabulosa concentración de capitales.

¿Y ahora en Rusia? Al producirse la revolución de 1848-1849, no sólo los monarcas de Europa, sino también la burguesia europea, veian en la intervención rusa el único medio de salvación contra el proletariado, que empezaba a despertar. El zar fue aclamado como jefe de la reacción europea. Ahora es, en Gátchina[10], el prisionero de guerra de la revolución, y Rusia está en la vanguardia del movimiento revolucionario de Europa.

El Manifiesto Comunista se propuso como tarea proclamar la desaparición proxima e inevitable de la moderna propiedad burguesa. Pero en Rusia, vemos que al lado del florecimiento febril del fraude capitalista y de la propiedad territorial burguesa en vías de formación, más de la mitad de la tierra es poseída en común por los campesinos. Cabe,

pág. 6

entonces, la pregunta: ¿podría la obshchina [11] rusa -- forma por cierto ya muy desnaturalizada de la primitiva propiedad común de la tierra -- pasar directamente a la forma superior de la propiedad colectiva, a la forma comunista, o, por el contrario, deberá pasar primero por el mismo proceso de disolución que constituye el desarrollo

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