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Revolución en ambos hemisferios: común, diversa(s), confrontada(s).


Enviado por   •  23 de Octubre de 2016  •  Resúmenes  •  2.890 Palabras (12 Páginas)  •  214 Visitas

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Revolución en ambos hemisferios: común, diversa(s), confrontada(s).

En unos meses de 1808 se vino abajo la representación del poder tradicional y el mismo poder del Estado Español. A esto le sucedió la instauración de una dinastía percibida como intrusa, ajena a las leyes fundamentales, usurpadora de derechos legítimos que no solo eran los de Fernando VII, sino también de la “nación”. La jerarquía civil, institucional y eclesiástica peninsular, comenzó por aceptar los cambios.

A cada abdicación del reino ha sucedido un titular de los derechos sobre la corona. Desde al ascenso de Fernando de 19 de marzo existe una continuidad ministerial que José I ratifica y traslada a un gabinete ampliado. Pero también el rey dejó en la Junta de Gobierno secretarios de despacho  bajo la presidencia del infante don Antonio, lo que quiere decir que en todo momento se conservó la administración: de la Corte a las capitanías y las gobernaciones. Sin embargo, hacia abajo la cadena de poder era más incierta, ya que se produjeron una sucesión de motines y tumultos, cuando las autoridades gubernamentativa y militar comenzaron a ser ignoradas y algunas de las personalidades que estaban a cargo concitaron la ira de la multitud y pagaron su rutina con la vida.

La gran revuelta.

La peculiaridad de 1808 la encontramos en el motín, la protesta que conduce a la insurrección, el paisanaje que promueve revueltas en diferentes ciudades. Asi es como se destaca la mirada de las clases superiores bajo dos rostros, pueblo y populacho: el primero, depositario de valores impercederos y promotor de una nueva autoridad, en cualquier caso nuevo sujeto insoslayable. El segundo, instrumento de las pasiones que conducen a la anarquía, al desconocimiento del gobierno, al puro desorden tras el cual se esconde.

El pueblo viene a corresponderse con el cuerpo social tomado en su conjunto, sin las diferencias estamentales que hasta entonces lo compartimentan a partir de tipificaciones jurídicas  consagradas y reproducirlas mediante el linaje: “Toda España es pueblo”, afirmaban algunos. Ese “concepto público”, hace que se vea una sociedad sin distinciones, embrión de la sociedad civil. Las juntas eran a un tiempo la respuesta a la autoridad usurpadora y a la revuelta “anárquica”, desde abajo, que se propaga al mundo rural, ciudades, etc. Para los contemporáneos  el “pueblo” se había separado del gobierno; el “enojo popular” se había transmutado en “furor popular” y se manifestó  con toda su fuerza a partir de mayo. Moreno Alonso afirma que en 1808 se desencadena una revolución social antes que política, considera que aquella, “ayuna a nivel popular de un ideario, amenaza los privilegios de la sociedad estamental, actúa en defensa de principios naturales como los de igualdad y libertad de forma puramente  instintiva, o se revela contra la pobreza, la injusticia o la arbitrariedad”. Hubo muchas acciones anti señoriales, además de las protestas patrióticas coincidían con motines sociales, en esta nueva fractura del viejo oren, muchos vecinos dejaron de satisfacer el pago de las rentas señoriales y de los diezmos. La España rural actuaba en gavillas de paisanos, lo que fue sancionado ya que estas no estaban capacitadas para practicar la guerra convencional, pero ellos se conformaban con hacer la guerrilla. Se les dio la oportunidad de “legalizar” su situación, pero se reusaron y prefirieron actuar por su cuenta,  lo que muestra una desconfianza hacia cualquier autoridad. Estos levantamientos causaban un profundo efecto en las clases superiores, ya que no les obedecían, “el pueblo había cesado de obedecer de continuo”.

En mayo vinieron los levantamientos antifranceses.

Para los escritores tradicionalistas se producía una reacción natural contra la impiedad, el mal gobierno y el extranjerismo, en favor de la religión, la patria y el verdadero rey. Los reformistas y los liberales vieron una protesta justificada frente a la ocupación francesa y el poder arbitrario de la monarquía, aunque la creyeron expresada de forma primitiva y desordenada, ciega y peligrosa, ala que por fortuna pronto se le puso fin. Aunque esto no ocurrió, sino que se condujo hacia la francofobia. El patriotismo popular y la xenofobia evidenciada en las matanzas de refugiados y comerciantes galos se confundieron a menudo.

El primitivismo de la acción popular cuadra bien con el buen sentido que intentaban imprimir algunos patricios sensatos a esa fuerza desbocada. De ese modo se atribuían el protagonismo de los cambios al mismo tiempo que le ponían límites. Los partidarios de variar el gobierno (hacer la revolución) eran quienes gozaban de mayores simpatías en el pueblo. Fruto de las tenciones soterradas, fueron “apropiación por la muchedumbre amotinada del antiguo ritual infamante que el procedimiento penal aplicaba a los condenados a muerte, en especial a los reos de traición”. La violencia colectiva se servía de rituales en los que el pueblo desempeñó un papel de espectador en ellos y una activa función apropiándoselos.

¿una revolución? Más bien, sería una nueva y gran revuelta, sin objetivos precisos, orientación ideológica, líderes aceptados, planes políticos, política que está lejos de ofrecer un nuevo orden. Las juntas amenazaron por declarar la guerra a los franceses, estas decretaron el alistamiento general entra 16 y 45 años, y después decidieron integrar las tropas levantadas en el ejercicio regular. Esto implicó la militarización del pueblo.

Entre la amenaza de los ocupantes franceses y el alistamiento masivo decretado por las nuevas autoridades patrióticas, la población que no se había sumado voluntaria al ejército o a las partidas, tuvo como principales objetivos la supervivencia y eludir el reclutamiento. El patriotismo había traído consigo la militarización y con ésta cesó la autonomía de la protesta, antes de que se unificaran las demandas, derivaran a otras sociales, como sucedería más tarde en movimientos semejantes o pudieran llegar a politizarse. En España, la guerra y la movilización producidas antes de que la revuelta deviniera en revolución, alejaron la perspectiva de que si ésta llegaba a producirse, obedeciera a un movimiento popular. Había distintas interpretaciones sobre el significado de la revolución. La recuperación de una pretendida libertad secular, la “justa revolución” que desenvolvería la nación sus costumbres, pero para los más era la modificación de las leyes y las instituciones. Todos coincidían en el rechazo de la ocupación extranjera y en dotar a la lucha de un inminente sentido patriótico, además de inducir al combate contra un enemigo externo y distinto, permitía revestir la diversidad de aspiraciones bajo un manto único.

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