Pintura Rupestre

Se conoce como arte rupestre a los rastros de actividad humana o imágenes que han sido grabadas o pintadas sobre superficies rocosas.

En su paso por el mundo, el hombre ha dejado plasmadas en cuevas, piedras y paredes rocosas, innumerables representaciones de animales, plantas u objetos; escenas de la vida cotidiana, signos y figuraciones geométricas, etc., obras consideradas entre las más antiguas manifestaciones de su destreza y pensamiento. Antes del desarrollo de la escritura, las sociedades humanas posiblemente registraban ya, mediante la pintura y el grabado en piedras, una gran parte de sus vivencias, pensamientos y creencias.

Petroglifo Piedra Horizontes, Sasaima, Cundinamarca (Colombia)

Expresadas de una manera muy sintética, estas manifestaciones son el reflejo de la capacidad intelectual de la humanidad para abstraer y representar su realidad.

Su denominación como “arte” no significa que se trate de objetos artísticos en los términos y con las finalidades con que hoy los entendemos desde nuestra cultura occidental. Ésta es sólo una más de las formas como se ha intentado definir su significado. Lo “rupestre” hace referencia al soporte en que se encuentra (del latín rupe: roca). Quizás sea más indicado el término manifestaciones rupestres(1), pues la palabra “arte” implica darle un sentido que no necesariamente coincide con el que le dieron sus ejecutores.

¿Tipos de arte rupestre?

Existen dos tipos principales de arte rupestre en atención a las técnicas empleadas: los petroglifos y las pinturas, siendo muchos más los primeros.

Por un lado, los petroglifos o grabados rupestres son figuras que se han trazado en la superficie de la piedra mediante procedimientos de percusión, desgaste, grabado o tallado. Los motivos representados son de tipo geométrico y figurativo, tales como los hallados en la fachada atlántica (España, Portugal, Francia, Gran Bretaña y los países bálticos), México, Ecuador, Perú, Colombia y Chile.

Las pinturas, por su parte, son imágenes que resultan de aplicar pigmento sobre las superficies pétreas en cuevas profundas y también en abrigos rocosos. Para ello utilizan colorantes minerales (óxidos de hierro, cinabrio, carbón, arcillas,…) que mezclan con sustancias animales (leche, huevo, grasa,…) o vegetales, para obtener diversos colores en tonos rojizos, negros, blancos, naranjas, amarillos,… Estos pigmentos se aplicaron con los dedos o con instrumentos, unas veces en trazos muy finos y otras en grandes superficies. Los motivos son muy diversos: figuraciones geométricas, escenas naturalistas, manos, etc. Se encuentran por todo el mundo y también las hay por toda España (Cornisa Cantábrica, Arco Mediterráneo) y Latinoamérica

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