Poder Presidencial Y Recursos Nacionales
Gpemendi12 de Mayo de 2015
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PODER PRESIDENCIAL Y RECURSOS NACIONALES.
No podemos negar que las fuertes crisis y devaluaciones de la moneda mexicana, han sido consecuencias de una mala administración de nuestro gobierno, por parte de los políticos. Cada programa o reforma que han creado para salvar la economía del país, han estado llenas de “buenas intenciones” para mejorar la situación de las clases menos privilegiadas, sin embargo esas “buenas intenciones” no han sido la solución a las demandas de la población en ninguno de los sexenios que hasta el momento hemos estudiado. La siguiente cita resume la historia política de México:
“No parece casual. Existe una larga historia de gobiernos autoritarios que han usado las ganancias petroleras para comprar el silencio de sus críticos, mientras los beneficios se han disipado en una larga cadena de corrupción de la cual se aprovechan sólo unos cuantos (Buchanan, 2005).”
El estudio de nuestra historia está plagada precisamente de eso: gobiernos autoritarios que no permiten la inclusión de las clases sociales, ni géneros, ni de ideologías, así como el favorecimiento de unos cuantos, y de gobiernos corruptos que no han permitido que México sea un país autosuficiente, peor aún, lo han vendido al mejor postor.
Ya que estamos hablando de los privilegiados, creo oportuno introducir la siguiente cita:
“Desde 1965, Leopoldo Solís hacía ver que, debido al "factor ambiental", es decir: al hecho de que los principales inversionistas eran también los principales financieros y ahorradores, la banca privada dominaba al Banco de México, pues los grupos financieros actuaban en bloque y pedían imponer innumerables medidas económicas que les favorecían. Los bancos eran dueños de la mayoría de las acciones de 500 de las empresas más importantes y rentables que se centraban en la industria, las telecomunicaciones y numerosas ramas más. El Banco Nacional de México (Banamex), de la familia Legorreta, para no ir más lejos era accionista de 120 empresas industriales, comerciales y de servicios, 6 de telecomunicaciones, 13 de la rama química, 10 de materiales de construcción, 11 de minería, 4 electrónicas y 6 de metales, además de participar en 25 financieras y aseguradoras, 16 empresas "en apoyo al grupo" y 15 "varias". El otro gigante, el Banco de Comercio o Bancomer, era accionista de 160 empresas de distintos giros, poseía 121 millones de acciones y, a través de Seguros Bancomer, de 20 millones más. El banco también era dueño de 6 empresas de autopartes, 5 electrónicas, se hallaba asociado con los 5 grupos industriales más poderosos del país, era gran accionista de Nacional Financiera y copropietario de 3 firmas de bebidas alcohólicas y 4 de materiales de construcción. Los ejecutivos de bancos como Serfin (ligado al grupo Monterrey) o Comermex (del grupo Chihuahua) o Continental (de Carlos Abedrop), encabezaban los consejos de administración de más de 150 empresas de primera importancia y sus nombres aparecían en todas partes donde había mucho dinero. Años después Agustín Legorreta, de Banamex, diría que eran 300 los industriales ("un número muy cómodo), que manejaban a su entero gusto las finanzas del país (Agustín, 1992).”
En la actualidad muchos tenemos acceso a créditos, pero eso no significa que la riqueza no haya dejado de estar en unas cuantas manos, ni que las finanzas del país estén en las nuestras.
Lamentablemente México no ha avanzado, no por falta de recursos naturales o por falta de mano de obra, sino por falta de una dirección certera y de políticos capacitados, que asuman eso: su papel de políticos, no de protagonistas de novela que esperan un milagro (“En 1980 López Portillo se sintió de lo más realizado con su Samcito y creía que ya había cumplido su destino histórico con relación al campo, aunque se ofendió por tantas
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