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Enviado por   •  10 de Octubre de 2013  •  784 Palabras (4 Páginas)  •  253 Visitas

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Todos en cierta medida estamos de acuerdo en la escuela tiene un papel clave para promover la equidad. Debido a que las personas excluidas del sistema educativo también lo son de la inserción social y laboral; en las últimas décadas se ha destacado que quienes no tienen una educación de calidad, no alcanzan la plena ciudadanía, al estar impedidos para ejercer sus derechos y la participación en los bienes sociales y culturales.

Farrel (1999) distingue cuatro facetas en su modelo de igualdad educativa que, aunque haga referencia a igualdad entre grupos sociales, podemos generalizar a la diversidad de alumnos independientemente del origen de sus diferencias:

• Igualdad de acceso se refiere a las posibilidades que tiene un niño o niña, joven o adulto de diferentes grupos socioeconómicos de estar escolarizado en un determinado nivel.

• Igualdad de supervivencia es la posibilidad que tienen las personas pertenecientes a diferentes grupos sociales de encontrarse a un determinado nivel en el sistema escolar.

• Igualdad de resultados seria la probabilidad que tienen sujetos de diferentes grupos sociales escolarizados en un determinado nivel educativo de aprender lo mismo. Esto implica necesariamente hablar de una “valoración social” de los diferentes tipos y formas de aprendizaje, aunque éstas sean diferentes.

• Igualdad de consecuencias educativas se refiere a la probabilidad que tienen sujetos de diferentes grupos sociales de acceder a similares niveles de vida como consecuencia de sus resultados escolares.

La expresión “responder a la diversidad” se ha convertido en un tópico que parece engloba los problemas cotidianos que afrontan profesores y profesoras en sus clases. Cada vez con mayor frecuencia oímos: atención a la diversidad, apoyo a la diversidad, respuesta a la diversidad, etc. Sin embargo, este hecho no implica necesariamente que la “cultura de la diversidad” forme parte de nuestras prácticas escolares.

Como sucede en muchas ocasiones en nuestra sociedad contemporánea, la utilización fácil e interesada de determinados conceptos convierte a éstos en palabras de moda, en meros eslóganes que se desvirtúan con un uso tan masivo. Para todos los que usan el término de diversidad éste no tiene el mismo significado, ni parte de los mismos supuestos ideológicos, ni presupone los mismos procesos de acción educativa.

No obstante, la cuestión es clara: no es posible enseñar el respeto y la fraternidad, si no se propician modos de actuación en la escuela que favorezcan la manifestación de estos valores. Es decir, un maestro que piense que la escuela debe ser una institución que exclusivamente forme a personas competentes en las áreas que se imparten, posiblemente dedicará poco tiempo y espacio a tratar temas de convivencia o de resolución de problemas personales. En cambio, otro maestro que crea que la escuela debe ser una institución

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