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Relaciones Internacionales


Enviado por   •  14 de Mayo de 2014  •  2.831 Palabras (12 Páginas)  •  164 Visitas

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En un conflicto armado la acción bélica deja a la diplomacia en un lugar aparentemente secundario. Sin embargo, a lo largo de la guerra los contendientes siguieron entretejiendo pactos con sus aliados que, en el caso de los vencedores, los Aliados, van a condicionar y determinar la organización del mundo tras la guerra.

El bando del Eje

El Pacto Tripartito constituyó el principal acuerdo diplomático entre las tres grandes potencias del Eje: Alemania, Italia y Japón.

Tras la victoria alemana sobre Francia y, sobre todo, tras el ataque alemán a la U.R.S.S., diversos países europeos giran en mayor o menor medida hacia el bando del Eje.

En el occidente, la Francia de Vichy, pese a algunas dudas iniciales, se convirtió en un régimen colaborador de la Alemania Nazi.

La España de Franco pasó por diversas fases en sus relaciones con Hitler y Mussolini y a punto estuvo de unirse a la guerra junto al Eje. Finalmente, tras la entrevista que mantuvieron el Führer y el Caudillo en Hendaya esa posibilidad no se materializó, lo que no impidió que, tras el ataque alemán a la U.R.S.S., Franco enviara un cuerpo de voluntarios, la División Azul, a luchar contra la Unión Soviética junto a las tropas del Eje.

Las victorias de Alemania precipitaron diversos cambios territoriales en la Europa oriental. La presión de Hungría y Bulgaria sobre Rumania llevó al denominado "arbitraje de Viena" en agosto de 1940 en el que el gobierno de Bucarest se vio forzado a ceder dos tercios de Transilvania a Hungría y la región de Dobrudja a Bulgaria.

La extensión de la guerra hacia los Balcanes precipitó la adhesión al Pacto Tripartito de Hungría, Rumania y Eslovaquia en noviembre de 1940 y en marzo de 1941 de Bulgaria. Voluntariamente, como fue en gran medida el caso de la Hungría de Horthy y la Eslovaquia de Tiso, o por la fuerza como fue el caso de la invadida y desmembrada Yugoslavia, la región de los Balcanes se convirtió en la única zona donde el Eje halló aliados durante la segunda guerra mundial. De la fragmentada Yugoslavia nació la dictadura pro-nazi de Ante Pavelic en Croacia, uno de los regímenes más criminales de la región.

La llegada de las tropas soviéticas a los Balcanes sus avances hacia Alemania precipitaron rápidamente la derrota de estos satélites de Alemania. En septiembre, Rumania y Finlandia, que pese a no firmar ningún acuerdo formal con Alemania colaboró en su lucha contra la URSS durante la guerra, firmaron el armisticio, Bulgaria lo hizo en octubre y, finalmente, tras un largo asedio de las tropas del Ejército Rojo a Budapest, Hungría hizo lo propio el 20 de enero de 1945.

El 18 de octubre de 1944 las tropas guerrilleras de Tito entraban en Belgrado con la ayuda de tropas soviéticas. Yugoslavia volvía a reconstituirse tras la expulsión de las potencias del Eje.

El gobierno imperial japonés proclamó en agosto de 1940 un objetivo: la creación de lo que de forma rimbombante definieron como "esfera de coprosperidad de Asia Oriental". Se trataba de crear una asociación de estados de Asia y del Pacífico bajo la hegemonía japonesa. Ese proyecto expansionista jugó la baza del anticolonialismo y bajo el eslogan de "Asia para los asiáticos" trató de conseguir el apoyo de las poblaciones sometidos al colonialismo europeo. La respuesta fue, sin embargo, bastante débil ya que a menudo la opresión japonesa fue aún más brutal que la de franceses, británicos u holandeses. El único país que apoyó a Japón fue Tailandia (la antigua Siam) donde un gobierno dictatorial firmó un tratado de no agresión con Japón en junio de 1940 del que se aprovechó para obtener algunas ventajas territoriales en sus zonas fronterizas. Sin embargo, posteriormente tropas japoneses penetraron por la fuerza en el país forzando la firma de un Tratado de Alianza con Japón, con la subsiguiente declaración de guerra contra Gran Bretaña y Estados Unidos.

El resto de los territorios asiáticos y del Pacífico que en algún momento de la guerra colaboraron con el gobierno de Tokio estuvieron siempre bajo el dominio y control militar nipón. Japón no fue capaz de construir alianzas en su lucha contra los Aliados.

La "Gran Alianza"

La alianza anglo-norteamericana

Las agresiones de las potencias del Eje terminaron por configurar lo que se vino a denominar la "Gran Alianza" entre el Reino Unido, la Unión Soviética y Estados Unidos. Esta alianza se personificó durante gran parte de la guerra en tres figuras: el primer ministro británico Winston Churchill, el dictador soviético Stalin y el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt.

Esta alianza entre países que representaban sistemas político-económicos diferentes y enfrentados fue determinada por los avatares del conflicto. Stalin, quién no había dudado en firmar un pacto de no agresión con la Alemania nazi en agosto de 1939, intentó desde un principio aprovecharse de ese pacto para obtener ganancias territoriales: en el verano de 1940 anexionó a la U.R.S.S. las repúblicas bálticas, Estonia, Letonia y Lituania, y las regiones de Besarabia y Bukovina del norte pertenecientes a Rumania. La población de la U.R.S.S. aumentó en menos de un año en 23 millones de habitantes.

Durante un año, el que medió entre la derrota de Francia y la invasión germana de la Unión Soviética, el Reino Unido fue la única potencia que plantó cara al expansionismo hitleriano.

Churchill fue muy consciente desde un principio de la necesidad de la ayuda de Estados Unidos para hacer frente a la amenaza alemana. Recién nombrado primer ministro, envió un telegrama a Roosevelt solicitando "el préstamo de 40 o 50 de vuestros viejos destructores". A fines de julio de 1940, Roosevelt aceptó. La creciente amenaza japonesa en el Pacífico y la derrota de Francia habían impresionado fuertemente al presidente norteamericano. Como afirmó Churchill, con el préstamo de esos barcos de guerra, Estados Unidos pasaba de "la neutralidad a la no beligerancia".

En diciembre de 1940, Churchill nombró a su secretario del Foreign Office (ministro de asuntos exteriores), Lord Halifax, embajador en Washington. La prioridad que el gobierno de Londres daba a sus relaciones con Estados Unidos era evidente. Lord Halifax fue sustituido en el cargo por Anthony Eden.

El paso definitivo en esa dirección fue la ley de Préstamo y Arriendo aprobada por el Congreso

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