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Origen De Los Estagos Pristinos


Enviado por   •  22 de Octubre de 2013  •  2.902 Palabras (12 Páginas)  •  244 Visitas

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EL ORIGEN DE LOS ESTADOS PRÍSTINOS

Antes de la evolución del estado, en la mayoría de las sociedades grupales y aldeanas el ser humano medio disfru¬taba de libertades económicas y políticas que hoy sólo goza una minoría privilegiada. Los hombres decidían por su cuen¬ta cuánto tiempo trabajarían en un día determinado, en qué trabajarían... o si trabajarían. A pesar de su subordi¬nación a los hombres, las mujeres generalmente también or-ganizaban sus tareas cotidianas y se fijaban un ritmo sobre una base individual. Existían pocas rutinas. La gente hacía lo que tenía que hacer, pero nadie les decía dónde ni cuán¬do. No había jefes ni capataces que se mantuvieran aparta¬dos ni que controlaran el trabajo. Nadie les decía cuántos ciervos o conejos tenían que cazar ni cuántas batatas silves¬tres tenían que recoger. Un hombre podía decidir que el día era bueno para estirar el arco, para apilar hojas, para buscar plumas o para holgazanear por el campamento. Una mujer podía decidir que buscaría raíces, recogería leña, trenzaría una cesta o visitaría a su madre. Si se puede confiar en que las culturas de los pueblos grupales y aldeanos modernos revelan el pasado, las tareas se cumplieron de este modo durante decenas de miles de años. Además, la madera para el arco, las hojas para el techo, los pájaros que daban plu¬mas, los leños de los gusanos y la fibra para la cesta estaban allí para que todos los cogieran. La tierra, el agua, los vege¬tales y los animales de caza eran propiedad comunal. Todo hombre y mujer tenía derecho a una porción igual de natu¬raleza. Ni las rentas ni los impuestos ni los tributos impedían que la gente hiciera lo que quería. Todo esto fue arra¬sado por la aparición del estado. Durante los últimos cin¬co o seis milenios, las nueve décimas partes de todas las personas que vivieron lo hicieron como campesinos o como miembros de alguna de las castas o clases serviles. Con la aparición del estado, los hombres comunes que intentaban utilizar la generosidad de la naturaleza tuvieron que con¬seguir el permiso de otro y pagarlo con impuestos, tributos o trabajo extra. Fueron despojados de las armas y de las téc¬nicas de la guerra y la agresión organizada y éstas entre¬gadas a soldados-especialistas y policías controlados por bu¬rócratas militares, religiosos y civiles. Por primera vez apa¬recieron sobre la tierra reyes, dictadores, sumos sacerdotes, emperadores, primeros ministros, presidentes, gobernadores, alcaldes, generales, almirantes, jefes de policía, jueces, abo¬gados y carceleros, junto con mazmorras, cárceles, penitencia¬rías y campos de concentración. Bajo la tutela del estado, los seres humanos aprendieron por primera vez a hacer reveren¬cias, a humillarse, a arrodillarse y a saludar humildemente. La aparición del estado significó, en muchos sentidos, el descenso del mundo de la libertad al de la esclavitud.

¿Cómo ocurrió? Para responder, primero tendré que ha¬cer una distinción entre cómo ocurrió primero en determina¬das regiones del mundo y cómo ocurrió después. Tendré que distinguir, según la terminología propuesta por Morton Fried, entre el origen de los estados «prístinos» y los «secunda¬rios». Un estado prístino es aquel en el que no hay una si-tuación preexistente que estimule el proceso de formación del estado. Claro que puesto que ninguna sociedad existe en el vacío, todos los procesos de desarrollo están influidos por la interacción con otras sociedades, pero «existen situacio¬nes en las que ninguna de las culturas externas es más com¬pleja que la que se considera y esas situaciones pueden con¬siderarse como prístinas».

Los arqueólogos tienden hacia un acuerdo en el sentido de que hubo al menos tres centros de desarrollo estatal prís¬tino y, probablemente, incluso ocho. Los tres casos definidos son: Mesopotamia, alrededor de 3300 antes de nuestra era; Perú, aproximadamente en tiempos de Cristo; y Mesoamérica, aproximadamente en el 300 de nuestra era. Es prácti¬camente seguro que en el Viejo Mundo también surgieron estados prístinos en Egipto (alrededor de 3100 antes de nues¬tra era), en el Valle del Indo (poco antes del 2000 antes de nuestra era) y en la Cuenca del Río Amarillo, en el norte de China (poco después del 2000 antes de nuestra era). Sin embargo, existen dudas considerables con respecto a la afir¬mación de algunos estudiosos de la prehistoria en el sentido de que también se desarrollaron estados prístinos en Creta y en el Egeo alrededor del 2000 antes de nuestra era y en la Región Lacustre del este de África aproximadamente en el 200 de nuestra era. También existen controversias con res¬pecto a la cuestión de si en el Nuevo Mundo el estado prís¬tino mesoamericano surgió primero en la región maya de las tierras bajas o en las tierras altas mexicanas, tema que ana¬lizaré en el próximo capítulo.

Aparentemente, el mejor modo de comprender la apari¬ción de los estados prístinos sería como consecuencia de la intensificación de la producción agrícola. Al igual que los cazadores-recolectores, las aldeas agrícolas solían intensificar sus esfuerzos de producción de alimentos a fin de aliviar las presiones reproductoras. Empero, a diferencia de los ca-zadores-recolectores, los agricultores de las zonas de terreno favorecido pueden intensificar sus esfuerzos durante un pe¬ríodo relativamente prolongado sin sufrir agotamientos brus¬cos ni pérdidas de eficacia. En consecuencia, los agricultores de aldeas sedentarias suelen desarrollar instituciones espe¬ciales que estimulan la intensificación al recompensar clara¬mente a aquellos que trabajan más que otros. Una parte clave del proceso por el cual se desarrolló la estructura de subor¬dinación del estado estriba en la naturaleza característica de las instituciones responsables de recompensar a los intensificadores de la producción en las aldeas agrícolas sedenta¬rias pre-estatales.

Los antropólogos se refieren a los intensificadores de la producción agrícola con el apelativo de «grandes hombres». En su etapa más pura y más igualitaria, la más conocida gra¬cias a los estudios de numerosos grupos de Melanesia y Nue¬va Guinea, los «grandes hombres» juegan el papel de indi¬viduos trabajadores, ambiciosos y llenos de civismo que persuaden a sus parientes y vecinos para que trabajen para ellos al prometerles celebrar un enorme festín con los ali¬mentos extras que produzcan. Cuando el festín tiene lugar, el «gran hombre», rodeado por sus orgullosos ayudantes, re¬distribuye ostentosamente —divide— pilas de alimentos y otros regalos pero no guarda nada para sí. Bajo determina-das condiciones ecológicas y en presencia de la guerra, estos administradores de alimentos podrían haberse situado gra¬dualmente por encima de

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