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Psicoanalisis Hermeneutica Y Genero


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2013  •  5.048 Palabras (21 Páginas)  •  332 Visitas

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Este artículo ha sido publicado en: Horizontes de la hermenéutica. Edición a cargo de Marcelino Agís Villaverde. Universidad de Santiago de Compostela. Santiago de Compostela. España. 1998. pp. 496-514.

1. Introducción

Es posible que a priori ante el título de esta ponencia, más de una persona sienta cierto escepticismo filosófico y tenga serias dudas acerca del estatuto epistemológico que se le pueda otorgar a un trabajo que, en su propuesta inicial, reúne y yuxtapone tres modelos filosóficos sospechosos de grave heterodoxia. No es nuestra intención ejercer en sentido inverso la sospecha y cuestionar la “imparcialidad de juicio” de quienes hayan sido tentados por esa debilidad.

Tampoco parece adecuado presumir de un “acto heroico”, cuando la heroicidad en todo caso recaería sobre quienes han organizado un congreso dedicado a la hermenéutica, aunque es posible que tampoco los organizadores estén libres de toda sospecha. No obstante, si distribuimos con justicia las responsabilidades, queda claro que hablar de hermenéutica en este foro no es ni sospechoso, ni siquiera contingente sino más bien condición necesaria. Añadir y yuxtaponer al concepto de hermenéutica el de psicoanálisis podría ser ya un atrevimiento, pero aquí el recurso a la autoridad nos deja libres de toda sospecha. ¿Quién podría enmendar la plana a filósofos de la talla de Habermas o Paul Ricoeur?. De todos es conocido que uno y otro han dedicado su inteligencia y su esfuerzo a pensar sobre el tema y eso le otorga a la problemática, por principio de autoridad, el carácter de “problema filosófico”, sino de primer orden si al menos de problema filosófico interesante.

¿Y qué podría justificar añadir a este estudio la perspectiva de género? Habría un argumento, que seguramente no es filosóficamente el mejor, pero que sin lugar a dudas es irrefutable, según el cual quien iba a tratar aquí esta temática sino son las dos únicas mujeres que aparecen en el programa y -lo crean o no, no está dicho en tono sarcástico-. Nosotras, como miembros de la academia, sabemos que los estudios de género son todavía “cosas de mujeres”, aunque también sabemos que la aplicación de las categorías de género están revolucionando el objeto de estudio de las ciencias sociales, si bien se infravalora dicha revolución por ser protagonizada por mujeres.

Lo tomemos como lo tomemos y apelemos a criterios externos impuestos por los organizadores, a criterios de autoridad o meramente a nuestra diferencia sexual y genérica, el filósofo ortodoxo que se precie seguirá pensando que esto como mucho va de pensamiento débil. No obstante, ese hipotético filósofo ortodoxo -representante de la academia, del pensamiento profundo y estudioso de los grandes sistemas filosóficos- puede tener serios motivos para sentirse incómodo. Evidentemente no por nuestra presencia, ni por nuestro trabajo, pero si por el gran número de estantes de bibliotecas de prestigiosas universidades que están ocupadas por libros que abordan esas temáticas “débiles”, “sospechosas”,”fragmentarias” o “transitorias”. No son menos los seminarios, las cátedras, los institutos o los espacios de aula que se abren hacia esas concepciones que podríamos llamar alternativas.

Nuestro trabajo se inscribe en esa concepción alternativa de entender la filosofía bajo el prisma de la inquietudes, incertidumbres y vicisitudes que nos presenta la vida. Ciertamente creemos que puede decirse algo interesante hablando de “Género, psicoanálisis y Hermenéutica”, aunque no tanto porque nos lo permita el título del congreso, nos lo favorezca la autoridad de Ricoeur o Habermas o porque seamos mujeres. Esas son condiciones de posibilidad que han permitido dar luz verde a nuestras inquietudes, pero este “ficticio diálogo” entre tres modelos de pensamiento como son feminismo, psicoanálisis y hermenéutica se justifica en argumentos de carácter filosófico que nos gustaría presentar en este foro.

La hermenéutica tiene la notable ventaja de dar cabida a la intersubjetividad, dando vida incluso al texto escrito, favoreciendo distintas interpretaciones, confrontando la obra con los diversos puntos de vista que se integran en el acto mismo de interpretar, de conocer, de crear, de leer, de pensar. Es la anticosificación, el antidogmatismo, la apertura de yo y mi obra hacia el otro, pero no el otro generalizado sino el otro concreto. Sin embargo, para que se produzca ese fenómeno de apertura e interpretación, deben darse ciertas condiciones de base. No se puede ejercer la interpretación si no se conoce el lenguaje del texto y si no se está familiarizado con el significado de los símbolos o de los iconos; en definitiva, si no se pertenece a una determinada cultura o no se comparten determinadas claves de socialización.

La hermenéutica está reñida con la pasividad, la objetualización, la cosificación, el dogmatismo, el no tener derecho a la palabra, el encerrarse en el silencio, el estrabismo de la mirada cercenada, la ocultación y las falsas promesas de verdades imperecederas.

La hermenéutica me da la posibilidad de ser sujeto en relación con el otro y lo otro -aunque sea a través de un objeto producido, ya sea un texto, discurso, obra de arte, etc.- y en ese sentido favorece mi libertad de decisión y elección. Además desafía a la Ilustración, en tanto que permite la huida de la tutela impuesta por la razón, el conocimiento y la ciencia, dando cabida a las experiencias personales, subjetivas e intersubjetivas de cada hablante, de cada autor, de cada intérprete, promoviendo un acto de apertura en el que se hacen visibles los diversos elementos de comunicación que estructuran a los hablantes y los procesos narrativos lingüísticos.

En lo que respecta a los diversos elementos de la comunicación, debemos reconocer que algunos por efecto de la tradición, la costumbre o por la concepción transmitida por los sistemas de pensamiento de la modernidad, han sido particularmente ocultados u oscurecidos hasta haberse vuelto invisibles. Entre estos cabría mencionar la perspectiva de género dentro de las relaciones sociales y la vida interna del sujeto. Es aquí donde resulta inevitable hablar de psicoanálisis y feminismo.

El primero, la teoría psicoanalítica, desveló los entresijos de la vida interna, haciendo tambalear el sólido edificio de la modernidad construido sobre la diosa razón, a espaldas del inconsciente, del mundo de los afectos, de los sentimientos de culpa, de angustia, etc. La identidad del yo, conformada con sesgos diferentes según el sexo, fue pensada por Freud desde nuevos parámetros que hacían entrar en juego un mundo

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