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Modos De Produccion En El Renacimiento

fognes16 de Febrero de 2015

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En la Edad Media, las actividades económicas estaban determinadas por doctrinas eclesiásticas, la conducta económica estaba sometida a las reglas de la moralidad como actualmente pasa en algunos países, por ejemplo Irán. Durante la Edad Media, la riqueza había sido considerada patrimonio exclusivo de la nobleza y de la Iglesia.

El sistema estamental otorgaba una obligación a cada grupo social y el peso de la producción económica recaía sobre el pueblo llano; la riqueza de nobles y clérigos debía servir, entre otras cosas, para atender las necesidades del pueblo en caso de malas cosechas, pero esto no ocurría. La propiedad privada existía, pero el sentimiento colectivo de cada estamento borraba muchos deseos individuales. La reaparición de las ciudades y las prácticas artesanales y comerciales abrieron un nuevo campo en materia laboral, se podía trabajar en otras actividades que no fueran las agrícolas. Pero hasta que no se impuso la economía monetaria, las cosas no cambiaron realmente.

El Renacimiento es, según lo expuesto por Erich Fromm en Miedo a la libertad, el comienzo del individualismo moderno. Sin embargo, si bien la época renacentista representó un grado de evolución alto del capitalismo industrial y comercial. La concepción capitalista de la economía se fue conformando a lo largo del Renacimiento.

La nueva mentalidad capitalista no se desarrolló de igual modo en todos los países. Los condicionantes religiosos fueron determinantes en la nueva mentalidad económica, ya que, mientras el catolicismo condenaba la usura (la producción de dinero a través del préstamo) el protestantismo mantenía la idea de que la riqueza debía considerarse como un don divino, con independencia de su origen. Por ello, el nacimiento de las sociedades capitalistas sería más temprano en los países de influencia protestante.

El desarrollo económico capitalista supuso cambios significativos en la atmosfera sicológica. A finales de la Edad Media, se desarrolla también el concepto del tiempo en sentido moderno; cada minuto empezaba a tener valor, por lo que las personas eran conscientes de emplear cada momento en algo útil. El trabajo se transformaba en el valor supremo, el individuo se liberó de la reglamentación del sistema corporativo de la época anterior, pudo elevarse por sí mismo y tentar su suerte, se convirtió en dueño de su destino gracias a su esfuerzo individual.

Es así como el Teocentrismo pierde fuerza (Dios es el centro del mundo) y nace una nueva concepción del mundo en donde el ser humano es lo más importante: el Antropocentrismo (el hombre es el centro del mundo.

Desde el punto de vista económico, el capitalismo defiende el papel preponderante de la libre iniciativa empresarial y de la libertad de contratación. También hay libertad personal a la hora de escoger un trabajo. No hay tantas limitaciones como existían en el feudalismo.

A partir del siglo XVIII-XIX el capitalismo se convierte en el modelo dominante y, como la industria se está convirtiendo ya en la actividad económica más importante, algunos autores hablan de "Capitalismo industrial". El préstamo de dinero con intereses, actividad antes despreciada, cobró una fuerza descomunal.

La figura del banquero adquirió una importancia capital a la hora de asegurar y estimular la circulación monetaria y de mercancías. El instrumento más frecuente del crédito era la cédula u obligación, que suponía un reconocimiento de deuda, mientras que para el comercio internacional se recurrió a la letra de cambio. El nuevo juego capitalista de la oferta y la demanda sustituyó a las ideas medievales del "lucro honesto", que censuraba los intereses desorbitantes, y del "precio justo", por el que un objeto valía según su uso.

Según Lewis Mumford (Técnicas y civilizaciones, 1950), el sistema técnico del Renacimiento anuncia el futuro económico del mundo occidental.

