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Principales Hechos Históricos Y De Educación


Enviado por   •  22 de Junio de 2015  •  23.517 Palabras (95 Páginas)  •  151 Visitas

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De 1955 a 1976 El Sistema Educativo desde la Revolución Libertadora hasta el Isabelismo.

Modelos de desarrollo.

El proceso de industrialización por sustitución de importaciones, iniciado en la década de 1930 y relanzado mediante la redistribución de ingresos en 1946, alcanza su techo hacia 1952. Para entonces, la industrialización liviana, requiere de la integración de industrias de base para seguir avanzando. No podía ya seguir dependiendo de la provisión de acero y equipos del exterior. Se necesitaba que estos fueran producidos localmente. El problema giraba en torno cómo conseguir los capitales necesarios para estas inversiones, que por su magnitud no estaban al alcance de empresarios de nivel pequeño y mediano, que habían predominado en la expansión productiva de los últimos años. Las opciones que se presentaron, podrían resumirse en dos: o generarlo internamente, o conseguir la radicación de capitales extranjeros.

La generación autónoma requería de una transformación estructural de la economía y la sociedad: expropiación del latifundio, distribución de la tierra, creación de una clase de pequeños y medianos productores rurales, que ampliara la demanda interna, tecnificara el agro e incrementara su productividad. Esto hubiera permitido la acumulación local de capital, en base a la cual el Estado podría haber encarado por sí mismo la implantación de industrias básicas y la explotación de recurso naturales.

La otra opción, basada en la inversión de capital extranjero, es la que se suele denominar genéricamente como “desarrollista”. El papel del Estado se limita a generar condiciones económicas atractivas para los inversores privados, otorgándole facilidades impositivas, garantizándole la propiedad de las empresas y la salida de ganancias, pero sobre todo, permitiéndoles la apropiación de una alta cuota de plusvalor. Y como el plusvalor del capital procede del trabajo, lo que supone este modelo es que los salarios deben bajar para que el capital extranjero encuentre “oportunidades de negocios”.

El modelo autónomo requiere de una revolución social, que se centre en la clase obrera urbana, expropie a la vieja clase dominante, otorgue protagonismo al Estado y rompa con la dependencia económica. En cambio, el modelo desarrollista, al priorizar la inversión de capital extranjero y requerir la baja del salario, supone un Estado de fuertes contornos represivos antipopulares, en alianza con los centros de poder económico internacional.

Ya Perón, en 1952, frente a esta disyuntiva, prefiere optar por el capital extranjero, y comienza por otorgar concesiones a empresas petroleras privadas. Pero es el Gobierno de Frondizi (1958-1962) que va a hacer de esta propuesta el eje de la acción estatal. Si bien esta tendencia, con altibajos, se va a mantener durante todo el período, el otro gran impulsor de este modelo de industrialización será el gobierno de Onganía (1966-1970).

Durante el gobierno de Frondizi, se logró avanzar en la implantación de industria básica (acero, maquinarias, químicos y celulosa) como así también en la explotación a fondo de los recursos naturales. Automotores, energía, siderurgia y petróleo, recibieron el beneficio de regímenes especiales. En ellos se desarrollaron empresas de capital extranjero concentrado. Durante el gobierno de Onganía rindieron sus frutos las políticas del gobierno de Frondizi, con el agregado de cierto fortalecimiento del mercado interno, y el incentivo a exportaciones industriales: siderúrgicos, químicos, máquinas herramientas y automotores, caracterizadas por no solo por su concentración, sino por un elevado nivel tecnológico.

El juego político de la proscripción.

A partir de 1955 se abre un período político cuyo elemento determinante es la proscripción del peronismo, y los reacomodamientos del movimiento popular. El gobierno de la llamada Revolución libertadora interviene los sindicatos, disuelve el partido peronista, prohíbe mencionar el nombre del líder y cantar la marcha peronista. Se establecen listas negras de adherentes al régimen anterior, se impone la censura, se encarcela a cientos de militantes justicialistas y se mata a quienes no aceptan la nueva situación.

Se intenta abrir el juego partidario electoral, con la proscripción del peronismo. Pero no se logra estabilizar ninguna forma de dominación. El peronismo no es tan fuerte para recuperar el gobierno. Pero el antiperonismo no es tan homogéneo para imponer un sistema sin el peronismo. Las posiciones del antiperonismo oscilan desde los que apoyan su exterminio físico violento, hasta quienes postulan una alianza que reintegre el peronismo, reformado, al sistema político. Pero todos coinciden en la necesidad de impedir su retorno al gobierno.

Los períodos constitucionales encabezados por Frondizi e Illia, tienen una actitud más permisiva con el peronismo, pero deben sus designaciones a la proscripción de las mayorías, lo que los hace cargar con una cuota de ilegitimidad imposible de remontar. No vuelve a haber ejercicio pleno de la soberanía popular hasta 1973.

La rama del movimiento peronista que sí logra más rápidamente la legalidad, es la organización gremial, que va a evidenciar un clibaje interno entre los sindicatos más combativos, que reivindican un programa revolucionario, priorizando el inmediato retorno de Perón al país; y la vertiente más burocrática y negociadora, que se postula como base de apoyo a una política modernizadora de orientación desarrollista, relegando a un segundo plano la figura de Perón. En tanto que Perón, desde el exilio, va a apoyar, según la conveniencia táctica una u otra postura.

El movimiento peronista, en la proscripción, sometido a la censura cultural, la prohibición política y la explotación económica, va a reaccionar a través de la resistencia y de la reorganización gremial. El populismo peronista en la clandestinidad, se autonomiza del liderazgo moderador de Perón, adoptando aristas radicalizadas y revolucionarias. Que el propio Perón apoya. La misma actitud de resistencia en la segunda mitad de los 50 es la que da cabida en los 60 a las organizaciones políticas juveniles de orientación revolucionaria, y a la conformación de fuerzas guerrilleras, de ideología marxista, dentro y fuera del peronismo.

El estallido social conocido como el Cordobazo, de Mayo de 1969 marca el agotamiento político del modelo de industrialización dominado por el capital extranjero y la exclusión política de las mayorías populares. Desde entonces se lanza un proceso de movilización y politización de los conflictos culturales y gremiales que avanzan en el sentido de una transformación revolucionaria

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