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Mitos Y Leyendas

xyarou13 de Octubre de 2013

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Índice.

Índice. 1

El toro luminoso. 3

Mito mexicano que cuenta como los dioses ordenaron lluvia en castigo al mal comportamiento del hombre. Estos para conciliarse con los dioses debieron hacer algo... 4

Leyenda de la Venus Mexicana, Tlazolteotl. 5

La Calle del Niño Perdido 6

La Mujer Xtabay 8

K'acoch y la flor tsaknikté. Mito lacandón. 12

El Chikón Tokosho. Mito mazateco. 14

Ya'axché, el Árbol Sagrado de los mayas 16

Los Tlaloques 18

Los Chaneques. 20

El toro luminoso.

Allá en San José de Prada, Municipio de Villa de Casas; Pablo Zurita, vaquero a la antigua y gran conocedor, tenía en su rancho un buen número de cabezas de ganado, que personalmente cuidaban sus hijos Isidro, Alfonso y Enrique.

De una vaca hosca nació un becerro gateado, extrañamente largo, les mamaba a las otras vacas y aporreaba a los becerros.

Cuando creció dijo Pablo Zurita: “este animal tiene algo de raro, por la noche le brillan los cuernos y los ojos: en el primer chance lo vendemos”.

Una vez destetado lo cambiaron por diez chivos y se lo llevaron muy lejos. En una campeada Isidro Zurita reconoció el torete gateado, que se había regresado a sus querencias. Fueron a avisar al dueño y dijo: “Ese torete tiene algo, se los regalo”.

Ya de dos años entró al corral. Pablo Zurita le dijo a sus hijos: “Vamoslo capando para que en noviembre esté gordo y mandarlo a la matanza”. Isidro lo lazó de la cabeza e Isidro le echo un pial. Ya tumbado Enrique lo envedija y al intentar cortarle Pablo la bolsa de los huevos, la navaja no le entraba y de repente se reventaron al mismo tiempo las dos reatas; brincó arriba del corral de ramas y se perdió entre el monte. Nunca lo volvieron a ver, solamente su huella. Le pusieron lazo en las veredas, consiguieron perros, trajeron vaqueros de otros lados, jamás hubo uno que lo alcanzara.

Más de un cazador sobre el haz luminoso de una lámpara de carburo, vio a un torazo gateado que le brillaban los cuernos y los ojos.

Tírenle, dijo el dueño del rancho. El primero que lo hizo se le encasquilló un 30-30; a un soldado que andaba de visita le explotó un 7 milímetros; y al último que lo intentó con una escopeta cuata 12, al accionar el gatillo sintió una descarga eléctrica.

Eso no es normal, son cosas de lucifer. Empezaron a nacer los becerros gateados, pasaron los años y muchos de ellos seguían naciendo, no obstante que no había toros de ese pelaje.

Llegó eso que llaman progreso; vinieron las cercas, los potreros; llegaron razas nuevas, unas hoscas otras color barroso; también las de la joroba y seguían naciendo becerros de color gateado. Hace poco por los mismos rumbos cerca de Victoria, se estableció una lechería con puras vacas pintas de negro con un semental del mismo color, y todos los becerros nacieron gateados. La gente cuenta la leyenda de un toro que tiene pacto con el diablo.

Si gustan vayan a aquella región, al sur de la Mesa del Melón, al poniente del Picacho de San Francisco, y tal vez tengan la suerte de ver volar sobre la cerca de alambre, y meterse a los potreros y corrales de las vaquillas, un toro gateado.

Mito mexicano que cuenta como los dioses ordenaron lluvia en castigo al mal comportamiento del hombre. Estos para conciliarse con los dioses debieron hacer algo...

Se dice que muchos, muchos años antes de la llegada de los españoles a nuestra tierra, sucedió lo que les voy a contar: Había llovido mucho en aquel año y continuaba lloviendo desde la mañana hasta la noche, sin que un rayo de sol ni de luna que iluminará los campos. Las lindas estrellas se habían ocultado quizá para siempre, y los pájaros escondidos en sus nidos piaban tristemente, cubriendo con sus alitas empapadas a los bebés pajaritos; así, las madres cuidan de sus hijos temblorosos de frío. Lloraban las madres y se aterrorizaban los niños porque veían caer el cielo torrentes de agua en forma de grandes culebras que azotaban los campos, destruían los sembrados, anegaban las ciudades, como enormes gigantes heridos, y el hogar tolteca corría peligro. Así estaba aquel país de antepasados en el día del diluvio.

¿Por qué el cielo se mostraba tan severo con los hombres?