El siglo XV vive por ejemplo la puesta a punto de la imprenta en caracteres móviles (la "tipografía") de Gutenberg. Cuidadoso de preservar mientras puede los secretos de sus búsquedas, forzado a préstamos monetarios importantes, es en cierto modo el arquetipo de los futuros capitalistas. Su objetivo es responder a una petición insatisfecha: la petición de cultura de los espíritus cada vez menos analfabetos del Renacimiento. Si era preciso hacer publicaciones en gran escala de libros mayores, rápidamente va a surgir la petición de realizar una producción más diversificada. La difusión de la Biblia a uso personal contribuye al vuelo de la Reforma, mientras que ésta aumenta a cambio la demanda. En parte permitida por los progresos de la metalurgia, la tipografía le abastece a cambio de desembocaduras. Interés por la mecánica, las primicias de la "standardización", producciones de grandes series, preocupaciones de la "productividad" y el espíritu de innovación... Si bien habrá que esperar para ver avances similares en la industria textil y así estimular el despegue industrial, la imprenta muestra bien que el mantillo del capitalismo es más antiguo. Respecto a la imprenta, Max Weber hace ver que ya existía desde hace mucho tiempo en China y seguramente en la India, pero como numerosas técnicas, heredadas a veces de la Antigüedad (la fuerza del vapor fue conocida por ejemplo en el Antiguo Egipto), debió esperar para poder insertarse en un conjunto de técnicas coherentes y complementarias para poder imponerse. No lo hizo por otra parte sin encontrar oposición, particularmente por parte de los copistas medievales.

Hacia un nuevo sistema técnico

El nuevo sistema técnico que surge en el Renacimiento permite la irrupción de ciertos principios del capitalismo moderno como el mejoramiento de la productividad, la economía de mano de obra, el aumento de la producción en volumen y su diversificación, e incluso la inversión. Se apoya en algunas innovaciones como el alto horno, la imprenta o el sistema biela-manivela, el aumento en potencia de los grandes sectores industriales (metalurgia, explotación minera) y la utilización corriente de una fuente de energía (hidráulica). Este sistema, que persistirá hasta mediados del siglo XVIII, arrastrará la adopción de un sistema social que servirá para sembrar el inicio de un capitalismo naciente y enterrar un régimen feudal que no habrá sabido inscribirse en esta mudanza en profundidad.

La concepción capitalista de la economía se fue conformando a lo largo del Renacimiento. Durante la Edad Media, la riqueza había sido considerada patrimonio exclusivo de la nobleza y de la Iglesia. El sistema estamental otorgaba una obligación a cada grupo social y el peso de la producción económica recaía sobre el pueblo llano; la riqueza de nobles y clérigos debía servir, entre otras cosas, para atender las necesidades del pueblo en caso de malas cosechas. La propiedad privada existía, pero el sentimiento colectivo de cada estamento borraba muchos deseos individuales. La reaparición de las ciudades y las prácticas artesanales y comerciales abrieron un nuevo campo en materia laboral, se podía trabajar en otras actividades que no fueran las agrícolas. Pero hasta que no se impuso la economía monetaria, las cosas no cambiaron realmente.

Durante muchos siglos la idea de riqueza había ido unida a la de posesión de tierras y, de hecho, muchos de los primeros comerciantes invirtieron sus ganancias en la compra de terrenos. Pretendían con ello emular a los señores feudales, que no sólo habían poseído tierras, sino que éstas habían sido, en gran medida, la fuente de su poder político y jurídico, pero la aparición de las monarquías autoritarias rompió el sistema estamental, al arrebatar a los señores feudales el poder político y jurídico, que hasta entonces habían ostentado. A partir de ese momento, la riqueza ya sólo podía ofrecer el poder económico y la mentalidad colectiva fue cambiando poco a poco sus criterios.

El dinero ya no tenía por qué emplearse en la compra de terrenos, pues el poder que ofrecía era el económico y ése lo daba por sí mismo. Surgió así el concepto de capital y las nuevas formas de su utilización. Con dinero se podían financiar empresas mercantiles en las que el que lo arriesgaba, tenía derecho a una ganancia, pero también se podían comprar materias primas y mano de obra que las trabajara (manufacturas a domicilio), lo que también daba derecho a un beneficio, por el simple hecho de la posesión de un capital. Así pues, el uso del dinero pronto tuvo como finalidad su propio incremento.

Esta nueva forma de entender la riqueza estuvo muy en relación con el individualismo renacentista, ya que el poder económico no exigía la vinculación a ningún estamento, ni a otros individuos (lazos personales de vasallaje o de señorío) sino que, por el contrario, el éxito económico era símbolo de éxito personal individual.

La nueva mentalidad capitalista no se desarrolló de igual modo en todos los países. Los condicionantes religiosos fueron determinantes en la nueva mentalidad económica, ya que, mientras el catolicismo condenaba la usura (la producción de dinero a través del préstamo) el protestantismo mantenía la idea de que la riqueza debía considerarse como un don divino, con independencia de su origen. Por ello, el nacimiento de las sociedades capitalistas sería más temprano en los países de influencia protestante.

MODOS DE PRODUCCION

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