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Mexico En La Epoca De La Revolución


Enviado por   •  14 de Marzo de 2014  •  9.566 Palabras (39 Páginas)  •  290 Visitas

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Contexto socioeconómico de México

Presentación de la Unidad

En la etapa histórica de nuestro país que estás por revisar, se vivía una situación económica, social y política muy singular, pues desde el movimiento independentista hasta los sucesivos periodos presidenciales del General Porfirio Díaz, el país tenía más características rurales que urbanas y capitalistas, mucho menos industriales.

Después de una larga dictadura porfirista, México se había transformado. Los contrastes regionales, la diversidad cultural del país y la desigualdad social, llevaron al país a buscar una vía de expresión democrática que no tenía cabida en el gobierno porfirista. Por ello la sociedad en oposición al autoritarismo, demandó cambios políticos, sociales y económicos, representados por diferentes facciones, lo que llevó al inicio de la Revolución Mexicana y a posteriores confrontaciones entre posturas. Así, en este ambiente se inició la creación del Estado mexicano.

Propósitos

Al finalizar la unidad:

Propósitos

Identificarás las causas de la Revolución Mexicana.

Reconocerás las consecuencias económicas, políticas y sociales de la Revolución Mexicana.

Analizarás los cambios en la estructura social a partir del modelo económico imperante.

Competencia específica

Competencia

Analiza la evolución social, política y económica de México desde el periodo revolucionario hasta el sexenio de Felipe Calderón a través de la revisión de los periodos presidenciales para comprender el contexto actual.

2.1. Revolución Mexicana

El periodo comprendido entre el 20 de noviembre de 1910 y la promulgación de la Constitución de 1917, cuando terminaron oficialmente los enfrentamientos emanados de la lucha por el poder, se conoce como Revolución Mexicana; sin embargo, los enfrentamientos armados continuaron hasta la década de los 30.

2.1.2. Causas de la Revolución Mexicana

La Revolución Mexicana de 1910 comenzó a gestarse desde mucho tiempo atrás. Recordarás que Porfirio Díaz gobernó el país durante más de tres décadas, justamente cuando México se caracterizaba por ser una economía predominantemente agrícola con muy poco desarrollo industrial (economía heredada de la Colonia), una población que apenas rebasaba los 15 millones de habitantes –casi todos establecidos en el medio rural– y una población urbana muy reducida y centralizada. La economía en aquel tiempo se fundamentó en un modelo de acumulación y de producción bastante parecido al feudal. En este contexto, las grandes extensiones territoriales eran propiedad de un solo hombre o de una familia (hacendados) y se les conocía como latifundios. Díaz emprende una campaña para industrializar al país pero con la lógica de hacerlo por la vía de la importación de capitales y bienes de capital extranjeros. De esa manera se originó otra distinción social: las clases sociales no sólo se clasificaban en urbano/rural o rico/pobre sino que ahora, además, era extranjero/nacional.

En política, Díaz se fue haciendo un hombre mayor y, con él, su gabinete. No existían prácticamente las condiciones para que hombres más jóvenes y –quizá– mejor preparados pudieran acceder al círculo íntimo de colaboradores del presidente. Díaz había accedido al poder con el lema de No reelección, justamente cuando Benito Juárez pretendió reelegirse sin lograrlo pues le sobrevino su muerte. En este contexto, el presidente estaba contrariando, de nuevo, sus propias ideas, como deja ver la entrevista que le concedió al periodista norteamericano James Creelman en marzo de 1908, donde aseguró que la sociedad mexicana estaba lista para un cambio democrático y dejó entrever sus intenciones de no volverse a reelegir. Sin embargo, incumplió sus propósitos pues en ese mismo año buscó nuevamente la reelección.

La sociedad mexicana apenas subsistía con muchas carencias; los que gozaban de los privilegios derivados de la cercanía con el mandatario y, desde luego, los dueños de las haciendas eran los únicos que gozaban de cierta prosperidad. Esta configuración social fue el caldo de cultivo donde se gestó el movimiento revolucionario. Hay que subrayar que en este mismo contexto surgieron acérrimos críticos a la política porfirista que contribuyeron a preparar el escenario para la salida de Díaz. En 1910, Francisco I. Madero publica el libro La sucesión presidencial en medio de la efervescencia de la erección de varios clubes anti reeleccionistas y el 20 de noviembre proclama el Plan de San Luis Potosí, donde se da inicio oficialmente a la lucha armada. En dicho Plan, Madero desconoce la última reelección de Díaz y se autoproclama presidente provisional y jefe de la revolución.

En este momento ya habían surgido numerosos brotes armados los cuales fueron condensándose alrededor de la figura de Madero y culminaron con los Tratados de Ciudad Juárez, en mayo de 1911, donde se da fin a las escaladas militares. Díaz acepta renunciar al poder y entonces se propone a Francisco León de la Barra como presidente provisional. Madero formó el Partido Constitucional Progresista postulándose a sí mismo como presidente y a José María Pino Suárez como vicepresidente. Las elecciones fueron en el mes de octubre y resultaron ganadores (con el 99% de los votos) Madero y Pino Suárez, teniendo como inicio de su mandato el 6 de noviembre de 1911.

2.1.2. Diferencias entre Villa y Zapata

Los principales jefes insurgentes se caracterizaron por poseer un ideario político con una ideología propia; en general, buscaban ciertas reivindicaciones sociales, económicas y políticas. Ya desde antes del gobierno de Madero, existían pugnas entre Villa y Zapata por las posiciones que cada uno tenía en relación al presidente. Para Zapata las cosas eran muy claras: debía oponérsele y la única vía que le parecía posible era una nueva rebelión, esta vez contra Madero, quien no había dado cumplimiento a los compromisos contraídos en el Plan de San Luis, y que, además, agravó el ambiente político en Morelos nombrando como gobernador a un antizapatista. El presidente no se dejó intimidar y mandó a las tropas federales a aniquilar a las huestes zapatistas; pero éstas, junto con su caudillo, huyeron a las montañas de Puebla y proclamaron el Plan de Ayala. En éste se resume el resentimiento y la desesperación de los zapatistas, pues

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