¡Ah! Porque habían faltado a su deber, no eran trabajadores, ni adoraban a sus dioses, ni eran respetuosos con los otros hombres, sus hermanos. Entonces los hombres pensaron hacer algo para salvar a la familia. Construyeron una gran pirámide como montaña de ladrillo y cemento especial, que llamaron Tolan Cholatan, alta, hasta el cielo, para escapar de la inundación. Ahí elevaron un altar a Tlaloc, el dios de las lluvias, y a Quetzalcóatl, el dios del viento; y subieron a sus familias por las grandes escalinatas de piedra hasta llegar a la cumbre... el dios de las aguas, compadecido de los hombres al ver su actividad y unión en el trabajo, hizo cesar el diluvió, y la aflicción del pueblo terminó.

Leyenda de la Venus Mexicana, Tlazolteotl.

Un hombre llamado Jappán quería llegar a ser el favorito de los dioses; abandono a su familia y todos sus bienes, y comenzó su vida de ermitaño en el desierto. Una vez allí, permaneció día y noche entregado a la devoción.

Los dioses quisieron poner a prueba su virtud y ordenaron al demonio Yaotl –el enemigo- que lo tentara y lo castigara si se rendía. Yaotl le ofreció las criaturas más hermosas para hacerlo bajar de la alta roca donde se había instalado, pero todo fue en vano. La diosa Tlazolteaotl, interesada en aquel juego, se presentó ante Jappán, que al ver su hermosura quedo turbado, y le dijo:

-Hermano Jappán, maravillada de tu virtud y conmovida por tus sufrimientos, quiero reconfortarte. ¿Cómo puedo llegar hasta ti para hablarte más cómodamente?

El ermitaño, sin darse cuenta de la trampa que le tendía, bajo de su roca y ayudo a la diosa a subir a ella. Al hacerlo, la virtud de Jappán cayó y enseguida llego Yaotl –y a pesar de todas sus suplicas- le corto la cabeza.

Los dioses lo transformaron en escorpión y avergonzado se escondió bajo la piedra. Luego Yaotl fue a buscar a la mujer de Jappán, Tlahuizin –la inflamada- y la llevo junto a la piedra donde estaba escondido su marido, le contó lo que había pasado y también le corto la cabeza.

Uniéndose a su marido bajo la roca, dieron nacimiento a escorpiones de diferentes colores. Los dioses consideraron que Yaotl se había excedido en su misión y lo transformaron en saltamontes.

La Calle del Niño Perdido

Enrique de Verona logró gran prestigio y fortuna como escultor por las obras de arte realizadas en la catedral de Toledo, en España. Como era mucha su fama fue contratado por el virrey Don Francisco Hernández de la Cueva para realizar el altar de reyes en la catedral de México.

También en la nueva España ganó honra y dinero; Verona que en su tierra había dejado esperando a una guapa gaditana, quien todos los días iba a ver que barcos llegaban.

Se disponía a volver a España para enlazar su vida con la mujer que amaba, cuando he aquí que a la víspera de su viaje, a dar vuelta a una esquina tropezó con una dama a quien se le cayó el pañuelo.

El joven Verona por su natural, cortesía se acercó a levantarlo y se lo entregó a la doncella, la cual se puso encendida como una amapola, fijó sus ojos castaños en los de Verona y con una voz que a éste le sonó como música le dijo con tono suave:

−Gracias caballero.

Fueron solo dos palabras, pero esas dos palabras, aquella mirada y la belleza de la dama, produjeron en Verona más efecto del que pudo de pronto comprender.

Se quedó parado en la esquina viendo alejarse a la doncella y aquel gracias caballero se lo repetía él mismo una y otra vez.

Hasta entonces se acordó el olvidadizo artista de todas las cosas que le faltaban arreglar para su viaje del día siguiente. De pronto le pareció una falta imperdonable no despedirse de un amigo al que nunca le había hecho el menor caso; el no dejar recomendado a un gatito que tenía, para que no le hiciera falta comida.

Lo que Verona quería era disculparse y con mil pretextos, el cambio que acabara de experimentar en su corazón; quería a toda costa demorarse y dejar esperando a la gaditana.

Pronto se conocieron Verona y Estela Fuensalida, que tal era el nombre de la doncella que también tuvo que dejar plantado a su prometido, un viejo platero llamado Don Tristán de Valladeres.

La gaditana se quedó espera y espera, pero Valladeres, lleno de rabia, de celos y de despecho, juró vengarse en la primera oportunidad.

Pasó un año, Estela tenía un hermoso niño y todo parecía estar en paz, hasta que una noche fría del mes de Diciembre de 1665 llegó Tristán de Valladeres sigilosamente a la casa de Estela y entró por la barda de atrás y prendió fuego a un pajar.

Al momento se lanzaron llamaradas y cuando Estela y su esposo despertados aturdidos, se encontraron en medio de humo y llamas.

Todo fue confusión en la casa, los criados corrían de un lado a otro, despavoridos tratando de salvar sus vidas.

Estela cayó desmayada en la habitación y los vecinos que habían acudido, apagaban todos el fuego y salvaron a Estela. Cuando esta se repuso y ya en la calle libre de las llamas, reflexionó que se hallaba sin su esposo y sin su hijo, los dos

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