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RESEÑA DEL LIBRO:"Año 1000. Año 2000. La Hulla De Nuestros Miedos", De George Duby. MIEDOS ANTIGUOS… MIEDOS CONTEMPORÁNEOS. (Miedos Del Ayer Miedos Del Hoy).


Enviado por   •  22 de Abril de 2014  •  2.293 Palabras (10 Páginas)  •  1.913 Visitas

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RESEÑA DEL LIBRO:”Año 1000. Año 2000. La hulla de nuestros miedos”, de George Duby.

MIEDOS ANTIGUOS… MIEDOS CONTEMPORÁNEOS. (Miedos del ayer miedos del hoy).

Georges Duby (París, 7 de octubre de 1919 - Aix-en-Provence, 3 de diciembre de 1996) fue un historiador francés, especialista en la Edad Media.

Proveniente de una familia de artesanos, obtuvo en 1941 l'agrégation de lettres, y en 1942 empezó su carrera. Luego enseñó en Besançon y en Aix-en Provence, donde permaneció veinte años. Tras la defensa de su tesis de Estado, en 1953, obtuvo una cátedra.

En 1970, pasó a París, al ser elegido profesor del Collège de France. En 1987, ingresó en la Academia francesa. Fue miembro de varias academias nacionales y extranjeras: la de Bélgica, la británica, la romana (dei Lincei) y la estadounidense.

Particularmente especializado en los siglos X, XI y XII de la Europa occidental, Duby estuvo asociado con la Escuela de los Annales, fundada en 1929 por Marc Bloch y Lucien Febvre, que promulgaban una Nueva Historia, con énfasis en los procesos de larga duración, sociales y económicos, y que tuvo luego como máximo exponente a Fernand Braudel. Entre sus otras obras se encuentran: El amor en la Edad Media y otros ensayos (traducida al español en 1992), El año mil (traducida al español en 1988), Atlas histórico mundial (traducida al español en 1989), Economía rural y vida campesina en el occidente medieval (traducida al español en 1984), Guerreros y campesinos (traducida al español en 1992) y Guillermo el mariscal (traducida al español en 1985). En 1991, publicó su autobiografía profesional: La historia continúa (traducida al español en 1993). En 1995 publicó, El siglo de los caballeros y damas del siglo Xll. Georges Duby, en el libro titulado “Año 1000, año 2000. La huella de nuestros miedos”, sostiene que los temores medievales han llegado a nuestros días alimentando los miedos contemporáneos. Para confrontar las angustias del hombre medieval con las del hombre contemporáneo, hace falta situarnos bajo la piel de hombres de hace diez siglos. En esta obra, mediante un esquema de tipo entrevista, a través de preguntas y respuestas, se caracteriza una época muy rica de la historia de la humanidad: la Edad Media. En un constante ir y venir por el tiempo el autor nos abre una ventana hacia el pasado para mostrarnos que las personas del Medioevo no eran tan diferentes a nosotros, vivían tiempos complicados, sufrían enfermedades, los embates del clima, y tenían los mismos temores que cualquiera de nosotros puede sentir. Este libro se nos ofrece como una obra original en la que se confrontan el punto de vista del historiador y el del periodista. Los miedos de ayer, de los medievales, pueden servirnos para entender mejor los miedos de hoy. Duby piensa que el historiador no debe encerrarse sólo en el pasado sino reflexionar también en los problemas de su época.

En este libro, el autor distingue la huella de cinco inquietudes paralelas en el tiempo: Miedo a la miseria; Miedo al otro; Miedo a las epidemias; Miedo a la violencia; Miedo a la muerte. El escritor analiza, “el miedo a la miseria”, y nos expresa que con el temor al hambre y al futuro vive el hombre del año mil; éste padecía hambre, pero existía una gran fuerza solidaria. La pobreza era compartida y no relegada como hoy día. Tampoco se sufría solo, las personas eran gregarias, compartían todo, y así las penurias eran más soportables. La fraternidad y la solidaridad aseguraban su supervivencia.

La verdadera miseria apareció en el siglo XII, cuando la emigración campesina se instaló en los suburbios de las ciudades, pero incluso lejos de sus parientes encontraron solidaridad en las diferentes asociaciones de socorro. Duby propone que cuando la arqueología no puede mostrar cómo eran estas viviendas porque ya no quedan pruebas “el historiador tiene derecho a imaginar, por ejemplo, esos suburbios como las favelas de Río de Janeiro o de cualquier país del tercer mundo con una alta explosión demográfica.”(Duby, G., 1.995).

El miedo a la miseria en la actualidad se nos manifiesta en el afán de acumular. Nadie quiere ser pobre pero pocos logran escapar a esa situación y como antaño, la riqueza se concentra en unos cuantos y la miseria se reparte por todo el mundo.En cambio, la pobreza condena hoy, al que carece de techo, a la soledad y a refugiarse en una estación de trenes o en una olvidada callejuela o en un escondido zaguán. El Individualismo ha extirpado la solidaridad: si de ésta se habla hoy es pensando en defensa propia o sea en la solidaridad de los otros para conmigo. Ya existía la exclusión y el miedo de los ricos a los pobres, “el miedo al otro”, el rechazo al miserable y al migrante. Manifiesta el autor que los primeros excluidos fueron las comunidades judías y los segundos, los leprosos. En la Edad Media, como hoy, también hubo rechazo a los miserables. Con la gran afluencia de pobres a las ciudades, los ricos comenzaron a temerles. También el marginal que se recluía en los bosques, donde verdaderamente se podía ser libre. El otro, el extranjero, el pagano, el judío son igualmente desconfiables para el hombre medieval europeo. Las comunidades, sin embargo, no eran muy abiertas, pues la idea imperante era que el reino de Dios se implantaría en la tierra cuando toda la humanidad se convirtiera al cristianismo. Así, era preciso aislarse de los judíos o hundirles la espada en el vientre, como decía San Luis. También se consideraba extranjero a todo aquel que no era cristiano. El miedo al otro proviene de nuestra incapacidad para tolerar lo que es distinto a nosotros, en la analogía que el autor propone, en el Medioevo se identifica al otro en los vikingos, los musulmanes, los mongoles, los gitanos, y en la actualidad a todo inmigrante. Miedo al otro, al diferente, culpable de todos los males de la comunidad, el delincuente, el malo es siempre alguien ajeno.

El miedo más preocupante y sin duda por el que más nos asemejamos a los medievales era “el miedo a las epidemias”: la peste negra, la lepra, como hoy el sida, son ejemplos del temor y el rechazo absoluto al otro, al contagiado.

Ninguna enfermedad previa pudo preparar a la gente para la peste negra que llegó de Asia por la ruta de la seda. Se desconocía la manera de contagiarse, la gente no sabía ni siquiera a que se debían las epidemias, tampoco conocían ningún remedio y por lo tanto las atribuían a castigos de Dios. Se carecía de medios para enterrar tantos muertos, se quemaban hierbas aromáticas en las calles, las ciudades se replegaban tras sus murallas frente a visitantes extranjeros y el terror se instaló

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